[Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 21 (El reencuentro):
- Spoiler:
- –Debíamos llegar juntos –reclamó Jet al peliazul cuando arribó al último barco de la flota.
–Tú ya te luciste, ahora déjame a mí –respondió Osore al tiempo que se ponía en guardia para comenzar su pelea con Dirgen, mientras que Jet era abordado por los otros dos sujetos, de nombre Aka y Ao, quienes atacaban en un patrón perfecto para parejas, lo que no lo hacía fácil para el pirata.
Dirgen era rápido, fuerte e incisivo en sus ataques, y aunque Osore podía mantenerlo a distancia, las garras del primero lo protegían a la perfección de la lanza de este último. Luego de algunos movimientos, finalmente Dirgen rasgó el pecho del peliazul. Jet tampoco la pasaba demasiado bien, no era fácil pelear contra dos al mismo tiempo y menos que eran hábiles y con armas tan rápidas de usar.
El espadachín entonces se dispuso a correr por la plancha del navío, como si estuviese huyendo. Osore por su parte había hecho un par de rasguños a Dirgen, y lo hizo retroceder, pero cuando pensó que ya lo tenía, el guardia logró atrapar la lanza con sus dos garras, se suponía que era una situación donde ninguno podía atacar, por lo que Osore pensó tener ventaja e ideaba finalmente acabar con las garras de Dirgen girando y haciendo un pequeño truco con su lanza, pero el guardia se le adelantó, al darle una soberbia patada en las costillas. Gracias a esto, la pelea se volvió prácticamente de un solo lado.
Jet se dio cuenta de que era momento de actuar y dejó de huir. Su plan había funcionado, pues Aka era un poco más rápido que Ao y tocó enfrentar al pirata de forma solitaria, por lo que mucho no duró, su sable fue rápidamente destrozado por la Kangaiishi de Jet, y el turno tocó al otro guardia, quien no duró demasiado tampoco. Jet entonces cargó hacia Dirgen evitando que sus afiladas garras hicieran más daño en Osore.
–¡No te pedí que me ayudaras!
–¡Cállate! Este sujeto no es cualquier cosa y no es nuestra prioridad acabar con él. Sólo hay que llegar a Yottsu y ya –respondió Jet al peliazul, dándose además cuenta de que lo que decía, era totalmente cierto. Dirgen era mucho más fuerte que cualquiera de los otros guardias que los que se habían enfrentado antes. Sin embargo, al verse en desventaja numérica, y en lugar de forzar su suerte, decidió retirarse pues algo le decía que volvería a verse con esos piratas.
Estás respirando raro, seguro que te ha roto una costilla –señaló Jet al ayudar a Osore a levantarse.
–No te preocupes por mí, estoy bien. Mi orgullo está más herido –se hizo el fuerte, quitándole las manos a Jet, quien lo intentaba poner de pie tomándolo de los brazos. Justo en ese momento, el pesquero se abría paso por los pequeños veleros ya sin tripulantes, o destruidos. Roshi saludaba desde la proa, aunque con sus manos un poco ensangrentadas. Al llegar a Yottsu, Osore se dispuso a curar primero al viejo, al tiempo que una multitud de personas llegaban tras percatarse de la batalla.
–Deberías tratarte primero, apenas si puedes respirar –le decía Jet, pero el peliazul no hacía caso alguno. Terminaba de poner las vendas a una mano del viejo y rápidamente se apresuraba con la otra, luchando contra sus propios gestos de dolor.
Entre la muchedumbre de aquella isla boscosa, pero con una playa bastante rocosa, llegó un hombre algo gordo, con bigote negro y vistiendo una ropa de militar color verde, y el cual no parecía ser muy listo –¿dónde está Dirgen? –buscó con su vista por todos lados.
–¿El tipo con las garras? Se fue, al menos por ahora.
Cuando Jet respondió eso, el pobre sujeto abrió sus ojos grandes y dejó su boca entrecerrada para luego temblar y caer de rodillas y ponerse a llorar –si se ha ido… ¿quiere decir que somos libres? –y al decir esto, la multitud enmudeció, para luego enloquecer de alegría y regresar, al menos la mayoría de ellos, a sus casas y a sus pueblos, para avisar de lo sucedido, mientras que otros se quedaron para hacer las preguntas.
–Soy el alguacil de este pueblo. Bueno, al menos lo era antes de que la Federación invadiera y matara a los líderes anteriores, y en este tiempo sólo traté de proteger a la gente de Dirgen y los suyos. Mi nombre es Clay –se presentó y Jet entonces explicó brevemente lo que hacían ahí –¿sólo por pescar? Deben gustarles mucho los camarones arcoíris.
–No importa mucho, ¿sabes si ha llegado o pasado por aquí un barco, una fragata con vivos azules y una serpiente marina como proa? –cuestionó Jet, refiriéndose al Steeler. Clay entonces puso su dedo en su boca y empezó a pensar, o a tratar de recordar, pero no lograba reconocer si ese barco había pasado días anteriores por Yottsu, hasta que miró al horizonte, a la espalda de Jet.
–¿Se parece a ése? –señaló Clay. Jet volteó entonces y con incredulidad, vio a dicha serpiente marina de color azul, a esas enormes velas y el casco de madera sin ninguna pintura. El espadachín caminó un poco, mojándose la parte baja de sus pantalones al entrar en el agua de la playa para más tarde derrumbarse haciendo que el agua llegase a sus muslos. Sabía que eran ellos.
El Steeler se acercó cada vez más. Cerca de la proa había una figura, sus cabellos eran azules de un tono muy claro y miraba de un lado hacia otro, azorada por ver la flota destruida –Fuu… –musitó Jet al reconocer a la chica, aunque se preguntó dónde estarían los demás, quienes no se veían por ningún lado. Él se levantó y miró fijo a la serpiente marina que fungía como proa, llamando así la atención de la mirada de Fubuki, quien afinó sus ojos y no tardó en reconocer al espadachín. No esperó a que el barco se detuviera, aunque ya estaba éste en vías de hacerlo, y saltó desde donde estaba hacia el agua. Nadó un poco y luego ya pudo ponerse de pie para correr y abrazar a Jet. Él sonrió y luego puso sus brazos alrededor de la chica, quien estaba llorando.
–¡Estás bien! –levantó ella su cabeza para verlo a los ojos.
–No llores, ¿no te dije que lo más importante es tu isla? Te preocupas demasiado.
–¡Cállate! ¡No voy a perdonarte si vuelves a hacer esto! ¿Me escuchaste? ¡No lo vuelvas a hacer!
kaizoku ou-
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Capítulo 22 (Médico en la tripulación):
- Spoiler:
- Para Jet, era reconfortante finalmente sentir el abrazo de Fuu y esa preocupación que en ocasiones emanaba de ella. Jet podía decir que había vuelto a casa, aunque ese hogar más bien lo había encontrado a él –¿dónde están los demás? –preguntó el espadachín, haciendo recordar a Fuu la situación por la que la tripulación pasaba.
–¡Es cierto! ¡Natsuki, ella… se enfermó y…! –exclamó exaltada mientras las manos le temblaban y las llevaba a la cabeza– No sabemos qué hacer –dijo cabizbaja, pero aun así Osore alcanzó a escuchar, y en cuanto terminó el último vendaje de Roshi, se dirigió al barco, el cual estaba encallando más por fuerza que por que alguno de los tripulantes lo detuviera, por lo mismo Jet se dispuso a hacer su primera labor a su regreso al barco, y ésta fue subir las velas de inmediato.
–¿Quién es él? –preguntó Fuu viendo que Osore buscaba por donde entrar.
–Es confiable, supongo –afirmó el espadachín desde el mástil principal, donde ataba la vela mayor para que ésta no siguiera recibiendo el viento y, por consiguiente, el barco siguiera siendo empujado– es por esa puerta, torpe, además tal vez deberías ver tus costillas –pisó cubierta finalmente Jet tras subir al menos las velas más grandes. Él también quería ver a Natsuki y estaba preocupado por ella.
–Torpe serás tú, y no podría curarme a mí mismo si alguien está enfermo, y mucho menos si es una dama. Si fueses tú, me lo pensaría.
Al mismo tiempo que ambos estaban por los pasillos del Steeler, de la puerta del camarote de Natsuki, Shinta salió sorpresivamente, topándose de frente con Jet y cayendo entonces de espaldas por el encuentro –¿qué diablos…? –se dolió un poco y se incorporó para luego levantar la vista –Jet…
–No hay tiempo de nada, deja pasar a Osore.
–¿Quién es? Y no puede pasar, Natsuki está enferma.
–Precisamente por eso –respondió Jet y apuró a Osore, quien al entrar se dio cuenta de inmediato de la fiebre que tenía la joven, y también, por supuesto, se percató de que era bastante bella. Blaze estaba ahí mismo, descansando, pero sin dormir. Al ver a Osore trató de reaccionar pero luego miró a Jet por la puerta, quien le asentía. El capitán dudó por un momento pero luego salió y así, los tres fueron a cubierta, donde lo primero que Blaze hizo fue golpear en el rostro al espadachín, derribándolo. Shinta no supo entonces qué pensar, la acción lo había tomado desprevenido.
–¿Qué te hizo creer que tenías que hacer eso? ¿Te pusiste a pensar en lo que sentimos cuando te fuiste? ¡Pensábamos lo peor, idiota! –le dijo, pero luego le ofreció su mano para levantarlo– si vuelves a hacer una tontería de ese tipo, te echaré a patadas de este barco, ¿entiendes?
–Sí, capitán –sonrió Jet para, al levantarse– Shinta, ve a vigilarlo –se refirió a Osore– tiene mi confianza como médico, pero le gustan las chicas lindas –Shinta fue rápido a ver al peliazul, pero éste no estaba haciendo algo malo. Justo revisaba la garganta de Natsuki y terminaba de tomar la temperatura.
–Tu amiga está bastante enferma, pero no te preocupes, no morirá. Ahora por favor espera afuera –le dijo, y aunque Shinta no quería dejar sola a Natsuki con ese chico, finalmente cedió, para salir a cubierta y escuchar lo que Jet tenía que contarles sobre todo su viaje y el cómo conoció a Osore. Omitió su encuentro con Ayaka. Así mismo, sus compañeros le contaron lo que habían pasado durante su ausencia.
–Ya está mejor. La fiebre debe comenzar a bajar en las próximas horas y no tardará en despertar –dijo Osore mientras que salía de los camarotes del Steeler.
–¿Necesita que la cuides todo el tiempo? –preguntó Jet.
–No, estará bien hasta el día de mañana.
–Entonces es hora de que te cures tus heridas.
–Qué ruidoso… ya lo haré –respondió y acercó su maletín, se sentó en la cubierta y con sus manos, comenzó a acomodarse las costillas rotas, gimiendo de dolor, y a la vez deteniendo con un gesto a sus nuevos nakamas, para evitar que le ayudaran.
–¿Estará bien? –preguntó Fuu al ver las dolencias del peliazul quien ya se ponía sus vendajes, pero Jet le hizo saber que el médico no tendría problemas. En ese momento Clay llegó cerca del barco e invitó a todos a pasar la noche en el pueblo, como agradecimiento, pero debido a los cuidados de Natsuki, los piratas tuvieron que declinar la invitación.
Además, Osore ya se había quedado dormido, o tal vez desmayado del dolor –y decía que estaba bien… –musitó Jet y luego junto a Blaze, lo llevaron a un camarote para que descansara, luego de todo el desgaste del día.
–Tú también tienes que descansar Fuu, no has dormido mucho en estos días –casi la mandó el capitán Blaze y ella aceptó, de igual forma Shinta se fue a seguir cuidando a Natsuki, esperando que, como Osore había dicho, despertara pronto. Por tanto, en cubierta sólo se quedaron Blaze y Jet.
–La vi –le dijo sonriendo el espadachín cuando ya no había nadie más que ellos dos.
–¿A quién? –preguntó Blaze, pero luego lo imaginó– ¿a tu novia? –cuestionó sonriendo.
–Vi a Ayaka. Ella fue quien me ayudó a escapar de los marines.
–Y algo pasó entre ustedes, ¿verdad? Si yo siempre supe que hacían buena pareja.
–¿Cómo sabes que pasó algo?
–Porque siempre que digo que es tu novia, tú te enfadas, pero ahora no lo hiciste –rió el capitán.
Así, Jet comenzó a relatar lo que había sucedido entre él y Ayaka en esa celda del acorazado marine, y así también de lo que se había enterado, la Marina estaba a punto de tener una guerra con Shirohige y seguramente la rubia esgrimista estaría por ahí –espero que no le suceda nada.
Blaze no supo qué decir. Al margen de Ayaka, le emocionó bastante el hecho de una batalla entre la mayor fuerza de la marina y el pirata más poderoso del mundo. Luego de la plática, el capitán sentía la necesidad de dormir, no sólo por su naturaleza, sino porque realmente estaba bastante cansado con lo que había sucedido los últimos días, pero antes su curiosidad le venció –¿y qué vas a hacer si la vuelves a ver? ¿Harás que se vuelva pirata? ¿O te convertirás en marine?
–No lo sé –respondió Jet –sólo sé que quiero verla de nuevo –se retiró a su cabina.
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Capítulo 23 (Ella es mi madre):
- Spoiler:
- A la mañana siguiente, el espadachín despertó debido a golpes en la puerta de su pequeña habitación, con pesadumbre se vistió y abrió la puerta. Era Fuu, quien sonriente le llevaba un plato con su desayuno –siento no tener algo en que puedas apoyar, pero utilicé la que tenía para llevarle el desayuno a Natsuki.
El buen humor se había apoderado de la princesa, siendo que todos sus nakamas estaban ya reunidos, y es por eso que le habían dado ganas de llevarle el desayuno a la cama a cada uno de ellos. Jet tomó el plato pero luego reparó en lo dicho por Fuu, tal vez había sido su imaginación, pero escuchó sobre el desayuno a Natsuki.
–Sí, ella despertó muy temprano, justo como Osore-kun lo dijo. Él hizo un buen trabajo –le dijo Fuu, aunque al final se sonrojó, cosa que el espadachín notó de inmediato.
–¿Intentó ligarte, verdad?
–Ehh, bueno, algo así, cuando le llevé el desayuno –contestó ella tímida– pero escapé –sonrió mostrando su mano derecha con su pulgar levantado. Jet supo entonces que pronto la tripulación se acostumbraría a Osore y su adicción por las chicas. Probó algo de su desayuno y luego se apresuró a ver a Natsuki. Todos los demás de la tripulación estaban por ahí ya, en el camarote que ella compartía con Shinta.
–¡¡Jet!! –Saltó ella de su cama al verlo y lo abrazó, prácticamente colgándose de él –¡regresaste!
–Sí… ya estoy aquí… pero deberías vestirte un poco –respondió él, pues la joven sólo estaba en ropa interior. Ella sonrió y luego volvió a meterse en su cama, vio a Shinta quien estaba literalmente devorando su desayuno. Él se dio cuenta de que estaba siendo observado y replicó de inmediato.
–Me dijiste onee-san… ¡Sí, me dijiste onee-san, Shinta-chan! –por alguna razón, entre sus delirios causados por la fiebre que había sufrido en las noches anteriores, alguna parte de su mente aún estaba receptiva y pudo captar esas palabras de parte del pequeño tirador.
–¡No es cierto! Yo… sólo… –las risas de sus amigos ahogaron la respuesta de Shinta quien tuvo que resignarse a un abrazo de la navegante. Justo en ese momento, se escucharon algunos gritos, Jet y Fuu salieron a ver de lo que se trataba. Clay, el alguacil de Yottsu, los saludaba desde la arena de la playa y los invitaba al pueblo, después de todo, ellos habían salvado a la isla, y lo que más le sorprendía era que no había refuerzos por parte de la Federación.
–Tal vez hasta la rebelión pueda llegar… Tal vez ella venga –dijo en voz baja, como sólo para sí, pero ambos piratas pudieron escucharlo y preguntaron a quién se refería con “ella”– tal vez les parezca extraño, pero Aoi Yuki-sama misma es parte de los rebeldes contra la Federación –sonrió, pero Fuu saltó desde la cubierta del Steeler cayendo encima del alguacil.
–¿Hablas de la reina de Yuki? ¿Ella está viva? –le tomaba ella de su camisa, sacudiéndole la cabeza contra la arena.
–Oye, tranquila Fuu, déjalo –bajó Jet a detenerla, y cuando ella volteó a verlo, estaba llorando, pero con una sonrisa en sus labios.
–Mi mamá… ¡Mi mamá está viva!
Clay no reaccionó sino hasta unos segundos después. Miró fijamente a Fuu y se dio cuenta de que era muy parecida a la reina Yuki, sólo que con el cabello más corto y, obviamente, más joven. Tras esto, inmediatamente se hincó e la playa y veneró a la ahora pirata –princesa, usted también está viva, Aoi Yuki-sama se pondrá feliz si llega a venir.
El alguacil explicó que ocasionalmente, más al inicio de la rebelión, la reina Yuki lograba llegar a escondidas a Yottsu y probablemente a otras islas, para ver la situación. Sin embargo, jamás había podido hacerlo en la isla de Yuki. Fuu se esperanzó en ver a su madre de nueva cuenta.
–Creo que ya sé la razón por la cual tú estás viva. Ellos buscan algo de tu madre, y si quieren atraerla, creo que ustedes son más valiosas para ella que el propio reino. Estoy seguro que tu hermana sigue viva entonces –afirmó Jet.
Fuu se sentó en la playa, por algún motivo se sentía exhausta. Tragaba saliva y, con sus manos, apretaba la arena de la playa, sin intentar tomar algún grano de entrada, su vestido junto a sus rodillas, se mojaron por la aparición de la marea, la cual recibió algunas gotas, pero no de agua, sino de lágrimas. Lágrimas que resbalaron por las mejillas de la joven y finalmente cayeron despegando de su barbilla. Fuu entonces, cerró sus ojos y empezó a respirar por su boca, para luego llorar escandalosamente unos segundos. Cuando esto se volvió sollozo, Jet se sentó junto a ella y le rodeó la cabeza con el brazo para apoyarla en sí mismo.
–Te preocupas mucho, como siempre. Verás que pronto vuelves a verla.
Pronto, los demás nakamas de Fuu supieron la noticia y la alegría se apoderó del Steeler, incluso de Osore, quien no sabía mucho del tema, pero era suficiente para él que una de las chicas estuviera contenta.
A mediodía, los piratas finalmente aceptaron la invitación de Clay para ir al pueblo. Yottsu era una isla hermosa, con edificios antiguos de una arquitectura detallada hasta la exageración, calles empedradas, aunque algunos lugares visiblemente destruidos hacía poco tiempo. Restaurantes sobre la banqueta, le daban colorido a las calles principales, aunque la mayoría estaban vacíos.
Clay caminaba frente a los piratas, anunciando a los ciudadanos que los jóvenes eran los héroes que habían alejado a Dirgen y a la Federación, al menos momentáneamente. Fuu veía la calle y sus alrededores, y recordaba que ya la conocía.
–Esta avenida solía ser hermosa –decía la ojiazul –vine en varias ocasiones cuando era niña. Puedo ver el daño que la Federación ha hecho a este lugar, y a donde quiera que llegue –suspiró– mi madre nos traía a mi hermana y a mí, y comprábamos muchas cosas. Ella era muy alegre, y le encantaba hacer bromas.
–¿Tu mamá es bromista? –le preguntó Blaze.
–A pesar de ser reina, mi mamá tiene alma de pirata. Yo llevo sangre de pirata –sonrió, causando la sorpresa en Blaze y Jet, mientras que Shinta “protegía” a Natsuki de los coqueteos de Osore– mi padre era pirata. Él llegó a la isla con su tripulación, y se quedó ahí, con mi madre. Mi abuela debió haberse enojado muchísimo porque era muy estricta, aún la recuerdo porque murió cuando yo tenía 8 años. MI madre es rebelde y siguió su corazón, a mí me parece romántico –sonrió cerrando sus ojos al mismo tiempo, mostrando que le hacía feliz hablar sobre su madre, sobre todo ahora que sabía con seguridad que estaba con vida. Blaze y Jet por su parte no entendieron mucho lo de “romántico”, pero les dio igual.
Cuando los piratas, guiados por Clay, todavía seguían caminando por la calle, los gritos de alguien los hicieron detenerse. Un chico flacucho y bastante joven se acercaba corriendo hacia donde estaban ellos, y con sus gritos llamaba agitadamente a Clay –hay un barco acercándose, Clay-san –le dijo el joven.
–¿Es pirata o algo así? –preguntó el alguacil.
–No tiene insignia, y es chico. Es que hace mucho que no llegaba un barco y me he emocionado –respondió el chico un poco apenado al final. En lo que Clay demoró un poco en pensar la situación, alguien salió corriendo a toda velocidad hacia la playa.
–¡Fuu! ¿A dónde vas? –la llamada de Blaze no detuvo ni un momento a la peliazul la cual se perdió rápidamente en dirección a la costa. Con sus dientes apretados, ojos bien fijos al frente y el corazón palpitando al máximo. Sus sandalias se llenaron de arena al entrar a la playa. Justo a su izquierda, del barco anunciado estaban bajando dos personas, una de ellas bastante grande, por no decir enorme, mientras que la otra era una figura delgada y de tamaño normal. Ambos tenían cubierto el rostro a excepción de los ojos, por una especie de turbante, pero de tela menos gruesa.
–Son azules… –musitó Fuu viendo los ojos de quien bajaba primero del navío, esa figura delgada. Al sentir que alguien estaba cerca, dicha persona volteó a ver de quién se trataba y abrió sus ojos grandes, al reconocer a la jovencita blanca y con cabello azul cielo.
Se acercó lentamente, mientras se descubría el rostro. Fubuki, de nuevo, derramó gruesas lágrimas desde sus ojos, haciéndolos parecer turquesas –mamá… –sollozó como si de una niña pequeña se tratara antes de ser abrazada. Su espalda y nuca las rodearon esos brazos que, desde que su nacimiento y niñez, habían cuidado de ella. Por un momento se sintió una bebé en brazos, cerró sus ojos y apoyó su frente en el hombro de su madre. SuS nakamas llegaron un momento después, llamando el nombre de Fuu en repetidas ocasiones hasta que la vieron junto a otra persona.
Antes de que se dieran cuenta de quién era esa persona, Clay se adelantó y luego se hincó para reverenciarla, de la misma manera que lo había hecho con Fubuki antes –Yuki-sama, bienvenida a Yottsu –le dijo desde el suelo. Mientras tanto, Daisuke, el noble y leal guardia original del reino, se acercó a donde estaba Fuu. Su enorme sombra cubrió a la princesa antes de que él, al igual que Clay, se agachara para venerar a la joven. Fubuki se acercó, le toco el hombro, haciendo que él levantara la vista y luego lo abrazó.
–Me alegro mucho de verlo, Daisuke-san –luego se volteó a ver a sus nakamas– ella es mi madre.
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Capítulo 24 (El plan):
- Spoiler:
- Uno a uno, los piratas comenzaron a presentarse frente a la todavía Reina de Yuki. Ella supo rápidamente que estas personas eran las responsables de que Fubuki estuviera sana y salva, y sobre todo libre.
–Qué extraña ropa tienes, madre –señaló Fuu, pues la Reina estaba vestida con una túnica larga, muy separada del cuerpo, que parecía como de un clima desértico, contraria a la que usaría en su isla natal.
–Lo que pasa es que tengo que esconder mi vientre. Tendrás un hermanito pronto, estoy embarazada –le dijo, haciendo que Fuu abriera sus ojos bien grandes– ¡claro que no, Fubuki, sólo es una broma! ¡Una broma! –Soltó carcajadas para que su hija reaccionara– uso esta ropa para que no me reconozcan tan fácilmente. Además es aguantadora para todos los lugares donde hemos estado.
Fuu había olvidado por un momento el carácter de su madre, y había caído totalmente en el engaño –¿cómo puedes hacer bromas en la situación en la que estamos? –le reclamó, hinchando sus mejillas de una forma algo jocosa.
–Ya sabes cómo soy –respondió– si no hago bromas, me voy a volver loca –le dijo abrazándola. Al menos un poco, Blaze y los demás pudieron ver el carácter de la Reina Yuki, quien además de Daisuke, estaba acompañada de unas 15 personas más, la mayoría hombres, y debido a esa pequeña cantidad, nunca se habían atrevido a tratar de pasar las defensas de Dirgen hacia la isla de Yuki. En ese momento, la monarca pensó que podría haber alguna oportunidad de penetrar con rumbo a su país.
–Yuki debe estar viva –afirmó ella, refiriéndose a su hija, la mayor de ellas y heredera a la corona de la isla con la que compartía nombre.
–¿Estás segura de eso? –preguntó Fuu ilusionada.
–No cien por ciento, pero debe estarlo –afirmó– porque ellos quieren atraparme. Por supuesto, si puedo entrar a Yuki, les será más difícil, conozco esa isla mejor que todos ellos y saben que una vez ahí, capturarme les será mucho muy complicado –dijo sin falsa modestia.
En cuanto escuchó esas palabras, Blaze ya sabía cuál sería su próxima misión y la de su tripulación. De hecho lo sabía desde que había aceptado a Fuu en la tripulación, pero ahora lo tenía más claro, debía llevar a la reina Yuki a su isla –¿alguien tiene alguna idea? –hizo el moreno sonar su voz– porque debemos actuar rápido, antes de que se recuperen.
El gesto de sus nakamas, en especial de Jet y Natsuki, no se inmutó mucho, porque ellos también pensaban en lo mismo. Tener a Fuu como una de sus nakamas, les obligaba a ayudarla a ella, a su madre y a su isla. Fue la misma ojiazul quien levantó la palabra –yo sí tengo una idea –aseguró. Los piratas, la reina Yuki y su guardaespaldas, así como otros miembros de la rebelión se sentaron en la playa a escuchar a la princesa explicar su plan.
–Como siempre, tienes buenas ideas Fubuki, pero independientemente de eso, esto no será tan sencillo como se escucha –dijo la reina Yuki cuando su hija terminó– de alguna forma, Masanori ha podido suplantarme ante el Gobierno. Acepto que yo no era muy popular con el Gobierno, pero a lo que quiero llegar, es que Yuki, aun con Masanori como su gobernante, tiene protección de la marina y pueden llamarla si se sienten amenazados.
–Eso no será ningún problema, su majestad –intervino Jet explicando luego que la marina debía estar muy ocupada con la guerra contra Shirohige. Ello entonces les daba una oportunidad, parecía que la suerte estaba de su lado, y si no era en ese momento cuando podrían penetrar en la isla de Yuki, no sería nunca.
Para el plan, Clay fue a conseguir de entre las tiendas del pueblo dos ropajes exactamente iguales y se los entregó a Fuu –con esto no sabrán quién es quién –sonrió la princesa entregándole a su madre la ropa que le tocaba.
–Menos mal que me he conservado, ¿eh? Aún tengo la misma talla de antes –presumió la monarca al tiempo que doblaba bien la ropa. Era gruesa, de invierno, por lo que no se la pondría en ese lugar.
El plan se pondría en marcha esa misma madrugada. No querían perder ni un poco de tiempo. Sólo serían un par de barcos, el Steeler y el de los rebeldes los que entrarían en acción. En el primero estaban Blaze y sus nakamas además de la reina Yuki mientras que en el segundo Daisuke comandaría a los insurgentes para quedarse en la costa ante cualquier intervención marine.
Justo como lo habían predicho, las fuerzas de Dirgen no estaban custodiando las cercanías de Yuki así que pronto llegarían con bien a la isla. La reina explicó que para llegar a la ciudad Palacio, capital y donde estaba precisamente el palacio real, había dos rutas posibles, una era un poco más larga pero más segura, atravesando dos pequeños poblados, Dyrak y Kavia mientras que la otra, aunque era más corta y relativamente rápida, era por en medio del espeso bosque que cubría la mayor parte de este país.
–Deberíamos separarnos. Un grupo que vaya por la ruta segura y otro que vaya por el bosque. Estoy seguro que intentarán emboscarnos en cuanto sepan que estamos aquí –opinó Fuu y así se acordó. Mientras la princesa iría, con un grupo un poco más numeroso, por la ruta más segura, la reina Yuki lo haría por el bosque. Fuu sería acompañada por Blaze, Natsuki y Osore, mientras que Jet y Shinta acompañarían a la madre de ésta. Daisuke y el resto de los rebeldes custodiarían la costa en caso de una llegada de marines.
–Chico de acero –se dirigió la reina a Blaze antes de que los dos grupos partieran– debes cuidar a mi princesa, por favor –le pidió seriamente y luego se coloco un velo sobre su cabeza, no dejando ver fácilmente su rostro. Mientras tanto, antes de hacer lo mismo, Fuu vio a Jet a los ojos y el espadachín supo que su nakama le estaba encargando a su madre, así que él asintió.
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Capítulo 25 (Entrando al País del Hielo):
- Spoiler:
- Fuu se colocó el velo también, como parte del plan, y partió guiando a sus compañeros por un camino empedrado, aunque cubierto por la nieve que en ese momento caía con ligereza. Su madre se encargó de entrar por una vereda del espeso bosque, siendo seguida por Jet y Shinta.
Los tres se fueron internando poco a poco entre los pinos y coníferas teñidos de blanco hasta que la nieve empezaba a cubrir casi la totalidad de los pies. Era de notar la facilidad con la que la reina Yuki se guiaba en un lugar que no parecía tener un camino definido, y menos en la noche. Los tres se movían muy cerca uno de del otro, pues se veía bastante poco, pero no podían encender alguna luz, para no ser descubiertos.
–Déjeme adivinar –le dijo Jet mientras estaba detrás de ella– nosotros venimos por aquí porque usted es quien conoce este camino y no Fuu, ¿verdad?
–En realidad no –respondió ella con tranquilidad mientras pedía la ayuda del espadachín para subir por una vereda– realmente Fubuki conoce nuestro país casi tan bien como yo. De hecho –se pudo ver sonriendo con un leve brillo en sus ojos– jamás le dije esto a Fubuki o a Yuki-chan, pero Fuu siempre tuvo mayores dotes de gobernante que su hermana, es una lástima que haya nacido después. Es justa, sabe distinguir entre lo bueno y lo malo, es valiente, inteligente y ama a su pueblo.
Jet concordó mentalmente con la reina, pues a pesar de no haber pasado tanto tiempo con su compañera peliazul, sabía que ella tenía todas esas virtudes. Luego de ello, decidieron ya no hablar más, pues pondría en peligro el plan.
Casi dos horas después, el trío pasó por un claro en medio del bosque, una extensión de terreno que no tenía árboles, sólo nieve en el suelo, y cada vez más, pues la nevada se intensificaba. El suelo resaltaba por la oscuridad, pues la nieve reflejaba la luz de la luna y las estrellas. Justo cuando estaban a la mitad de cruzarlo, Jet detuvo a Yuki y a Shinta, y luego puso a la reina entre él y el tirador –¿qué sucede?
–Hay alguien por aquí, quédese cerca de mí, entre Shinta y yo. Tú cúbreme la espalda –le dijo esto último a su pequeño nakama y éste sacó un par de revólveres, mirando hacia varios lugares, sin poder distinguir a alguien. El espadachín no dijo nada, mientras el silencio era cada vez más nervioso, Jet esperaba el primer ataque y tras casi medio minuto, finalmente sacó su katana y la dirigió hacia atrás, justo frente a Shinta, quien vio entonces como un par de espadas chocaban frente a su rostro.
–Así que eras tú, Katsuro…
–Me siento halagado de que recuerdes mi nombre, espadachín –el mismo rubio que antes se había enfrentado a Jet en Criolla y cuya pelea había quedado inconclusa– sabía que tarde o temprano terminarías en esta isla, aunque no pensé que estarías con la misma reina Yuki –rió.
Las palabras de Katsuro le hicieron pensar a la reina Yuki que él no estaba en el mismo plan de Masanori. Ella tomó de la mano a Shinta y comenzó a caminar lentamente, tratando de alejarse del lugar –será mejor que no lo haga, su majestad –la detuvo Jet– con su habilidad, él podría alcanzarla sin problemas. Lo mejor es que se queden cerca de mí.
Katsuro sonrió, admirando una vez más a su rival. Con sólo haber peleado una vez entre sí, Jet sabía de las habilidades del rubio –eres un espadachín de verdad. Hacía mucho que no disfrutaba de una pelea y vamos a terminarla –dijo e inmediatamente utilizó el poder de su fruta para desaparecer. Jet caminó hacia atrás para tener a su espalda a Shinta y a la reina Yuki. El tirador adolescente se preparó para cubrir la espalda de su nakama mientras al monarca estaba atenta a lo que sucedía.
Casi al mismo tiempo, pero justo cuando ya estaba amaneciendo, el grupo de Blaze llegaba a Dyrak. Habían tenido que bajar desde la costa, era como si este poblado estuviera asentado en un agujero dentro del país de Yuki. Algo muy notorio, era que Dyrak no estaba cubierta de nieve, pero aun así, como hacían evidenciar los temblores en el cuerpo de Natsuki, hacía bastante frío.
–Esto es Dyrak, el desierto glacial –Fuu presentaba a sus amigos el lugar mientras que Osore le daba su chaqueta a una Natsuki muerta de frío –creo que notarán que es más helado a pesar de no tener nieve. Es porque al estar tan abajo, los rayos del sol sólo pueden llegar aquí directamente unas pocas horas al día –decía mientras seguía bajando para llegar al pueblo –éste es un lugar difícil para vivir –continuó –el frío es más intenso, cala más hondo y además la tierra de por aquí es árida, difícil de hacer crecer algo, ya de por sí considerando el frío –hizo una pausa, para admirar el paisaje que seguía de la ciudad, una montaña, la cual los habitantes tenían que subir para poder llegar a la ciudad de Palacio –la gente de aquí es trabajadora, noble y paciente. Sabe lo que es el esfuerzo, y es por gente como ésta que tenemos que recuperar el país –decía decidida.
Mientras lo hacía, ya muy cerca de llegar, notó como los pocos habitantes que habían madrugado y se habían levantado temprano, comenzaban a esconderse en cuanto veían a los visitantes.
Fuu no podía explicarse lo que sucedía, ¿realmente había tanto miedo a personas desconocidas desde que Masanori había tomado el país, o era otra la razón? Desde donde los piratas se encontraban, podía verse una estructura de acero, algo así como un monumento, que estaba enclavado en la plaza principal del pueblo. Ahí, en la punta de esa escultura, había una persona. Antes de que Fubuki pudiera distinguir de quién se trataba, la lanza de Osore se puso delante de ella. Los ojos del peliazul pudieron ver a Dirgen sentado en aquel punto, con una sonrisa casi diabólica y con sus garras bien atadas a sus antebrazos, listas para cortar lo primero que pasase por ahí –él es mío. Ustedes deben seguir, no tienen que retrasarse.
–¿Y qué pasa si te derrota? –le dijo Blaze– ¿o si corres peligro? Él es fuerte, no lo he visto, pero tú y Jet lo dijeron así que es mejor que nos quedemos a ayudarte.
–¡Ni hablar! –su grito puso en alerta incluso a su enemigo, quien todavía no bajaba de su puesto– no hay que perder tiempo. Hay que llegar lo más rápido posible al palacio y esto sólo le hará perder tiempo a Fuu-chan. Yo me encargaré de él –afirmó– no creas que voy a morir aquí, no puedo permitírmelo.
Y con esa determinación, fue el primero en bajar completamente al pueblo. Blaze vio que podía hacer realmente poco y dispuso que debían hacer lo que Osore había dicho, siendo la misma Fuu la que más se oponía por lo que Blaze intentó convencerla.
–Sé que quieres salvar a todos pero creo que vinimos aquí para ayudarle a tu pueblo, nosotros somos tus instrumentos, lo importante aquí eres tú y tu país. No sé si me expliqué bien.
–Pero ustedes son mis amigos y…
–Blaze tiene razón –intervino NatsukI– ahora somos como familia y la familia se ayuda entre sí. Yo vine porque quería ayudarte y no me importa lo que me pase, en serio, estamos aquí por ti –la princesa sucumbió ante las palabras de sus amigos y finalmente aceptó.
Osore llegó rápidamente al lugar donde estaba Dirgen. Con su lanza en la mano derecha, volteó a hacia arriba y exigió a su enemigo que bajara de ahí, aunque éste se mostró un poco reacio – ¿tú pelearás conmigo? Por qué no mejor esperas a tus compañeros que vienen detrás, así podrías darme algo de diversión, no como la vez pasada –le dijo aún sin bajar de su lugar.
Blaze y los otros venían corriendo a toda velocidad, y una mirada del médico les indicó que no debían detenerse. Así, el capitán estaba adelante, luego atrás de él Fuu con el velo cubriéndole la mayor parte del rostro y tercera estaba Natsuki, así que la más protegida era la princesa. Dirgen vio al trío y se fijo en los cabellos azules que escapaban un poco al velo de Fuu, así que pensando que se trataba de la reina Yuki, se impulsó desde la torre y preparó sus garras para atacarla. Blaze estaba listo para defenderla, pero antes de eso se interpuso Osore con su lanza –te dije que yo sería tu oponente –y comenzó a atacarlo con fiereza, no para herirlo, sino para mantenerlo ocupado dando tiempo a que sus compañeros pudieran escapar. Cuando esto se completó, Dirgen no parecía demasiado molesto, pues su motivación había cambiado para matar a Osore. El guardia ahora estaba de pie, frente al pirata, afilando sus garras una contra la otra, listo para comenzar su ataque.
Fuu, por su parte, aún tenía el rostro de preocupación mientras seguía corriendo con sus nakamas –¿todavía estás preocupada por él? –le preguntó Blaze refiriéndose a Osore.
–No es por eso –respondió de inmediato– sólo que me habría gustado hablar un poco con la gente del pueblo. Cuando lleguemos a Kavia, ojalá que tengamos oportunidad de platicar con las personas y ver qué es lo que ha estado haciendo Masanori durante este tiempo.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 26 (Jet vs Katsuro):
- Spoiler:
- Las espadas de Jet y Katsuro se separaron finalmente. El pirata sabía de la habilidad de Akuma no Mi que poseía su rival y por ello no podía pelear con libertad. Le era imposible separarse de la reina Yuki, pues si luchaba frente a frente con Katsuro, éste podría teletransportarse hacia donde estaba ella, y Shinta no podría ser una resistencia eficaz.
Jet hacía lo que podía mientras Katsuro aparecía de uno y otro lado. Hasta ese momento, el pirata no tenía ninguna herida, pero esto cambió cuando el villano aumentó la velocidad de sus teletransportaciones y pudo hacer una herida en el pecho, del lado derecho, cerca del hombro. Entonces el rubio se dirigió a dañar a la reina y aunque Shinta estaba listo para protegerla, Jet pudo recuperarse y bloquear al invasor.
Katsuro lució sorprendido, aunque al mismo tiempo reía divertido –¿te crees un salvador de los inocentes o algo así? –preguntó casi burlón– si desde aquí puedo ver que no eres más que un asesino, que tus manos se han manchado de sangre una y otra vez. De hecho eres un desalmado que seguramente busca venganza, busca la masacre para calmar tu mente, ¿y ahora te la quieres dar de buena gente frente a tus “amigos”? Ellos deberían saber que no eres un héroe, sino simplemente un espadachín que asesina personas.
Jet no se inmutó demasiado ante las palabras de su rival y sólo se limitó a mirar a Yuki y a Shinta de reojo para ver si estaban bien. No iba a responder a Katsuro, no le hallaba sentido a ello. Sin embargo, la reina fue la que tomó palabra antes de que el combate continuara.
–Niño… –se refirió a Katsuro –tú crees que en nuestra mente todo es color de rosa y no sabemos de muerte y sufrimiento, ¿verdad? Nosotros sabemos, y mejor que tú, que este mundo está lleno de infortunios y que sangre brota por todos los agujeros de la tierra y las corrientes del mar. He visto cosas que tú no tienes ni la menor idea, así que no intentes hacernos ver de una u otra manera a alguien. Jet es un espadachín, un guerrero que mata personas, pero está de nuestro lado y eso es lo único que nos importa en este momento, ¡¿quién diablos eres tú para juzgar?! –sonrió ella luego con algo de soberbia– si no eres más que un traidor, que incluso obedece a un traidor aún más grande que él mismo.
El rubio vio de reojo a la monarca y un instante después desapareció sin dejar rastro. En una situación tan peligrosa, Jet no podía dejar a Yuki al cargo total de Shinta y entonces tenía que mantenerse cerca de ambos para protegerlos. No terminaba de pensar en ello cuando su hombro izquierdo fue herido por una espada; de no ser por sus reflejos rápidos, probablemente habría perdido el brazo, pero aunque era un corte algo profundo, no supondría una herida mortal o tan grave como pudo haber sido.
La niebla era más espesa y no podía saber de dónde aparecería Katsuro quien de pronto sonreía, pero era más para despistar a su enemigo el cual se vio de nuevo herido. Esta vez no fue un corte, pues pudo bloquear la espada del rubio, pero éste aprovechó para golpear sus costillas del lado derecho con el lado sin filo de la espada. Aun así, Jet no cayó y sólo retrocedió un instante, empuñando su Kangaishii para proteger a Yuki y a Shinta.
Sin embargo, el pirata no aguantaría demasiado tiempo y repeliendo por muy poco tres siguientes ataques, cayó con una rodilla en el suelo y respirando con dificultad; además de la herida en el hombro izquierdo y el golpe en las costillas, Jet tenía un rasguño en el cuello del que brotaba algo de sangre y otra herida más cerca de la cadera, aunque ésta última no era de consideración. Su vista empezaba a nublarse y se sentía débil y desorientado, nada que no le hubiera pasado con anterioridad, pero jamás ante un rival con tanta fuerza y una habilidad tan difícil de contrarrestar –“si me viera, seguro me regañaría por dejar que mi vida termine apenas unos días después de que ella me la volvió a dar” –pensaba el espadachín en Ayaka y en ese momento supo que no podía rendirse. La rubia se encontraba en una situación más difícil que él, en medio de los miembros del Ouka Shichibukai, la flota pirata más fuerte del mundo y toda la potencia de los cuarteles generales de la Marina, él no podía quejarse y, además, deseaba volver a verla, por lo que además de que ella debía salir con vida de aquel infierno, él tenía que seguir adelante.
–Yo no puedo perder aquí –dijo mientras se incorporaba. Sentía muy poco su brazo izquierdo, era como si se le estuviera congelando, pero seguramente era a causa de la herida. Tenía dolores en el torso, pero su brazo derecho, cuya mano apretaba con fuerza su katana, así como sus piernas, estaban en buenas condiciones, además estaba recuperando una óptima visión.
Katsuro quiso atacarlo antes de que se recuperara por completo, pero el pirata bloqueó la espada de su rival con la suya e intentó patearlo, pero éste desapareció para ir en contra de Shinta y la reina; sin embargo, Jet intuyó las intenciones del rubio y volvió a interceptarlo para evitar que cumpliera su objetivo, con lo que Katsuro desapareció de nuevo. Jet caminó unos pasos, alejándose un poco de Yuki y Shinta, tratando de adivinar dónde se escondía el rubio. El pirata entonces adoptó una posición distinta, separó más sus piernas y flexionó un poco la derecha, estirando la izquierda, levantó su brazo derecho, flexionando su codo, haciendo que la espada, aún apuntando hacia el frente, tuviera la empuñadura a la altura de su rostro, muy cerca de éste, mientras que, con un gran esfuerzo, levantaba su brazo izquierdo hasta que sus dedos estaban cerca de tocar la punta de la hoja de su katana, como si esa mano fuese la mira de un arma de fuego.
Yuki y Shinta lo veían, apenas exhalando, nerviosos, pues el ruido se había ido por completo de ese lugar. Jet giraba un poco, como si fuese a disparar su espada sin decidirse la dirección. El pequeño tirador pirata notó los ojos de su nakama como nunca él los había visto, ésos eran los ojos de un asesino.
Como un latigazo, Jet giró hacia una dirección muy cercana a sus compañeros y se lanzó con su mano derecha al frente. Shinta no se dio cuenta de lo que sucedía hasta que la espada de Jet chocó con la katana de Katsuro, partiéndola en el acto y luego perforando el cuerpo del rubio hasta empalarlo en un árbol cercano. El pirata se acercó a su enemigo indefenso, sostenido en el tronco de la conífera sólo por la espada que le cruzaba el torso casi al centro de éste, un poco orientado hacia su derecha, evitando el corazón, pero perforando el pulmón inevitablemente. Jet tomó la empuñadura de su Kangaishii y luego la retiró, para recibir un pequeño baño de sangre de su rival en el rostro y parte del cuello; Katsuro cayó lentamente en el suelo, sentado, apoyado en el árbol, todavía vivo.
El rubio sabía que estaba derrotado así que volteó a ver a la reina Yuki y le habló –tal vez preferiría no ir al palacio –le dijo, sonriendo un poco– se va a llevar una sorpresa muy desagradable –ella no se inmutó, estaba claro que le importaba bastante poco lo que el rubio pudiera decir– no diga que no se lo advertí –habló ya con dificultad, entrecerrando sus ojos– si usted va, yo me estaré riendo desde donde me encuentre –y fue lo último que dijo. Le dedicó una mirada a Jet, ésta era de pena por verse derrotado, pero no odiaba a su rival, simplemente se habían puesto en el lado contrario y tampoco le parecía mal morir de esa forma. Segundos después, cerró los ojos, y murió.
La reina Yuki se acercó a Jet y sacó un pañuelo para limpiarle el rostro. Mientras tanto, Shinta veía con horror la expresión de su nakama, con el espeso líquido rojo goteando por su barbilla y orejas, sus ojos entreabiertos que todavía denotaban la excitación -buena o mala- de haber matado a alguien, las manos, la izquierda temblorosa pero la derecha firme, aún con su espada en las manos. Sólo la casi divina imagen de la reina, vestida de blanco y con gesto preocupado, aligeraba tal escena. El tirador tenía miedo de su propio compañero.
Cuando terminó de limpiarle el rostro, Yuki atendió como pudo la herida del hombro a Jet. De inmediato el espadachín, sugirió seguir, aunque antes, como pudo, enterró a Katsuro, aunque fuera con la incesante nieve, que de cualquier manera, nunca deja de caer en tal país.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 27 (Osore vs Dirgen):
- Spoiler:
- De esa forma, el trío siguió, aunque Shinta se retrasaba un poco y Yuki instó a todos a detenerse un momento. A Jet le vino bien, aunque no compartió la idea de perder más tiempo. En tanto, ella se separó un poco del espadachín y habló con Shinta –¿te ha dado miedo la pelea? –adivinó y aunque el preadolescente intentó esconder su temor, le fue imposible ante la reina– eres todavía un niño –le dijo y Shinta no pudo responder airadamente como lo hacía cada vez que le llamaban de esa forma– ésta es la forma en que se vive en estos tiempos, al menos si has decidido salir al mar. Si sigues adelante, verás cosas aún peores, te lo aseguro, pero no dejes que esto te moleste, seguramente estas experiencias te harán más fuerte. No quiero decir que la muerte esté bien, ni algo así, pero piénsalo de esta forma –le tomó de los hombros– esa sangre que viste, pudo haber sido tuya o mía.
Jet llamó a Yuki y a Shinta para seguir andando y así lo hicieron. El trío siguió su viaje rumbo al palacio, pero si el pequeño tirador creía que su nakama no se había dado cuenta de nada, estaba equivocado. El espadachín estaba perfectamente al tanto de lo que el tirador había estado pensando –lo siento –le dijo Jet de pronto, mientras caminaba a su lado– no habría querido que vieras eso, pero no podía evitarse. Yo he cruzado la línea, ya desde hace mucho, pero lo ideal sería que nadie la cruzara y aunque sea en el mar y seas pirata, ojalá que nunca tengas que cruzarla –Shinta vio que los ojos del espadachín habían vuelto a la normalidad, era el tranquilo Jet de siempre, ése cuya mirada parecía estar viendo a cualquier otro lado menos el lugar donde se encontraba, ojos ausentes, pero pesados, fuertes.
–Gracias Jet –le sonrió el tirador antes de pedir que apresuraran el paso.
Osore era el que en ese momento tenía problemas. Si bien sabía que Dirgen era fuerte, pues ya lo había enfrentado una vez, pensó que en esta ocasión podría ser un poco diferente, pero el guardia no dejaba de atacar con sus garras y el pirata podía sólo defenderse, y no del todo bien, pues su chaqueta tenía algunos rasguños, sin que éstos llegaran a la piel todavía.
Mientras seguía resistiendo los embates de su rival, por un momento pensó que tal vez sería suficiente con detenerlo algún tiempo, ya sin importar si perdía. Estaba comenzando a pensar que tal vez Dirgen era demasiado fuerte para él, y justo en ese instante, una de las garras del guardia le atravesó por completo el muslo derecho. El peliazul, con gesto de dolor, alcanzó a saltar hacia atrás, para luego tomarse la herida –“parece que éste será mi fin de veras” –pensó y justo intentaba idear una nueva estrategia ya no para ganar, sino para retener el mayor tiempo posible a su enemigo; sin embargo, volteó un momento a su derecha y alcanzó a ver una ventana, cuyas cortinas estaban un poco abiertas, dejando ver a una mujer, que apartaba a una niña de ahí, para evitar que alguien la viera –“una madre…” –y de pronto, una imagen llegó a su mente. Era una mujer hermosa, de largos cabellos negros, ojos grandes, figura delgada y con una tierna sonrisa –“¡Mamá!” –pensó e inmediatamente después se incorporó –no sé por qué pensé en morir –se dijo a sí mismo –no puedo morir aquí, no todavía –Dirgen siguió atacando, pero se dio cuenta de que los movimientos del pirata habían cambiado, más rápidos y precisos que antes.
–“También hago esto por Fuu-chan” –pensaba mientras lanzaba un par de ataques infructuosos hacia su rival –“Jet, Fuu-chan y los otros me han aceptado, como parte de una familia y tengo responsabilidad con ellos”.
El peliazul se alejó un poco del guardia y tomó su lanza con ambas manos por encima de la cabeza. Con sus brazos bien estirados, comenzó a hacerla girar y, de pronto, la hizo desaparecer, más que nada porque él salió disparado hacia su rival y lo atacó cuerpo a cuerpo. Osore evitó una de las garras de Dirgen, pero la otra dio en el blanco, o algo así. La garra izquierda del guardia había sido detenida, pero en el brazo derecho del pirata. Afortunadamente para él, sólo una cuchilla había traspasado la carne de su extremidad.
Osore estiró su brazo izquierdo y la lanza cayó desde el cielo. La tomó y aprovechó la sorpresa de Dirgen para dirigir su arma hacia la mano izquierda de éste, chocar con las garras de ese perfil, y con un movimiento, destrozar tres de ellas y doblar una más. Luego, al momento de retirar su brazo de la cuchilla que le estaba hiriendo, logró doblarla, aunque fuera un poco. Por supuesto, ya no podría utilizar esa extremidad para luchar.
–Así que eso fue –sonrió Dirgen, a pesar de observar su garra de la mano derecha totalmente inservible– has sacrificado un brazo para dejarme sin una de mis garras. Fui ingenuo en dejar ir a los demás, con ellos pude haber visto algo más de sangre –y el guardia lanzó una patada que dio en las costillas del pirata, quien todavía seguía lastimado del encuentro anterior entre ambos.
Pero a pesar del dolor, el rostro de Osore no cambió. Sus ojos recios, no veían a Dirgen, sino que miraban su victoria, el futuro. De su brazo derecho chorreaba una buena cantidad de sangre, así que se ayudó con el izquierdo para levantarse, pues el golpe lo había dejado casi de rodillas. A su izquierda vio que comenzaba el empedrado del camino que rodeaba la plaza principal –“eso servirá” –pensó.
–Si crees que has visto todo de mí, quiero decirte que estás equivocado –la mirada del peliazul no llegaba hasta Dirgen, puesto que su cabello le caía al frente y no podía usar su mano derecha para acomodarlo; la izquierda estaba ocupada con la lanza. El guardia no respondió y se limitó a ver lo que su enemigo estaba preparando. Además se liberó de lo que quedaba de sus garras del lado derecho, pues ya, en lugar de servirle, le estorbaban.
Osore dirigió su arma hacia las piedras del suelo, eligió la más lisa de éstas y raspó la cuchilla de la lanza contra ella. De inmediato, la chispa encendió un fuego en su punta, un fuego amarillo que no estaba funcionando de casualidad y con el que el pirata veía su victoria.
–Has matado a mucha gente antes –le dijo Dirgen mientras que sonreía, encontrando el fuego fascinante –eso puedo adivinarlo por la forma en la que esa flama tiene vida.
Osore no esperó y atacó de inmediato a su rival, más rápido y más preciso cada vez. Fueron varios, tres o cuatro los cortes que el pirata logró en el guardia, quien se retorcía de rodillas en el suelo –he lastimado a muchos, pero matado a muy pocos, puedo asegurarlo. –le respondió el peliazul mientras preparaba el próximo ataque. Dirgen no podía creer que el combate hubiera cambiado tanto en tan poco tiempo. Ahora su rival era más rápido y fuerte de lo que parecía antes, y, gracias al fuego, le era difícil ver la punta del arma de la lanza. Además sólo podía atacar efectivamente desde un perfil, debido a las garras rotas de su mano derecha. Dirgen estaba impotente, sus ojos, perdidos en otro lugar, seguramente en sus pensamientos, eran como una oscura laguna; el guardia sabía que el fin de la pelea se acercaba.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando sus reflejos obligaron a su cuerpo a moverse, pues la lanza fue a tratar de encontrar su cuerpo nuevamente. Aun y que los ataques de Osore eran sólo con su brazo izquierdo, tenían mayor fuerza y velocidad que antes, y alcanzaron a herirlo de forma leve en su abdomen. Poco a poco los ataques fueron mermando al guardia, hasta que lo hicieron caer de rodillas, casi indefenso.
Dirgen, con rostro furioso, producto de la impotencia que le provocaba estar a merced de su rival, estaba rendido, con sus largos brazos arrastrándose por el suelo y su gabardina hecha pedazos –¡ustedes no ganarán! –afirmó– este país ya es nuestro, Masanori los destruirá a todos.
Osore lo miró con desdén y luego utilizó la parte posterior de su lanza para golpear en la cabeza al guardia y dejarlo así sin sentido. No sintió deseos de hacerle mayor daño, ya había ganado y así, ayudado a la causa de Fuu y de toda la tripulación -y el país. El médico miró a su rival mientras que algunas personas comenzaban a salir de sus casas tras haber visto el resultado de la pelea –no subestimes a mis amigos –le dijo Osore a pesar de que ya Dirgen no estaba escuchando– aunque los conozco poco, he podido ver su determinación, y estoy seguro de que triunfaremos.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 28 (Las fiestas de Kavia):
- Spoiler:
- Los pobladores de Dyrak empezaban a acercarse a un Osore que revisaba sus propias heridas. Había logrado detener la hemorragia de su brazo, pero aún así, estaba bastante lastimado. Sentado en el suelo, el peliazul vio a las personas cercanas a él y no supo cómo reaccionar. Esperaba que simplemente lo dejaran en paz, que pasaran de largo; sin embargo, no fue así, el temor de Dirgen había sido derrotado y ahora eran, por lo menos en ese momento, libres. Así una niña acompañada de su madre, la misma que Osore había visto anteriormente, le ofreció un jarro con agua. Con un poco de duda, el pirata estiró las manos y recibió el obsequio.
–¿Tú ayudaste a Yuki-sama? –le preguntó la pequeña y el pirata asintió
–Entonces –intervino la madre– ¿tú estás del lado de Yuki-sama y el gobierno legítimo? Si es así, entonces... ¡somos libres! –exclamó ella y los demás pobladores comenzaron a reaccionar de la misma forma. La sonrisa brotaba en cada uno de ellos y la celebración no demoró en comenzar. Por supuesto, Osore tenía que curar primero sus heridas y en cuanto completó esta labor, lo primero que hizo fue buscar a las chicas jóvenes del pueblo. Entre lo hacía, le sorprendió ver la felicidad que la derrota de Dirgen había provocado y supo entonces, que había hecho una buena acción.
Blaze, Fuu y Natsuki seguían en el camino que llevaba hacia Kavia. Éste no dejaba a de subir desde que habían dejado Dyrak hacía ya algunas horas, era empedrado, aunque la nieve lo hacía resbaladizo. Ya el manto blanco cubría al bosque que tenía el trío a sus costados; ya no estaban en el desierto glacial. Natsuki no dejaba de temblar a pesar de tener puesta su chaqueta y la de Osore, no estaba acostumbrada al frío, a diferencia de Fuu quien caminaba sin inmutarse. Tampoco Blaze daba muestras de estar afectado por el clima y eso le llamó la atención a la princesa, quien imaginó que el capitán tal vez había vivido en un lugar similar.
–No es así –le dijo él– es por mi fruta. El frío no le hace mucho daño al acero, supongo –dijo sin darle demasiada importancia, algo más le preocupaba– ¿aún falta mucho para ese pueblo?
–Creo que más o menos una hora –respondió ella al esperar la subida de Blaze quien ayudaba a Natsuki. Fuu se detuvo en la cima de una pequeña colina, lugar que mostraba que las montañas eran un obstáculo que no superaban todavía. Detrás de esas elevaciones, se encontraba Kavia, ya casi a la misma altura que la ciudad Palacio. Fuu, ahora sí, instó a sus compañeros a apresurarse, su mayor preocupación eran las condiciones en las que se encontraba ese pueblo, uno de los más importantes del reino.
De esa forma, no demoraron demasiado en acercarse a la cima de las montañas cercanas y desde ahí, se podían ver a lo lejos unas cuantas luces. Fuu no pudo evitar sonreír al ver que, al parecer, Kavia podría tener mejor situación que Dyrak, por lo que se apresuró más, esperanzada –Kavia siempre ha sido un pueblo muy divertido. Cada año ahí se celebra el carnaval de nuestro reino. Las fiestas duran un mes entero y llegan personas de toda la isla a divertirse, la mayoría de ellas se disfrazan y hay baile y felicidad durante todo ese tiempo –la princesa parecía transportarse a los años felices de su tierra– mi mamá la pasaba muy bien durante esas fechas, a mí me gustaba mucho venir, sólo a mi hermana Yuki no le gustaban tanto, era por su carácter –relataba.
Y mientras Fubuki seguía relatando los detalles de aquellas fiestas, el trío arribo a las afueras del pueblo. Unas antorchas indicaban algunos de los caminos por entre las casas. Había mucha luz, a diferencia de en Dyrak, y el frío, aunque parecía igual por la nevada, realmente era un poco menos. Fuu recordó dónde estaba la casa del líder del pueblo, aquel que estaba en contacto con el gobierno de toda la isla en ciudad Palacio y se dirigió corriendo hacia allí, seguida de Blaze y Natsuki. Tocó la puerta con prisa y en repetidas ocasiones, hasta que un hombre delgado, alto, y sin cabello, con un bigote a medio rasurar abrió la puerta. El hombre talló sus ojos, sin poder creer a quién veía.
–Fubuki-sama –le dijo, sin hincarse ante ella, pues sabía que eso no le gustaba a la princesa– ¡ha vuelto! Pero… su madre…
–Ella está bien señor Osamu, también está aquí, y se dirige a Ciudad Palacio, pero por otra ruta –le dijo ella– nosotros vamos hacia allá, pero me da gusto que al menos Kavia se encuentre bien.
Osamu se quedó serio, mirando con tristeza a la jovencita –ni usted ni su madre querrán ir al Palacio.
–¿Por qué? –preguntó ella. El hombre respondió, con lujo de detalle, la razón. Fuu no podía creer lo dicho por Osamu, a pesar de que éste se lo repetía constantemente. En ese instante, una persona se acercaba al grupo. Los piratas pudieron saberlo ya que sus pasos hacían ruido al pisar la nieve. Era Ran, otra de las guardias de Masanori, ataviada con un abrigo largo, de color café y unas botas del mismo color con tonalidad más clara. También usaba una gorra blanca que dejaba salir dos enormes trenzas de cabello verde y brillante.
–Son peligrosos señor Osamu –le dijo ella – es mejor que se aleje de ellos.
–Ella –respondió, señalando a Fuu– es la princesa de este reino, nuestra querida princesa Fubuki.
Ran la miró entonces sorprendida. Ella no había conocido ni a la reina Yuki ni a Fubuki, por lo que no sabía qué esperar de ellas. La gente del pueblo, sobre todo los líderes, parecían respetarla y no lucía como si fuese por miedo, sino porque realmente la apreciaban.
–Éste ya no es un reino como solía ser. Ella no es una autoridad aquí y creo que corremos peligro si dejamos que se quede.
–¿A qué te refieres con peligro? –preguntó Fubuki enfadada– yo jamás le haría daño a la gente de la isla.
–No me refiero a ti –respondió Ran sin levantar la voz– si Masanori se da cuenta de que has estado aquí, o si vas al palacio partiendo de este lugar, él tomará represalias contra lo pobladores de Kavia.
A pesar de que no estaba de acuerdo con la forma de pensar de Ran, Fuu se dio cuenta de que la chica apreciaba de forma verdadera a los lugareños y que, aparentemente, no tenía mal corazón; sin embargo, no iba a quedarse cruzada de brazos.
–Si realmente te importa la gente de aquí, debes dejar que lleguemos al palacio, para derrotar a Masanori y…
–¡Ustedes no pueden derrotarlo! –la interrumpió– sólo lo enfadarán más y todo el reino sufrirá por eso –dijo con un poco de tristeza.
–Quieras o no, iremos, y debemos llegar antes que mi madre, sobre todo por lo que acabo de enterarme –se adelantó la princesa y tanto Blaze como Natsuki, la siguieron.
–¡Pues no puedo permitirlo! –se adelantó ella y les cerró el paso– y si tengo que detenerlos por la fuerza, lo haré –dijo, y pronto el suelo empezó a temblar, para salir de él una raíz de árbol, gruesa, dura, que se movió como si estuviera viva y derribó a Natsuki, aunque ésta pudo levantarse sin mucho dolor– si entran en el bosque, para ir al palacio, no tendrán oportunidad contra mí, así que sugiero que mejor regresen por donde vinieron.
–Eres amable por permitirnos escapar, pero tenemos pensado llegar al palacio, sin importar lo que suceda –le dijo Fuu.
–Sí. Nos arriesgaremos –apuntó Blaze quien fue el primero que salió de la población internándose en el bosque, esto mientras que Fubuki prometía a Osamu y al resto de pobladores que llegarían al palacio y acabarían con el reinado de Masanori.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 29 (La Princesa y las bestias):
- Spoiler:
- Las trenzas de Ran se contoneaban mientras corría para dar alcance a Blaze hasta cerrarle el paso, cosa que el pirata no trató de evitar –es la última vez que lo digo, y sólo soy condescendiente porque los pobladores parecen quererle mucho a ella –dijo señalando a Fuu– pero si dan un paso más, el bosque les hará no desear haber venido –ella estaba ya entre los árboles, lejos de las viviendas y cuando Blaze hizo caso omiso a su advertencia, los mismos árboles comenzaron a moverse y entre las ramas de dos de ellos, lo apresaron –comí la fruta Mori Mori, puedo manipular el bosque.
Blaze hizo que sus brazos tomaran la forma de cuchillas, pero ni así pudo liberarse de las fuertes ramas de los enormes árboles que ahora parecían haber cobrado vida. Natsuki no estaba dispuesta a dejar que su capitán fuera derrotado tan fácilmente y creció lo más que pudo, pero aún así, varios de los árboles más grandes sujetaron con fuerza a la navegante, quien luchaba para llegar hacia donde estaba su enemiga.
–Perdónenme amigos, les aseguro que esto no durará mucho –dijo Ran, pero no se refería a los piratas, sino era como si estuviera hablando con los árboles– sé que esto les duele, pero si los dejo pasar, Masanori es capaz de acabar con ustedes también.
Fuu no perdió tiempo y lanzó un par de esferas pequeñas, las cuales estallaron, liberando un gas que afectó principalmente a Ran, pues cayeron muy cerca de donde estaba ella. Esto hizo que perdiera la concentración, y los árboles dejaron de tener fuerza, por lo que Blaze y Natsuki pudieron liberarse. La navegante representaba el mayor riesgo para Ran, quien pudo recuperarse rápido y la apresó de nuevo, esta vez con más fuerza y la lanzó lo más lejos posible, derribando muchas coníferas en esa acción, haciendo que Ran se disculpara de nuevo con el bosque. Blaze lo aprovechó para golpear a la chica, aunque ésta pudo defenderse un poco, los ataques la hirieron en el vientre, el cual se tomaba al levantarse.
–No me gusta golpear mujeres, pero no me dejas otra opción.
–¡A un lado, Blaze! –le gritó Fubuki, alertándolo de una multitud de raíces que estaban saliendo del sulo y que lo golpearon de pies a cabeza.
–¡No voy a perder! –Ran se dolía pero utilizaba todo el poder de su fruta para ganar el combate, a pesar de que ello significara herir a una gran cantidad de árboles.
–No me dejas otra alternativa –dijo Fuu, quien había sido alcanzada por algunas raíces, pero no de forma tan directa como Blaze. La princesa sacó otra esfera, ésta mucho más grande que las anteriores, pero no la lanzó contra Ran, sino contra la parte del bosque que la rodeaba. Al estallar, liberó una explosión fría que dejó congelados muchos de los árboles cercanos. Ni siquiera la peliverde podía ya manipularlos, pues parecía que estaban muertos.
–Vaya, si podías hacer eso desde el principio, nos habríamos evitado mucho tiempo –le dijo un dolorido Blaze.
–Tal vez –respondió Fuu– pero habría preferido no hacer daño al bosque, ni matar a tantos árboles –dijo con tristeza, lo que fue notado por Ran, quien sólo agachó la cabeza y se hincó en el suelo, sintiéndose derrotada, mayormente porque ella tampoco quería hacerle daño al bosque, y sabía además que Blaze y Fuu la vencerían tarde o temprano. La princesa se acercó a ella y la abrazó.
–Puedo ver que no eres de mal corazón, no dejes que tu miedo por Masanori te ciegue. Podemos vencerlo –le aseguró– Blaze, Jet, mis amigos, han hecho cosas que yo creía imposibles. Sé que podemos lograr esto, y si tú nos ayudas, será más sencillo –le pidió con sinceridad. Blaze también se acercó y le extendió la mano para ayudarle a levantarse. Ella aceptó y sonrió tímida– ayúdanos a reconstruir este país –le pidió nuevamente Fuu.
–Iré con ustedes –aceptó finalmente ella– de cualquier forma, ya no hay vuelta atrás –dijo y luego señaló hacia su izquierda– su amiga está por allá. Yo debo volver a Kavia a decirles a los pobladores lo que sucede, deben estar preocupados, pero regresaré en unos minutos.
Tal y como se los había indicado Ran, Blaze y Fuu encontraron a Natsuki en tal dirección. La navegante se levantaba pesadamente, aunque cuando vio a sus amigos, lo hizo con más velocidad. La chica escuchó lo que había pasado y las energías le volvieron, aunque pronto recordó que hacía bastante fío y se abrazó de Fubuki para tratar de calentarse. Cuando los tres volvieron al lugar de la pelea, Ran ya estaba ahí esperándoles y los cuatro partieron con destino a Palacio. Fuu preguntó a Ran si lo que Osamu le había contado era verdad y la peliverde asintió, preocupando y entristeciendo a la princesa quien pidió a sus compañeros apresurarse.
Jet, Shinta y la reina Yuki seguían caminando por el bosque hasta que el espadachín les detuvo. Les hizo guardar el mayor de los silencios por un momento y luego señaló a lo lejos, detrás de una pequeña alameda, unas figuras blancas que se confundían con la nieve, avanzaban por aquel lugar.
–Son Osos Blancos –dijo Yuki– es extraño, no deberían estar aquí, no es su lugar natural en la isla.
–¿Son peligrosos? –preguntó Jet.
–Son bestias mortales, pero usualmente no atacan sin razón. De cualquier forma, debemos tener cuidado. Realmente –miró ella a Jet– no me gustaría que tuvieras que hacerle daño a alguno de ellos.
También el otro grupo se había topado con estos animales. Pero la situación era más grave, pues los habían percibido ya estando muy cerca de ellos. Era un par de osos que no estaban para nada contentos con la presencia de humanos cerca de ellos. Blancos, del color de la nieve, con garras del tamaño de un torso humano y colmillos que sobresalían de su hocico, eran animales temibles.
Las enormes bestias estaban furiosas, mostrando sus dientes, con ojos brillantes que centelleaban en color azul. Uno de ellos, el menos grande, rascaba la nieve como si afilara sus uñas, mientras que el otro miraba uno por uno a los piratas acompañados por Ran. Blaze estaba haciendo una cuchilla en su mano derecha, pero Fuu lo detuvo de inmediato.
–Pero, ¿qué les han hecho? –dijo, como si hablara con los osos– ¿acaso ustedes también han sufrido por todo lo que ha pasado? Después de todo es originalmente su tierra, su hogar y los han echado de ahí, por eso han bajado tanto, ¿verdad?
Ran intervino, aunque insegura por lo que Fuu había dicho hacía unos segundos –Masanori mandó que se eliminaran a todos los Osos Blancos. Yo fui una de las enviadas; sin embargo, no los matamos, sino que los expulsamos de donde vivían– Fuu soltó unas lágrimas en cada ojo, las cuales limpió con las mangas de su abrigo.
–Les fallamos, también a ellos, porque son parte también de esta tierra y nuestra responsabilidad, igual que la gente.
–¿Igual que la gente? –preguntaba Jet a la reina Yuki.
–Precisamente. De hecho, esta especie está en la isla primero que los humanos y por derecho les pertenece. Después de habitar esta tierra y organizarla, es nuestro deber proteger a la gente y a todo ser viviente que viva en el reino. Son seres feroces, pero sólo cuando se sienten amenazados. Son protectores de su territorio, pero los humanos pueden caminar por ahí si no tienen malas intenciones; sólo una persona en el reino podía acercarse realmente a ellos.
–¿Usted, por ser la reina? –preguntó Shinta– ¿La reconocían como la reina?
–No, ellos no reconocen títulos de esa clase –sonrió la monarca– reconocen los corazones y la bondad que habita en ellos, por eso la única que siempre pudo acercarse a ellos, fue Fuu.
La princesa se arrodilló frente a ellos, mientras tres mas se asomaban algo cerca al lugar, uno parecía un cachorro y los dos restantes adultos. Fubuki les había pedido a sus nakamas no hacer nada y dejarla –por favor, perdónenos –les dijo a los animales, que seguían expectantes, pero mostrando signos de enfado– mi familia y yo debimos haberlos protegido, igual que a toda esta gente. Pero les prometo –dijo levantando la cabeza– que arreglaremos esto y ustedes podrán regresar a donde pertenecen, sólo confíen en mí, como antes, por favor –las dos bestias se acercaron a Fuu, mientras Blaze estaba a punto de hacer algo pues los hocicos de los animales estaban casi pegados al rostro de la princesa, pero entonces fue cuando uno de ellos lamió la mejilla de la peliazul. Ella se incorporó un poco y abrazó del cuello al oso– ¡sabía que no me habían olvidado! –el otro oso se acercó y también recibió un abrazo de la princesa. Luego de que ella se levantó, los animales fueron junto a los otros que habían llegado y se retiraron, perdiéndose entre los árboles.
Ran quedó totalmente azorada. Durante el tiempo que llevaba en ese lugar, jamás vio a uno de esos animales, ni cerca de comportarse de esa forma. Ella siempre los había conocido como bestias temibles, con los que nadie debía cruzarse si querían salir con vida, pero una aparentemente débil muchacha había “razonado” con ellos y a la chica, le recordó de inmediato algo que, hacía un año, le había sucedido.
Explorando las regiones del Norte junto a Dirgen, se encontró con una pequeñísima aldea, la cual, estaba formada por humildes casas de madera, un número limitado de ellas apenas ocupaban un pequeño claro del bosque, entre algunos pies de montaña. Cuando los dos guardias estaban por tocar una de las puertas de esas cabañas, un anciano salió de otra de ellas y llamó su atención. Dirgen afiló sus garras, pero la joven lo detuvo, no era el momento apropiado de derramar sangre.
El anciano, llamado Gorou, tampoco quería problemas. Eran pocos los visitantes que había por esos lares. Ran suponía que era una aldea olvidada aun por las anteriores reinas de Yuki, pero Gorou le aclaró que no era así. Ellos eran descendientes de los primeros pobladores de esa isla, y su tribu había vivido ahí desde siempre. A pesar de que toda la isla era gobernada por la familia real Yuki, toda esa región era como una reservación, donde se les permitía vivir sin rendir ningún tributo a la reina, pero tampoco recibían los probables beneficios que el gobierno pudiera darles.
Ran pensó que ellos eran una especie de rebeldes y que estarían de acuerdo con el nuevo gobierno de Masanori, pero no era así –nosotros sólo respetamos a la naturaleza –le dijo el viejo– las personas no respetan al cielo, al viento, al fuego, a la luz, al agua, a la nieve, a las montañas, ni tampoco a los seres vivientes que tienen tantos o más derechos en esta tierra que ellos. Un gobernante –siguió– no sólo debe respetar, como hace la reina Yuki, sino que debe ser uno solo con la naturaleza, para así entenderla. Sólo cuando eso suceda, nosotros seremos parte de este pueblo.
Dirgen, en su carácter impaciente, tuvo la idea de matar a los aldeanos, pero Ran se lo prohibió. A pesar de lo fuerte del guardia, él sabía que no debía hacer enfadar a la joven, y menos cuando se encontraban en el exterior.
El corazón de Ran palpitaba rápido al ver a Fuu ser tratada así por los animales. Tal vez era su Fruta del Diablo, pero el tiempo que llevaba viviendo en esa isla donde la naturaleza era la que retaba a la población y la que dictaba las condiciones, lo había disfrutado mucho, tanto, que empezaba a querer ese lugar, casi a amarlo. Con sus ojos húmedos miró a la peliazul y sus mejillas se sonrojaron aún más, pero ya no por el frío –¡eres tú! –le dijo sorprendiendo a todos– tú eres la princesa de este lugar –afirmó, antes de arrodillarse, como venerando a Fubuki. La misma peliazul se quedó pasmada, observando que las largas trenzas del cabello de Ran, se arrastraban por el suelo mientras su rostro veía totalmente hacia abajo.
La princesa se agachó para quedar al mismo nivel de Ran. Jamás entendió el por qué las personas debían arrodillarse ante ella, a pesar de su nobleza. Tocó el hombro de la joven, quien alzó el rostro para verla a los ojos y con su mano, la invitó a levantarse –no es momento de esto –rió– bueno, creo que nunca es momento para estas cosas. A lo que me refiero es que debemos llegar cuanto antes al palacio, al menos antes que mi madre.
kaizoku ou-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Joder Kai, que constancia. Yo quiero escribir un drama, pero cuando tengo ganas no tengo tiempo, y viceversa. Voy atrasado con tu historia, pero me pondré al día pronto, espero. Y te iré comentando los capis, porque la historia es buena y graciosa, y porque qué menos xD A ver si así se me pegan tus ganas y me decido a escribir yo también.
Marty McFly-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 30 (Yuki):
- Spoiler:
- Lo ideal era ir rápido, para salir del bosque y enfilarse hacia el palacio. Pero precisamente quien más lento iba, era Ran, la cual sufría los estragos de la pelea, sobre todo por los golpes de Blaze. La joven, al subir por una pequeña colina, se detuvo y descansó, poniendo una de sus rodillas en el suelo –lo siento princesa –dijo mientras tomaba aliento– ustedes pueden seguir sin mí, yo no quiero que se retrase por mi culpa cuando su madre está en serio peligro.
Blaze regresó por donde él ya había andado y se puso frente a la joven, con rostro serio y casi enfadado –no digas tonterías –se agachó y la tomó con sus brazos mientras una sorprendida Ran se tornaba aún más roja en sus mejillas y esta vez no era por el frío– ella no está en peligro, Jet está ahí y la protegerá con su vida –el capitán no olvidaba que su espadachín ya había ofrecido una vez su existencia por ellos, y no dudaba que volvería a hacerlo. A pesar de que al inicio, confiaba en él, ahora ya no había por qué pensar en otra cosa tras su sacrificio del que, por suerte, había salido finalmente ileso.
El sol de la mañana reflejaba las paredes de piedra del palacio. Usualmente cubierto de nieve, esta vez no era la excepción, aunque la nevada había disminuido casi totalmente y el astro rey se asomaba en el cielo, al menos por unos minutos. Su sombra cubría una buena parte de lo que, dos años antes, solía ser la ciudad Palacio. Ésta ahora estaba deshabitada, y no sólo era un pueblo fantasma, sino que la gran mayoría de las viviendas estaban totalmente destruidas. El tamaño de la ciudad ya no era ni siquiera la mitad de lo que llegó a ser. La reina Yuki tuvo que soportar para no llorar ante tal panorama y para ello, mejor fijó su vista en el castillo.
El Palacio del Reino de Yuki, tenía en total cinco torres, una en cada extremo de las paredes, y otra más en el centro, la cual era la más alta y tenía una estrella blanca, brillante, hecha de cristal, en la punta. Había muchas ventanas en las paredes, pero se veía que, por dentro, estaban tapadas de algún modo y sólo las de las torres, que eran dos por cada una, estaban abiertas. Por su lado oriente, un río, congelado en su superficie, rodeaba el castillo, mientras que por la cara poniente, un espeso bosque, también de conífera, servía de una especie de defensa. Al frente, había un prado, donde no demasiado lejos, unos 200 metros adelante, comenzaban algunas viviendas que todavía estaban en pie, justo donde Jet y Shinta aguardaban ser guiados por la monarca. Finalmente, atrás, se extendía una planicie, totalmente nevada, y así se veía hasta donde comenzaban las montañas del Norte.
A la entrada del palacio, había dos guardias, mientras que por encima de la puerta de entrada, la cual era muy alta, de hierro y dividida en dos, se encontraba otro más. Yuki frunció el ceño, más que nada porque, cuando ella era quien daba las órdenes en ese lugar, tal puerta no existía. Anteriormente usaban una de madera, la cual no era tan grande ni se veía tan poco amigable como la de ahora.
–Lo primero será encargarnos de esos guardias –intervino Jet– tendrás que hacerlo tú, ¿podrás? –se dirigió a Shinta, quien ya preparaba su par de revólveres. El chiquillo asintió y sacó unas balas distintas a las que ya tenía.
–Éstas las hizo Fuu –sonrió mientras miraba a la reina y mostraba los proyectiles parecidos a unos dardos– no dañarán a los guardias, pero se quedarán noqueados un buen rato.
El preadolescente fijó bien sus dos armas y luego de unos segundos, las disparó, para, de inmediato, hacer rotar su revólver derecho con su dedo medio y disparar nuevamente. Los dos guardias de la puerta cayeron, seguidos un instante después por el restante de arriba. Jet hizo esperar cerca de dos minutos a Shinta y a la reina, por si más guardias aparecían para hacerles frente. Tras ese tiempo, el espadachín se adelantó y e hizo un gesto para que sus dos acompañantes les siguieran. Él avanzaba sigilosamente con su mano izquierda sobre su espada que estaba guardada en su vaina, su dedo pulgar estaba listo para empujar el arma desde su guarnición para cualquier eventualidad. Los pasos de los tres parecían uno solo, pues todos caminaban a la par, cada quien cubriendo un ángulo con su vista, temiendo que algún enemigo pudiera encontrarlos.
Pero cuando Jet, quien iba al frente, puso un pie en el piso del palacio, Shinta y Yuki entraron desesperados en él –tranquilos –les ordenó el espadachín, un poco enfadado. Pronto se aseguraron que no había nadie en la entrada, pero la reina se quedó viendo una pared que estaba a la izquierda.
–Antes aquí había un pasillo antes –dijo ella, luego volteando al otro lado, donde sí existía un pasadizo ancho, con altas paredes cubiertas por la nieve– ¿qué le ha pasado al palacio? –preguntó Yuki sin esperar respuesta– ¿dónde ha quedado el color, las pinturas, el tapiz? –ella sentía como si aquellos muros, fuera una representación de lo que Masanori le había hecho al pueblo– es como si hubiera borrado todo, ahora no es frío, sino helado, sin vida.
Jet le hizo saber que había que apresurarse y los tres se fueron de ahí, para buscar algún lugar donde pudiera estar la princesa Yuki. Originalmente el palacio no tenía alguna mazmorra o celda, pero si se habían hecho algunos cambios, éstos podían incluir un lugar como ése.
Tal vez pasaron diez minutos, cuando Blaze dirigía su grupo a la entrada del palacio. A diferencia de Jet, el capitán fue mucho más descuidado y no le importó mucho si había guardias o no, además de que Fuu no pudo detenerlo. La princesa advirtió al par de guardias en el suelo y se dio cuenta de que su madre había ya pasado por ahí, ya que eso no podía ser obra más que de los proyectiles que había creado para las armas de Shinta. Fubuki entonces fue la que entró rápidamente al palacio, pero a diferencia de lo que había pasado con su madre, ellos tuvieron que ir hacia la izquierda, pues ahora el camino que estaba bloqueado era el de la derecha.
Ese lado era mucho más frío que el derecho. A Fuu le pareció muy extraño no ver ningún guardia dentro y se preguntó rápidamente cuál había sido el destino de esos hombres que antes defendían el palacio. El grupo corrió por unos segundos, sintiendo cada vez más frío, hasta que Ran, quien ya andaba por su propio pie, se detuvo súbitamente. Ella conocía esa sensación, ese aire helado que no era normal –Blaze-kun, detente, vamos directo hacia él –pero cuando lo dijo era tarde. En el primer cruce de pasillos, el capitán pirata vio a un hombre recargado en uno de los muros, como si estuviera esperando algo, o a alguien. Era un hombre alto, con ropa no demasiado gruesa, a excepción de una capa de piel, aparentemente de oso, que también tenía una capucha la cual le cubría la cabeza momentáneamente. Su rostro se alcanzaba a ver, y no era demasiado mayor, se veía como un hombre galante, no como un villano.
Fuu lo veía con unos ojos llorosos, pero no de tristeza o alegría, sino de furia. Blaze puso especial atención, pues nunca vio a la chica tan enfadada. Finalmente, el hombre se retiró de la pared y se volteó hacia ellos para hablar.
–Así que sí era tu madre la que entró hace un rato –rió, con una voz que sonaba dulce y tétrica a la vez– por un momento pensé que podrías ser tú, ella se mantiene en buena forma, pero ha sido bueno que haya ido hacia aquel lado. Así podré hacer lo que debí haber hecho hace dos años –miró fijamente a Fuu– enterrarte en la nieve.
La reina Yuki, junto a Jet y Shinta, habían recorrido apenas unos pasillos, pero al final de uno de éstos, ella no pudo evitar paralizarse al ver a la persona que estaba esperándola. Jet no sabía se quién se trataba, pero en cuanto habló, se dio cuenta y la odió al instante.
–Dos años te ha tomado regresar, madre –le dijo una joven, delgada, no muy alta, con cabello rubio muy claro, lacio y largo, y que llevaba puesto un hermoso vestido de corte real.
–Yuki... ¿qué es lo que estás haciendo? –preguntó titubeante la reina al ver que la joven, su hija, le apuntaba con un revólver.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Leído hasta el 10, y con ganas de más. Katsuro no se porqué, me parece tan sádico xD Y me gusta el ataque de Jet, muy ingenioso ^^
Marty McFly-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 31 (Todos le temen al frío):
- Spoiler:
- Jet ya estaba listo para atacar a la rubia, pero ésta se dio cuenta rápidamente –no creas que soy una novata con esto. En cuanto te muevas le disparo –dijo– además, no creo que mi madre te permita hacerle daño a su hija –y Yuki, la reina, comprendió todo en ese instante. Supo por qué el Reverie y el Gobierno Mundial nunca habían hecho algo en contra de su golpe de estado. Porque nunca hubo tal, la familia seguía en el trono, su hija la había suplantado y ningún problema se había dado entonces. Sólo había una duda en su mente, y aunque tenía mucho miedo de la respuesta, se atrevió a preguntar.
–Yuki, dime –habló con la voz quebradiza, pero aún lúcida– esto fue un resultado de aquel ataque o tú planeaste todo desde el principio –la monarca sabía que si era la segunda opción, significaba que su hija no sólo era la culpable de la muerte de su propio padre, sino que había querido matarla a ella también.
–Masanori lo planeó, pero yo sabía de todo –las últimas palabras fueron un golpe terrible para la madre, quien se derrumbó de rodillas y ni siquiera pudo llorar– nos amamos madre, y no podíamos esperar tanto para ser reyes. Además mi padre me habría impedido casarme con mi querido Masanori, pues lo desterró. Ahora soy libre para amarlo y tú no me lo vas a impedir –afirmó y apuntó directo al rostro de su madre. Jet se iba a arriesgar y ya que la reina no podía decir palabra alguna, decidió atacar, pero se detuvo al ver que dos esferas, unidas a una cuerda, aparecieron para atarle los brazos al cuerpo a la delgada rubia, haciendo que el arma ahora apuntara hacia el suelo.
–Ni siquiera lo pienses hermana, si es que todavía puedo llamarte así –apareció, desde el lado derecho, por otro pasillo, Fubuki liderando a Natsuki y Ran. La princesa Yuki vio sus ataduras y las reconoció entonces como una de las invenciones de su hermana. Fuu inmediatamente fue con su madre mientras Jet se encargó de custodiar a la otra princesa.
Fuu nunca había visto así a su madre. Ni siquiera en aquellos momentos del golpe de estado. Los ojos de la reina Yuki estaban perdidos en algún lugar lejano de sus pensamientos y se asemejaban a unos agujeros negros, incapaces de responder al llamado de su hija menor, quien tuvo que abofetearla, no demasiado fuerte, sólo lo suficiente. Fuu vio cómo su madre reaccionó lentamente, volteándole a ver mientras estaba derribada en el suelo y luego giró su cabeza para mirar a su otra hija. Finalmente, pudo llorar, y era verdaderamente de tristeza, aún no podía creer que la carne de su carne, hubiera sido capaz de hacer todo ese mal.
Fuu entonces fue a medirse cara a cara con su hermana. La miró a los ojos, que eran muy parecidos a los de ella misma y, sin poder evitarlo, le golpeó el rostro con la parte posterior de la mano, haciendo que de la boca de Yuki surgiera un hilo de sangre –¿cómo te atreviste? –le dijo al fin– y ni siquiera sabes lo que es peor, porque no sólo has casi destruido este país, y... –tuvo problemas para decirlo, teniendo que sollozar y derramar algunas lágrimas al mismo tiempo– por tu culpa, papá... ¡está muerto! ¡tú lo mataste! –la tomó Fuu del cuello del vestido, con deseos de golpearla hasta el cansancio, pero incapaz al saber que era su hermana.
–Y mira a mi madre ahora –la señaló– ella creyó que estabas muerta, sufrió de la manera más horrible al pensar que te había pasado lo peor y... –ya no pudo seguir, pues el llanto era más escandaloso y además Jet la atrajo con su brazo al pecho.
–Es suficiente, vas a hacerte daño –le dijo el espadachín.
–Qué bien que ya terminaste –habló la princesa Yuki– has de saber que desde hace dos años estaba al pendiente de todo lo que podía pasar. Entonces me importó, y dudé en hacer todo esto, pero Masanori me convenció, me abrió los ojos. Los dejé atrás a todos ustedes, por lo que no me importa mucho.”
“No sé cómo evitaron a mi querido Masanori, pero él vendrá, los matará pronto a todos ustedes, podremos vivir en paz, los dos juntos –aseguró riendo y luego miró fijamente a Ran– a ti te espera algo peor por traidora –pero cuando terminaba de hablar, recibió otra bofetada, mucho más fuerte que la que Fuu le había dado antes, pues ésta la hizo caer. Era su madre, quien finalmente se había levantado.
–No hables de traición, niña estúpida –le dijo, ya habiendo recuperado el semblante normal, aunque con las lágrimas todavía sin secar. La diferencia era el grado de enfado que demostraban los ojos, que fácilmente competían con los de un animal salvaje que se siente amenazado; furiosa, implacable, la mirada de la reina Yuki daba miedo en verdad– tu querido Masanori no es más que una rata traicionera, y si no me equivoco, pronto será derrotado por el chico de acero, ¿verdad? –miró a su hija Fuu, quien le asintió con la cabeza. La hermana mayor estaba por replicar pero su madre no lo permitió –no te he dado permiso de hablar.
Blaze había utilizado su acero para evitar que sus compañeras fueran atacadas por el frío de Masanori; a éste no le importó demasiado. Lo que tenía que hacer era acabar rápidamente con el pirata que tenía frente a él y luego liquidar a los demás, no sería demasiado difícil, pensaba. El poder de Masanori era sencillo, pero mortal en ese lugar, pues podía hacer el ambiente tan frío casi como el cero absoluto, aunque nunca llegaba a temperaturas tales pues él mismo podía ser víctima de su habilidad.
Ran ya había explicado a Blaze sobre las habilidades de Masanori y el pirata preparó un plan en el camino. Desde antes de comenzar el combate, Blaze había cubierto sus brazos de acero y seguía haciéndolo hacia los hombros, con el fin de cubrir todo el cuerpo. Masanori intuyó la idea y se prestó a atacarlo con una espada larga que llevaba consigo, pero Blaze era mucho más hábil que él y mientras lo evitaba, seguía cubriendo su cuerpo, para evitar que su piel sufriera los efectos del frío extremo. Después de todo, era un hombre de acero, o al menos con las propiedades del mismo.
–Debes saber que el acero no le teme al frío –sonrió Blaze mientras ya la mitad de su cara estaba tras una “mascara” de su elemento– tal vez al calor extremo, pero no al frío.
–Todos temen al frío –respondió Masanori– no hay nada que sobreviva a temperaturas de más de cien grados centígrados bajo cero, ni siquiera tú –presumió y alzó sus brazos. Blaze notó de inmediato que el descenso de temperatura era dramático.
–Pues entonces veremos quién es el que resiste más –dijo Blaze y mientras se cubría ya totalmente de acero su rostro y cuerpo, de su mano salían varias pequeñas, pero afiladas ruedas con las que pronto atacó a su rival. Masanori utilizó su gruesa espada para bloquear los proyectiles, los cuales parecían más lentos al llegar hacia él, que cuando salieron de las manos del pirata. Luego de otro intento, los ojos de Blaze denotaban que sufría por comprender qué era lo que sucedía, y esto lo notó su enemigo.
–Si crees que el frío es tan simple como el bajar la temperatura, no tienes ni idea de mi poder –cuando Masanori dijo esto, Blaze se dio cuenta de que tenía problemas para moverse. No es que estuviera paralizado, pero ahora era, aunque fuera un poco, más lento. Y si aún podía moverse, era por su armadura de acero, que sí lo había protegido. De cualquier forma, el frío seguía bajando y sus movimientos eran cada vez más complicados. Llegó un momento en que Blaze simplemente no pudo moverse, a pesar de haber cubierto por completo su cuerpo, incluidos ojos, orejas y nariz. En lo que parecía un recurso desesperado, el pirata también había creado una base sólida que cubría ambas piernas, ya no cada una por separado.
–Te lo explicaré –dijo Masanori quien guardó su espada y arrogantemente caminó hacia él, ya sintiéndose ganador– que yo haga que el ambiente se ponga más frío, no es cuestión de humedad, aire, presión o alguna de esas cosas climatológicas –llegó Masanori al frente de la estatua y le tomó el hombro– es porque hago que las células se detengan a mi alrededor, que aminoren sus movimientos, y así se crea el frío. Aunque no creo que lo entiendas, si es que me sigues escuchando. Si no has muerto por el frío, seguro lo has hecho por asfixia, ¿eh? –golpeó con un dedo la cabeza de la estatua que cubría el pirata y luego puso la palma de su mano derecha sobre la frente de su rival– cuando estoy lejos, el frío que aplico me puede dañar a mí también, pero no así el que provoco tocando a alguien más.
Masanori comenzó a enfriar a Blaze hasta llegar a una temperatura cercana al cero absoluto. A sabiendas que ni siquiera el acero es fuerte en esas condiciones, el rey espurio de la isla sacó de nuevo su espada y con un golpe destrozó la cabeza de la estatua. Cerró los ojos, suspirando, ya pensando en lo que iba a hacer cuando viera a la reina Yuki y a los demás piratas, pero cuando volvió a mirar a su rival, notó algo extraño. No había ningún rastro de sangre. Cierto era que el líquido vital debía estar congelado, pero algo debía verse. Con su arma entonces hurgó dentro del metal hasta descubrir que estaba vacío. No había ningún cuerpo ahí adentro, y al mirar con más atención, se dio cuenta de que en el suelo había un agujero por el que seguramente el pirata había salido.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 32 (Blaze vs Masanori):
- Spoiler:
- El rey comenzó a buscar con la mirada si es que el pirata estaba por ahí, no podría haberse escabullido muy lejos. Masanori había perdido su temple soberbio y tranquilo, y ahora estaba furioso, con sus ojos casi desorbitados por la ira. Iba a decir algo cuando una columna se le vino encima. No se asustó, simplemente estiró su brazo y congeló el objeto para hacerlo pedazos.
–No esperaba menos –apareció Blaze frente a él, sonriendo– tampoco me iba a esconder, no es mi estilo, pero sí tenía que escapar de algún modo. De todas formas –afirmó el pirata mientras preparaba algunos proyectiles de acero emanados de sus manos– ¡ya sé cómo derrotarte!
Lanzó sus proyectiles, que eran pequeñas estacas y al momento de bajarles la temperatura y congelarlos cuando éstos llegaron a sus manos, ya tenía frente a él a Blaze. El pirata era más rápido de lo que pensaba y recibió un duro golpe que lo estrelló contra la pared del otro lado. El puño duro de Blaze le había roto algunos dientes a Masanori, pero lejos de dolerse, se incorporó e intentó atacar con su espada pero eso no era dañino para el capitán pirata quien paró el golpe sólo con su brazo izquierdo.
–Me di cuenta de que no puedes enfriar dos cosas a la vez –le dijo Blaze– o es el ambiente, o es algo que tú tocas, y tampoco puedes hacerlo tan rápido, porque te dañarías a ti mismo –sonrió al tiempo que preparaba su puño nuevamente– te falta mucho entrenamiento con tu fruta –afirmó y lanzó pocos proyectiles con su mano izquierda para atacar con su derecha. Masanori no podía con ambas cosas, pero trató de resistir unas pequeñas estrellas de metal para congelar a Blaze, quien ya estaba preparado, con su antebrazo derecho totalmente cubierto en acero.
El siguiente golpe hizo que Masanori destruyera una pared con su cuerpo. El rey quedó recargado en otro muro grueso que gracias a dos golpes más de Blaze, se destruyó. Era la que daba hacia el exterior, pero había cerca de quince metros desde donde Masanori estaba por caer hasta el suelo, y todavía unos dos metros más hasta el pozo de agua que rodeaba al palacio. Blaze intentó darle la mano a su rival para evitar que cayera, pero dudó por un momento, debido a que sería la oportunidad de que lo congelara. Esto produjo que Masanori cayera inevitablemente al tiempo que el pirata se recriminaba a sí mismo. El rey se encontraba de espaldas, en las rocas, desangrándose.
No pasaron más de dos minutos hasta que se escuchó que alguien se acercaba. Blaze no se inmutó, sabía que se trataba de su amigo y primero a bordo Jet. El espadachín escuchó lo sucedido y luego se asomó por la abertura del muro –¿seguro que está muerto? Tal vez todavía se puede hacer algo.
–No, está muerto –afirmó Blaze– no era muy fuerte, al menos no físicamente, me he enfrentado a rivales más duros –dijo sin demostrar mucho entusiasmo. El capitán pidió entonces que Jet lo llevara con los demás. La batalla había terminado, el país volvía a ser libre y, a pesar de todo, no era un clima de felicidad.
La princesa Yuki quedó en estado de shock al saber a Masanori muerto. Ya no tenía nada, había dejado todo atrás por ese hombre y ahora ya no estaba. Su madre estaba profundamente herida, de forma irreparable debido a lo hecho por su hija, pero no podía evitar sentirse triste por ella. Aun así, debía encerrarla, pero todavía no tenía su mente clara, así que por lo pronto, la dejó atada mientras veía que la mayoría de los guardias que había en el palacio, aunque no eran muchos en número, ya estaban cuando ella no había sido despojada del trono.
–Cobardes... –les dijo– pero me alegro que al menos algunos hayan quedado vivos –suspiró. Ellos aceptaron el pequeño regaño y se inclinaron para venerar a la verdadera reina de su país.
Ran llevó a Blaze y a Jet por el camino hasta Dyrak, donde irían a buscar a Osore. A pesar de que estaban preocupados, el espadachín tenía el presentimiento de que el médico había salido bien librado. Y así era, de hecho, cuando unas horas después, ya cerca del anochecer, llegaron al pueblo, el médico se encontraba celebrando. Los piratas buscaron a su compañero y al no encontrarlo, comenzaron a preguntar. Así llegaron hasta una casa que estaba a oscuras. Estaba por tocar la puerta, cuando ésta se abrió, dejando salir a un Osore despeinado, con su camisa abierta, dentro de la casa, se despedían de él un par de chicas jóvenes.
–Nosotros que venimos a buscarlos y él ligando... –suspiró Jet, quien de cualquier forma se alegró de la situación.
–La gente quería agradecerme por derrotar a Dirgen y ya con la fiesta, los agradecimientos se volvieron mejores y mejores –rió el peliazul– y seguro serán mejores si les digo que ustedes han derrotado a Masanori.
–No más diversión para ti, por hoy. Debemos volver al palacio, que las chicas, a pesar de lo poco que te conocen, están preocupadas por ti.
–Siendo así, no puedo hacerlas esperar –dijo mientras se abrochaba la camisa y se fajaba, y antes de que los pobladores se dieran cuenta, los tres piratas acompañados por Ran se escabulleron para regresar a ciudad Palacio y pasar el resto de la noche allá, si es que no les tomaba la totalidad de ésta llegar.
Precisamente en el Palacio, Fuu invitaba a Natsuki a tomar un baño y pronto la reina Yuki se unió a ellas. Ésta última se colocó detrás de su hija y empezó a frotarle la espalda. Natsuki vio con un poco de envidia la escena y recordó a su madre por un momento. También advirtió que, al igual que en el rostro y facciones, en el cuerpo Fubuki era muy parecida a su progenitora, tenían una complexión muy similar –son como dos gotas de agua –dijo sonriendo y la reina le correspondió haciendo lo mismo.
Sin embargo Fubuki no sonreía. Pero no era solamente por pensar en su hermana, quien finalmente había sido encerrada, y en todo lo que había sucedido, sino también porque estaba llegando la hora de que sus amigos se fueran de la isla y ella no sabía qué hacer. No sabía si deseaba más quedarse o irse, y aunque su madre lo noto, no le dijo nada por el momento.
Los guardias que fueron leales a Yuki, comandados por Daisuke, arribaban al Palacio tras su guardia en la costa y un recorrido por pueblos por donde los piratas no habían pasado. Un momento antes, la reina Yuki había salido de los baños, dejando ahí a Fuu y a Natsuki. Las noticias de la derrota de Masanori, según ellos relataban, se habían propagado muy rápido y prácticamente toda la nación lo sabía. El guardia, a diferencia de casi todo el tiempo, tenía un rostro sonriente, feliz.
–Es muy pronto para estar contento, Daisuke –casi le reprendió la reina al tiempo que se acomodaba un abrigo– la reconstrucción del país debe comenzar desde mañana y seguro que demorará mucho, hay mucho trabajo por hacer y mucho tiempo antes de poder sonreír de esa forma.
Mientras tanto, en el baño, Natsuki se percataba del estado de ánimo de su amiga y se dispuso a preguntar la causa de tal, y a pesar de que la princesa negó cualquier problema, la navegante insistió –no seré muy lista, pero sé que te pasa algo –le dijo y Fubuki guardó silencio por unos minutos.
–Lo que sucede –al fin habló– es que ha llegado el momento de que ustedes y yo nos separemos.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Pobre, pobre Shinta. Pobre. Lo que tiene que estar pasando estando con las dos buenas razones de Natsuki xD
Y lo del espadachín ha sido bueno, realmente creí que había muerto
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 33 (Tras la batalla):
- Spoiler:
- Apenas unas horas después de lo sucedido en Marineford, en donde la marina había logrado matar a Shirohige y a su comandante Portgas D. Ace, soldados y oficiales tenían más que repleta la sala de heridos. Aunque las primeras camas tenían una separación de una cortina entre una y otra, poco a poco, entre más lesionados llegaban se hacía más difícil que realmente hubiera algo de privacidad, sobre todo donde se encontraban los reclutas y soldados de rango bajo. Al fondo del pabellón, se encontraban unas camas algo más separadas, no tenían ninguna vista con el resto del lugar, era donde estaban los oficiales heridos.
Ahí, Ayaka abría sus ojos con pesadez tras quedar desmayada algún tiempo atrás. Pero no fue hasta el final de la batalla cuando su cuerpo se rindió. La rubia pudo ver todo lo acontecido, incluso la aparición de Kurohige, las últimas palabras de Shirohige y la actuación central del Sombrero de Paja. Miró hacia un lado y advirtió que estaba amaneciendo, luego miró hacia el otro y vio que alguien tenía recostada su cabeza en la cama –Hanako –dijo sin medir su voz. Esto hizo que su recluta despertara y levantara su cabeza con algo de pereza. La jovencita se dio cuenta de que Ayaka había despertado y se lanzó a abrazarla.
–¿Capitana Ayaka, pensé lo peor! – le dijo llorando.
La rubia iba a responder de su forma autoritaria, pero decidió que no era momento para ello –¿cómo crees eso? Si sólo han sido unas heridas leves –le dijo la capitana. Efectivamente, sólo el brazo izquierdo y su cabeza estaban vendadas. Había caído tras uno de los últimos ataques de Kurohige, ya éste poseyendo el poder de la fruta Gura Gura y con ello había quedado inconsciente –no pasará mucho tiempo antes de que me recupere –le aseguró acariciándole la cabeza.
–De hecho –acomodó Ayaka su cabello– es momento de salir de aquí, es suficiente de estar acostada –la capitana se levantó y buscó su chaqueta, que tenía un poco de sangre. En ese momento se dio cuenta de que también tenía una herida en su torso, no muy grande. No sabía en qué momento se la habían hecho, pero no le importó demasiado.
–Tiene que descansar, no hay nada qué hacer, la guerra terminó –le insistió Hanako, jalándola un poco, intentado que su superior se recostara de nuevo.
–No es como si mis deberes terminaran sólo porque la guerra acabó –le dijo la rubia, liberándose del brazo de su recluta y abotonándose su elegante blusa– hay muchas cosas qué hacer, de hecho, mientras más pronto regresemos al East Blue, mejor. Habiendo tantos heridos, la marina necesitará los mayores oficiales disponibles –afirmó mientras ya caminaba por el pabellón, buscando la salida.
A Hanako no le sorprendía esa actitud de su superiora, pero no dejaba de enfadarla –esto es… ¡tan usted! –le gritó, atrayendo la atención de los que estaban por ahí, tanto por la voz, como por el sonido de la espada de Ayaka que la recluta dejó caer –nunca puede descansar, nunca puede ver por usted misma.
–Es parte de ser marine –respondió, apenas volteando un poco, lo suficiente como para levantar ella misma su florete y atarlo a su cintura. Siguió caminando, hasta que fue detenida por alguien más, cerca de la salida.
–Escucha a tu recluta de vez en cuando, Ayaka-chan, es mejor descansar para muchos de nosotros –el vicealmirante Garp entraba al pabellón, buscando a alguien con la mirada. Su rostro no era igual que de costumbre. Su sonrisa era diferente, se veía triste y Ayaka sabía el por qué, pues conocía de la relación entre Portgas D. Ace y Monkey D. Garp.
–No es necesario, Garp-san, yo me siento bien.
–Tonterías –respondió él riendo escandalosamente– lo mejor es que te tomes un buen descanso de más de un mes. No quiero que a una marine como tú le suceda algo malo por trabajar de más, ustedes son la nueva generación, aunque algunos tienen mucho qué aprender –rió de nuevo, esta vez al encontrar finalmente a Koby y a Helmeppo, los cuales todavía estaban dormidos.
–Lo pensaré, si usted lo dice, Garp-san
–No lo pensarás, es una orden, capitana Ayaka, todavía soy vicealmirante –le dijo él, aunque esas últimas palabras le parecieron por demás extrañas.
–Está bien –finalmente aceptó con una tímida sonrisa– tal vez he sido demasiado gruñona –vio con ternura a Hanako, casi como un gesto de agradecimiento por haberla cuidado. Así, se despidió de Garp y, con su recluta atrás de ella salió del pabellón para buscar camino a través del totalmente destruido Marine Ford– antes debo ir a notificar a mis superiores –le dijo, aunque luego se detuvo un momento– ¿nadie más vino a verme mientras estaba dormida?
–Nadie más, y menos el contra almirante Kazuhiko, él no iría a ver ni a su madre –respondió Hanako con un evidente tono de enfado.
–Sólo pregunté si alguien más había venido –alzó la voz la rubia– además nunca me referí a ese idiota con la pregunta –mintió, y Hanako estaba segura de ello.
Ya era muy de noche en el Palacio de Yuki. Las penumbras se apoderaban por completo de la mayor parte de la construcción y el silencio no era menor al de un cementerio, excepto por un pasillo, donde algunos pasos estropeaban ese estado. Como de costumbre sucedía, Jet no estaba dormido a pesar de la hora. Tras el regreso desde Dyrak, sólo había descansado un poco, pero no era muy aficionado a dormir y sólo trataba de encontrar alguna ventana para mirar hacia fuera. De pronto escuchó unos pasos, pero no se alteró, pues supuso que era de alguno de sus compañeros, no de su capitán por supuesto. Finalmente, cuando la luz de la luna iluminó la figura, se dio cuenta de que se trataba de Natsuki.
–¿Qué sucede? –preguntó al advertir que la navegante tenía un rostro triste– ¿no puedes dormir?
–Fuu… ella no va a seguir con nosotros –dijo sollozando y luego se abrazó de Jet–se va a quedar aquí.
El espadachín ya intuía esa situación. Al haber encontrado a su madre y recuperar el trono del reino, era el deber de la princesa permanecer ahí –debemos comprenderla, ella prefiere quedarse aquí a seguir con un grupo de piratas…
–¡No es verdad! –la voz de Natsuki resonó varias veces en las paredes del palacio– ella quiere seguir con nosotros, pero no se atreve –afirmaba la navegante mientras arrugaba la camiseta del espadachín con sus manos– yo no quiero que nuestra familia se separe, no ahora.
A pesar de que el deseo de Natsuki era en cierta forma egoísta, Jet lo comprendió bastante bien. Él mismo había experimentado un cambio desde que la tripulación se había formado y tampoco deseaba que Fubuki se separara de ellos, a pesar de que comprendía que debía de hacerlo.
–Ella tiene la decisión, no podemos hacer nada más –le dijo finalmente– lo mejor es que vayas a dormir, pasaremos algunas noches aquí todavía, según me dijo Blaze –ella asintió frotándose los ojos para secar las lágrimas y se retiró. El espadachín la imitó, aunque no tenía sueño, pero decidió al menos descansar un poco.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 34 (Plática entre Reina y espadachín):
- Spoiler:
- A la mañana siguiente, Jet se apresuró para ir con la reina Yuki, pues su mente estaba muy al pendiente de un asunto especial. Al llegar con ella, preguntó si el periódico llegaba a la isla y la respuesta fue afirmativa, seguramente los guardias de la entrada ya habrían recibido algún ejemplar, aunque ella no era de leer mucho ese tipo de noticias. Antes de que Jet se dirigiera a la entrada del palacio, la monarca lo detuvo.
–Quisiera hablar con tu capitán o contigo a solas, me gustaría que fuera en la noche y viendo cómo es el chico de acero, me parece que será más adecuado que tú vayas –le dijo– te espero en mi habitación, alrededor de las diez de la noche, ¿sabes dónde está? –él respondió afirmativamente y aunque quiso saber sobre qué se trataba tal plática, ella no quiso revelárselo.
Así, el espadachín fue hacia la entrada y, efectivamente, los dos guardias ya tenían el diario en sus manos. Antes, el pirata vio el desolador paisaje del valle en el que antes se encontraba la ciudad de Palacio. Según sabía, desde ese mismo día, comenzarían los trabajos para reconstruirla. Pidió que le prestaran el periódico y cuando lo tuvo en sus manos, no fue necesario que buscara demasiado, pues toda la primera plana era acerca de la batalla entre los Cuarteles Generales de Marina y el gran pirata Shirohige. Desesperadamente, Jet quiso encontrar algún indicio que le dijera el estado de Ayaka, pero eso era imposible, siendo que ella era sólo una capitana. Dejó de lado los detalles de las apariciones de Monkey D. Luffy, Marshall D. Teach o las últimas palabras de Edward Newgate, lo cual fue notado hasta que el diario llegó a las manos de Blaze, quien, emocionado precisamente por esa última parte, leyó una y otra vez la casi mágica frase: “¡El One Piece existe!”
Durante el día, los piratas, junto con Ran y la misma reina Yuki, ayudaron en el inicio de las labores de reconstrucción de la ciudad Palacio. Las personas que antes solían vivir allí, al menos la mayoría, se hicieron presentes para apoyar también y recuperar su hogar anterior, original. Tras un largo día de trabajo, los piratas, liderados por su capitán, se fueron a dormir, pasarían tres noches más en ese lugar. Por supuesto, Jet no fue a dormir, sino a encontrarse con la reina Yuki, tal y como ella se lo había pedido.
Llegó a la puerta de la habitación real y tocó sin hacer mucho escándalo. A pesar de que no se le abrió de inmediato, el espadachín esperó pacientemente, pues su agudo oído escuchaba pasos dentro de la pieza. Finalmente, cerca de un minuto después, la reina Yuki abrió e invitó a entrar al pirata. Ataviada con una bata larga y gruesa, y su cabello atado, la mujer dedicó una tenue sonrisa a su invitado, a quien pidió ponerse cómodo.
–No sé si lo imagines –dijo sentándose en la cama, mientras que él había preferido un sillón– pero quería hablar sobre Fubuki. Tu capitán es algo flojo para estar a estas horas despierto, pero tú pareces tener mucha influencia sobre él y sobre los demás miembros de la banda también. De cualquier forma, ¿qué piensan sobre Fuu? –preguntó. A pesar de que Jet demoró unos instantes en contestar, nunca dudó de la respuesta.
–Es más que nuestra amiga. Como siempre dice Natsuki, es parte de nuestra familia.
Yuki sonrió con sinceridad, contenta de que su hija hubiera conseguido esa clase de amigos, pero luego volvió a un rostro más serio –ella quiere irse con ustedes –dijo– no es que me lo haya confesado, pero lo sé. Fuu siente un gran amor por esta tierra y por su pueblo, pero también tiene sangre pirata corriendo por sus venas, y no deja de tener veinte años apenas, las aventuras la llaman. Ese amor por nuestra isla y el compromiso que siente que tiene conmigo y con el pueblo, no dejan que exprese su deseo por partir junto a ustedes.
–¿Y usted qué piensa? –la interrumpió Jet.
–Fácil, su deber como princesa es quedarse aquí, conmigo –respondió ella– sin embargo –acotó, haciendo que Jet cobrara especial atención por lo que ella iba a decir a continuación– el viaje puede hacerle mucho bien. La experiencia que adquirirá en el mar, nunca podrá tenerla si vive siempre en este lugar. Con lo que ha pasado, Fubuki será la próxima reina de esta isla. Ya es sabia, a pesar de su corta edad, pero le falta vivir mucho todavía.
–Entonces –intervino él– ¿la dejará ir?
–Sólo con dos condiciones –señaló– la primera es que prometas que no le pasará nada y que ustedes la protegerán con su vida, tal y como lo han hecho hace dos noches.
–¿Y la segunda? –preguntó Jet y puso especial atención en la posible respuesta.
–La segunda es muy sencilla –sonrió ampliamente– con que pases una noche conmigo, será suficiente – y al escuchar esto, los ojos de Jet se abrieron grandes, como muy poca gente los había visto– ¡es una broma, una broma! –rió ella escandalosamente– ¡por Dios, chico, debiste haber visto tu cara, tu expresión, eres el sueño de un timador! –seguía riendo la reina.
El pirata ahora sí estaba avergonzado, incluso se había puesto rojo de su rostro, pero tomó fuerzas para seguir con la plática –la segunda condición, ¿existe? –preguntó tratando de tomar compostura.
–Así es –respondió ella, ya habiendo desahogado su risa– la segunda condición es que sea ella quien me lo pida. Si ella no lo desea con tal convicción que se atreva a pedírmelo, no valdrá la pena que vaya con ustedes. Por supuesto, ella no debe saber que esta conversación tuvo lugar, por supuesto.
–Sí, sobre todo por la falsa segunda condición –dijo Jet enfadado, mientras la reina volvía a reír alegremente.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 35 (Adiós a Yuki):
- Spoiler:
- De esa forma, pasaron tres noches más, y a la mañana de ese día, era entonces el día pactado para que los Piratas de Blaze partieran para seguir su viaje. El Log estaba cargado y no había ya ningún impedimento para salir al mar, aunque la banda lucía sumamente triste, sobre todo Natsuki, pues Fuu se preparaba para despedirlos. La princesa no había tenido el valor para pedir ir con ellos y también tenía un semblante triste.
Ya estaban en la costa, justo donde habían llegado. Los guardias del reino, comandados por Daisuke, saludaban con honor a los piratas, mientras que la reina les entregaba alguna ropa y comida para el viaje. Ahí también, junto a la reina Yuki, estaba Ran, atenta a la salida de los piratas, especialmente de Blaze. Uno a uno, finalmente se despidieron de Fuu, siendo la última Natsuki. A pesar de que habían acordado no presionar a la princesa para que partiera con ellos, la navegante no pudo resistir.
–¡Ven con nosotros! –la abrazó sollozando– ¡¿qué voy a hacer sin mi hermana mayor?! ¿Quién nos va a hacer esos desayunos? –preguntó mirándola a los ojos– ¿quién me va a peinar y cepillar el cabello? ¿A quién voy a contar mis cosas?
–Lo siento, yo... no puedo Natsuki, perdóname –le dijo la peliazul conteniendo sus lágrimas. Jet se apresuró para tomar a Natsuki y subir al barco con ella. El tablón fue subido a la cubierta y la fragata desplegó sus velas, lista para zarpar. Fubuki sentía que su corazón se encogía conforme el viento empujaba las enormes telas. El ancla fue levantada por Blaze y el Steeler empezó a avanzar. Ése fue el detonante en la princesa.
–Esp... ¡Esperen! –gritó al fin la princesa y luego volteó a ver a su madre, armándose de valor– yo... ¡yo quiero ir con ellos!
La reina se tragó una sonrisa que estuvo a punto de esbozar, para poner más a prueba a su hija –¿de qué hablas?, Tu deber es con tu isla y conmigo, debes ayudarme a reconstruir el país.
–Yo sé, lo sé, pero... –se la acababan sus argumentos hasta que miró a sus nakamas y se le ocurrió algo– debo devolverle el favor a Blaze –dijo sonriente– él, y todos, tienen sus objetivos. Yo ya cumplí el mío, pero mi deber, como pago por haber salvado a nuestro pueblo, es ayudarles con el suyo.
–Ingeniosa, como siempre –le sonrió su madre– ¡oye, chico de acero! –gritó, agitando su brazo derecho– ¡detén el barco, que te has dejado una tripulante aquí!
De inmediato, del Steeler se vio salir volando el ancla que detuvo rápidamente la marcha del barco. Mientras Jet y Osore recogían las velas, Natsuki saltó del navío, haciéndose más grande para poder caminar por la bahía y mientras corría en dirección a la costa se hacía más pequeña hasta llegar donde estaba Fuu y derribarla con un abrazo. Blaze ordenó a sus compañeros remar de regreso a la isla, pues, por los preparativos de la princesa, seguramente tendrían que quedarse una noche más.
Y así fue. Para el atardecer, estaban de vuelta en el palacio. Fubuki tendría un despedida a solas con su madre quien le explicó algunas cosas sobre Grand Line, específicamente sobre el archipiélago Sabaody y la forma de llegar al Nuevo Mundo –hay cosas en el mar que ni siquiera te imaginas, Fubuki, y estoy segura que tus amigos tampoco están demasiado enterados de ello –le decía la reina mientras ella ponía atención– confía en tu propio sentido de justicia, no te dejes llevar por apariencias, uniformes o palabras –le contó y agregó algunas cosas más durante la noche antes de abrazarla
–Estaré bien madre, aunque siento no estar aquí ahora que nos hemos reunido de nuevo, pero sé que la isla estará bien también, Ran te ayudará mucho, ella ama este lugar, te lo aseguro.
–Confiaré en tu juicio entonces, pero por hoy, es mejor que vayas a acostarte.
–¿Puedo dormir contigo hoy? –preguntó la princesa, y su madre asintió.
A primera hora de la mañana siguiente, Fuu estaba lista para partir. Daisuke se ofreció para ayudarle a llevar su equipaje rumbo al barco. Era un camino largo y su cuerpo más grande y mayor resistencia, dijo él, serían más adecuados para esa tarea. Mientras tanto, con su fruta, Ran abría, en la medida de lo posible, el camino, para que fuera más fácil caminar.
–¿Puedes hacer eso? ¡Es sorprendente! –le dijo Blaze emocionado.
–Sólo un poco –respondió ella nerviosa– no debo hacerlo demasiado, para no dañar a la naturaleza.
Unas horas después, ya estaban reunidos los seis tripulantes, ya incluidos Fuu y Osore, preparados para partir. La princesa no pudo evitar llorar en silencio por despedirse de nueva cuenta de su madre, aunque con la promesa de que regresaría sin demorar demasiado tiempo, y a salvo. Por su parte, también la reina Yuki derramaba algunas lágrimas; sin embargo, la mayor admiración para Fubuki fue cuando vio acercarse a decenas de personas a la costa, pobladores de distintas partes de la isla. Todos parecían estar enterados de que la princesa partiría de nuevo y, efusivos, despedían con cariño a la jovencita, deseándole así, la mayor de las suertes. Frases de ánimo y de verdadero amor por la jovencita salían de las voces de todas aquellas gentes y llegaban hasta los oídos de la princesa, inflamando su corazón, haciéndole sonreír con verdadera felicidad. Ella se recargó en la barandilla de la fragata y agitó sus manos, despidiéndose de su pueblo.
–Esto es obra tuya, ¿verdad Daisuke? –cuestionó la reina a su guardia.
–Aunque ustedes digan que no les gustan las despedidas, no tiene nada de malo que ella se sepa querida por su pueblo. Además, así tendrá más ganas de volver.
De esa forma, la Princesa del País del Hielo se unió definitivamente a los piratas de Blaze, no sólo como su cocinera e inventora, sino como parte de una verdadera familia de altamar.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Me he retrasado mucho con la lectura de este fic, e incluso al día de hoy no he podido ponerme al corriente. Pero hoy me dio por leer este capítulo, y la verdad, fue buenísimo. Me gustó mucho, fue muy emotivo, y no se porqué le da un aire a lo ocurrido en la serie con lo de Arabasta, solo que con muy marcadas diferencias eso sí ;)
Saludos
Saludos
alex_orochi- Administrador
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 36 (Recompensa):
Extra 4:
- Spoiler:
- Tras unas horas de navegar siguiendo el Log Pose de Natsuki, por aguas ya no tan tranquilas, pero al mismo tiempo no demasiado agitadas, el Steeler ya se había alejado del clima frío de Yuki y el sol volvía a pegar con fuerza en la cubierta de la fragata. La navegante se veía feliz, puesto que ella prefería los climas cálidos, sobre todo por su hábito de estar con poca ropa, más que nada por comodidad. Fubuki por su parte se entretenía en la cocina organizando ese espacio que prácticamente le pertenecía. Como de costumbre, Blaze dormía, a pesar de que no era de noche todavía, mientras que Osore contaba sus aventuras amorosas a Shinta. Jet estaba algo cerca y no aprobaba mucho que el médico pudiera convertir al pequeño tirador en un adicto a las mujeres como lo era él, pero el chiquillo no parecía estar muy cómodo con la compañía del espadachín desde que habían viajado juntos con la reina Yuki por el bosque de la isla del mismo nombre.
Un ave del periódico se acercó al barco y Natsuki le llamó para comprar un ejemplar. La navegante sabía que a su capitán le gustaba estar bastante informado. El ave sólo tenía ya uno de los diarios, pues era tarde y en cuanto recibió la moneda, se fue volando a toda velocidad dejando caer las hojas en las manos de la chica, quien lo abrió para ojearlo un poco. Notó entonces, que unas hojas se habían deslizado por entre las páginas. Se agachó a recogerlas y se dio cuenta de que eran carteles de recompensa. En sus ojos cafés se reflejaban las figuras de crueles y despiadados piratas quienes en su rostro mostraban una sed de sangre inconfundible. Justo cuando terminaban los carteles, que eran alrededor de quince, la navegante miró con atención uno y no sabía si su vista la estaba engañando.
Bastante lejos de ahí, la capitana Ayaka sostenía exactamente el mismo cartel y lo miraba con igual o más atención que Natsuki. La rubia había completado sus preparativos para darse unos días de vacaciones y estaba por dejar el destruido Marineford cuando vio aquella hoja. Llamó entonces a su joven asistente Hanako.
–Esta recompensa... –le enseñó el cartel– ¿acaso tú le dijiste de este pirata a alguien de alto rango?
–No, capitana –respondió la chiquilla con seriedad– quien se los comunicó fue la capitana Hollie, el comandante Brandnew sólo me preguntó cómo lucía ese sujeto, y se lo dije.
–Perfecto –exclamó Ayaka con sarcasmo– ahora no podré subir de rango en mucho tiempo, habiéndoseme escapado un pirata al que ahora le han puesto recompensa. ¿Cómo se le ocurre a Hollie soltar la lengua de esa manera?
–Solté la lengua, porque cuando lo capturamos lo reporté a los Cuarteles inmediatamente. No contaba con que se te iba a escapar –detrás de ella arribó una joven de una edad muy similar a la suya. Era pelirroja con cabello hasta los hombros, ojos verdes y un vestido corto, blanco con azul, por debajo de su capa de oficial– en serio que no sé cómo es que un simple pirata puedo huir del barco de la “señorita perfección”.
–Síguete burlando –rió Ayaka– fue un error que no volverá a repetirse –se puso frente a ella y ambas se dieron un abrazo– me da gusto saber que has salido bien librada de todo esto.
–Lo mismo digo. No me gustaría que mi compañera de la academia muriera tan joven, ¿qué sería de nuestra promesa entonces?
–Ahora da igual –le dijo Ayaka– con esto demoraré mucho en subir rangos.
–Yo te esperaré –le respondió Hollie, guiñándole el ojo izquierdo– cuando sea una Vicealmirante, te prometo que no escalaré hasta que las dos podamos ser Almirantes juntas –sonrió ampliamente la chica– ahora debo irme. El Contraalmirante Yoichi me ha recomendado para estar un tiempo en el G-12, sólo serán unos meses, pero me ayudará. Te deseo suerte.
–¿El G-12? No pierdes tiempo, aunque dicen que Yoichi es bastante duro, ten cuidado.
–Lo soportaré, no te preocupes –respondió la pelirroja– además haría lo que fuera por cumplir mi sueño, bueno, quiero decir, nuestro sueño, y éste es un paso importante.
Hollie se despidió sonriente, como siempre era su rostro y desapareció con rumbo a uno de los muelles. Lo único que no entendía Ayaka, mientras miraba el cartel de recompensa nuevamente, era el apodo que había recibido el pirata: “Leather Rebel”. Hanako explicó que al describirlo, tal vez hizo un énfasis innecesario en la chaqueta de piel que el criminal llevaba puesta y probablemente se pensó que sería una forma de identificarlo. La capitana quiso olvidarse del asunto y, junto a su subordinada, se apresuró para finalmente salir del lugar, aunque antes se ruborizó un poco.
Natsuki seguía viendo con atención el cartel mientras que Jet caminaba hacia la proa y advirtió a la navegante. Preguntó por el papel y la chica se lo enseñó un poco estupefacta. El espadachín lo tomó con ambas manos y lo vio igual de perplejo que su amiga.
–¿Soy... yo? –se preguntó. La imagen del cartel mostraba a Jet cuando éste estaba peleando, aunque no era del todo clara y sólo se veía un perfil borroso, pero se alcanzaba a notar lo suficiente como para saber que se trataba del espadachín. Al parecer, había sido tomada cuando éste peleaba con Takeshi, en Criolla. La cantidad que aparecía era de 37 millones de berries por su cabeza.
Pasados los minutos, ya todos los miembros de la banda, incluido Blaze, miraban una y otra vez el cartel. Osore felicitaba al espadachín, mientras que Fubuki lo veía algo peligroso. El capitán no podía estar menos que indignado.
–¡¿Cómo es posible que él tenga ya una recompensa, antes que yo, que soy su capitán?!
–Es posible que sea porque él es el único que realmente se ha visto de frente contra los marines. Incluso destruyó parte de un barco– le dijo Fuu, recordando aquella ocasión en que Jet les había salvado. El capitán regresó a su camarote un poco enfadado, aunque su primero de abordo aseguró que el enojo se le pasaría pronto. Él mismo no sabía muy bien cómo tomar el asunto aunque no evitó sentirse algo halagado y a la vez preguntarse si Ayaka habría tenido algo que ver con esto.
Extra 4:
- Spoiler:
- Shinta se escabullía por el oscuro pasillo de los camarotes del Steeler, rumbo a la puerta que daba a la popa, cerca del camarote principal del capitán, al lado contrario de donde se encontraban la cocina y el pequeño comedor. En sus manos, el tirador tenía algo hecho de tela, aunque lo apretaba sin dejar escaparlo. Con nerviosismo, el chiquillo abrió la puerta que rechinó un poco, pero finalmente logró salir. La brisa del mar estaba tranquila, lo que podía significar que estaban cerca de una isla, aunque no se iban a acercar en ese momento por ser de noche.
El tirador volteó a la izquierda y luego a la derecha, donde vio a su más nuevo compañero, el médico, Osore, quien estaba sentado en la cubierta, recargado en uno de los escalones que llevaban al camarote principal del capitán. Shinta se acercó lo suficiente como para que ambos pudieran hablar en voz baja y escucharse sin problemas.
–¿La tienes? –preguntó Osore casi susurrando.
–Sí, aquí está –le dijo Shinta, no muy seguro de lo que hacía.
–Extiéndela, para verla –le dijo sonriendo el peliazul. Así lo hizo Shinta quien abrió sus manos para dar a conocer que llevaba una pequeña pantaleta de color rosado, evidentemente propiedad de Natsuki– justo lo que esperaba, aunque pensé que utilizaría algo más pequeño –Osore casi arrebató la prenda para contemplarla más de cerca todavía.
–¿Qué tiene de especial tener la ropa interior de una chica? –Shinta no entendía muy bien el objetivo de su empresa– si tú has dicho que has estado con muchas chicas.
–Mi joven e inexperto Shinta. Cuando crezcas sabrás que, primero, nunca hay suficientes chicas, y segundo, las pantaletas de una chica que se resiste a tus avances, son un buen trofeo –aseguró el médico– ¡por favor! Yo haría lo que fuera por estar en tu posición y poder ver a esa lindura en ropa interior todas las noches.
Aunque ciertamente Shinta sabía que Natsuki era una joven bella, no comprendía la vehemencia con la que Osore admiraba, principalmente el cuerpo de la navegante e incluso vio con extrañeza cómo el médico olía la prenda íntima femenina.
–Para que te explique esto, es mejor que nos vayamos del otro lado –le dijo Osore– no me preocuparía por Blaze, pero si seguimos platicando aquí, Jet podría despertarse –y así los dos caminaron hacia la proa donde, supuestamente, deberían estar más solos; sin embargo, pararon en seco al ver que la lámpara de la cocina estaba encendida. Iban a retirarse, cuando se quedaron petrificados al ver que Fuu salía de su habitual lugar y apagaba la luz. El médico escondió de inmediato la pantaleta en uno de sus bolsillos.
Si hubiera sido Jet o Natsuki, seguramente no habría habido tanto problema, pero Fubuki seguramente iba a querer saber lo que estaban haciendo allí, y no demoró mucho en preguntar. Ni Osore ni Shinta articularon palabras congruentes al estar nerviosos, por, de hecho, ser culpables de una pequeña travesura.
–No estarán haciendo algo malo, ¿verdad? –preguntó Fuu más en broma que seriamente, pero esto puso más nerviosos todavía a sus dos compañeros– ¿no me dirán lo que están haciendo tan tarde? Vamos, vamos, díganme, ¿sí?
–Yo sólo... –por fin se animó Osore a hablar– tú sabes, mi querida princesa, que un chico llega a la edad donde hay que explicarle ciertas, “cosas” – le dijo, fingiendo lo mejor posible. Fuu entonces comprendió que no debía meterse en esos asuntos y mejor se retiró a dormir.
–Me parece bien –dijo– sólo no le enseñes cosas malas a Shinta, ¿de acuerdo?
–¿Me crees capaz de eso, princesa? –preguntó Osore falsamente.
–Bueno –sonrió la chica retirándose– teniendo una pantaleta en las manos, no me das otra forma de pensar. Por cierto, si es mía, les va a pesar a los dos –amenazó, y los dejó con un palmo de narices a ambos.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 37 (Isla Kaprico):
- Spoiler:
- La mañana siguiente era apacible en el Steeler. Los piratas no lo esperaban, pero, al parecer, el viaje hacia la siguiente isla no demoraría mucho, el mar estaba tranquilo y el clima estabilizado en un calor tropical, por lo que seguramente estaban ya muy cerca de su siguiente destino. Natsuki dirigía a sus compañeros rumbo a la dirección que el Log Pose le indicaba y todo parecía salir de buena forma. Incluso Blaze, tal y como Jet lo había predicho, no estaba ya enfadado por el asunto de la recompensa y aseguraba que cuando él mismo consiguiera una, sería tan grande que todos se asombrarían.
Pero había otra cosa que preocupaba al capitán. Según había visto en los periódicos, la tripulación del Sombrero de Paja, había desaparecido sin dejar rastro alguno. Sólo la actuación prácticamente estelar del mismo Monkey D. Luffy en la guerra de Marineford daba señales de que la banda estaba con vida. Era por ello que a Blaze le gustaba estar informado, para escuchar cualquier noticia sobre aquella tripulación a la que quería alcanzar.
De acuerdo a las estimaciones de Natsuki, quien para navegar si era bastante hábil, era posible que llegaran a la isla hasta la noche. Blaze dictaminó que la prisa no era algo que los invadiera y avanzarían lentos, pero seguros, para arribar hasta las primeras horas de la mañana siguiente. Al escuchar eso, Jet fue hacia donde Shinta platicaba con Osore. El tirador deseó que su compañero espadachín pasara de largo, pero en vez de eso, lo tomó de su camiseta y se lo llevó consigo ante la sorpresa del médico, quien prefirió no decir nada, aunque le quedó la duda.
La que sí replicó fue Fuu, al ver el modo en que Shinta era prácticamente arrastrado hacia el interior de la cocina.
–¿Qué le haces? ¿Por qué lo tratas así?
–No le estoy haciendo nada malo –respondió Jet– él se cree un hombre y sin embargo tiembla de miedo cada vez que me ve.
–Tal vez porque lo tratas de esa forma –dijo la princesa sin que Shinta hiciera alguna exclamación.
–Me teme desde que, en el bosque de tu isla, mate a alguien frente a sus ojos –explicó antes de mirar al tirador– pensé que ese asunto había quedado zanjado, pero veo que no.
–No puedes culparlo por eso –le defendió la peliazul– tal vez sea natural para ti, pero matar a alguien no es algo rutinario para todos.
–Ése no es el asunto. No importa si es natural o no, ¿crees que yo mate por placer? Como te dije Shinta, lo ideal es que nadie tuviera que hacerlo, pero si no actúo en ese momento, el que estaría muerto, serías tú –le señaló. El tirador no sabía qué decir. Su objetivo siempre había sido hacerse más fuerte, pero el rostro bañado en sangre de su compañero, era muy similar al de aquellos que habían asesinado a sus padres. No iba a decirlo de cualquier forma, pero no podía evitar sentir algo de temor. Justo iba a decir algo cuando Fubuki se le adelantó.
–Él tiene trece años, le llevas ocho, le tomará tiempo acostumbrarse, sé paciente
–Si lo defiendes así, jamás va a crecer –replicó el espadachín, pero pensó un poco antes de seguir– pero si tú lo dices, lo creeré. De cualquier forma –dijo mientras se levantaba de su silla– yo no dejaré de protegerlos, ni a ti Shinta, aunque me temas –y salió de ahí, dejando a Fuu con una pequeña sonrisa.
–¿Ves que no es malo? –le acarició ella la cabeza de forma maternal.
–Sé que no es malo –habló finalmente Shinta– me esforzaré. Él tiene razón, si quiero ser un hombre, debo ser diferente.
–Debes ver más allá de las cosas –intervino Fuu, sonriendo ampliamente– yo crecí en un palacio, no debe ser fácil crecer entre un montón de raros piratas. Ahora sal, que debo limpiar la mesa, sólo no dejes que Osore te haga una mala influencia.
Natsuki observaba el horizonte con su capitán como si esperaran ver algo más que sólo mar y cielo. El capitán tenía sueño, pero en ocasiones le gustaba platicar con sus tripulantes para variar. Él pensaba que si no lo hacía, ellos creerían que era un vago. Por supuesto, no disimulaba demasiado bien.
Natsuki preguntó lo que harían al llegar a la isla, pues necesitaba algo de ropa. Luego de algunos ruegos más, Blaze finalmente le dio algunos berries, aunque le pidió que esta vez sí buscara ropa seriamente y no sólo trajes de baño. El capitán tenía en mente tomar un descanso y pasarla bien.
De esa forma, la tripulación bajaba su ímpetu y adrenalina por la aventura una vez concluido el asunto de la isla de Yuki, ignorando que en el océano de Grand Line, ni siquiera hay que perseguir a los problemas, sino que éstos llegan hacia ti.
Esa noche fue una de las más tranquilas que habían tenido durante todo el viaje. Todos durmieron plácidamente, inclusive Jet, a pesar de que, como siempre, fue el último en hacerlo. De cualquier forma, fue un despertar satisfactorio para todos, el sol brillaba e inundaba la cubierta con luz y calor que ensanchaban los corazones de los piratas, sobre todo porque Osore había avistado la siguiente isla.
–Mi madre me dijo que su nombre es Kaprico y que no debería haber mucha vigilancia, por lo que estaremos bien –sonrió Fuu mientras servía el desayuno a sus compañeros, optimistas y contentos como pocas veces. Tras comer sus alimentos, los piratas se apresuraron a bajar las velas y dirigirse lo más rápido posible hacia la isla.
Tras cerca de una hora de camino, finalmente pudieron anclar en una bahía de la isla. Bajaron en su totalidad y subieron por una costa empedrada que estaba al pie de la movida ciudad de esta pequeña isla. Gente iba y venía por los establecimientos. Bares, tiendas, carpinterías, herrerías, armerías y muchos otros negocios tenían bastante vida y los piratas no sabían por dónde empezar. Fubuki sugirió que lo principal era preguntar el tiempo que tardaría en cargar el Log Pose y con ello en mente, el grupo se dirigió hacia uno de los bares.
El lugar era grande. Más que un bar parecía un desayunador. En las mesas habían varios clientes: tres en una, dos en otras, un grupo de cinco en una más, y en la mesa del rincón, una persona solitaria. Había luz suficiente como para que el negocio pareciera amigable y los piratas se acercaron a la barra, donde un hombre gordo, moreno y con un bigote ensortijado los veía ir hacia él al tiempo que limpiaba un tarro con un trapo húmedo.
–Buenos días, viejo –le saludó Blaze amistosamente, hablando en representación de su banda.
–¿Qué te sirvo, “viejo”? –le respondió el hombre con algo de sarcasmo, pero sin enfadarse.
–Bueno, dame un poco de whisky, y si no me equivoco, algo de ron para mi amigo que está a mi derecha, crema de whisky para la señorita a mi izquierda –se refirió a Jet y Fuu– vino para la otra señorita y agua para el chico. Osore, lo siento –le dijo a su más nuevo tripulante– pero no sé todavía cuáles son tus gustos en bebidas.
–Yo cerveza, por supuesto –le pidió sonriendo, sorprendido de que el capitán supiera ese detalle de todos sus compañeros, a excepción de él por el poco tiempo que llevaban juntos.
Tras beber el primer sorbo de vino, Natsuki no perdió el tiempo en preguntar acerca del Log y cuánto tiempo debían esperar en la isla para seguir su viaje.
–Usualmente son dos días, pequeña –le respondió– así que tendrán que pasar una noche aquí, pero no creo que les incomode mucho eso.
–¿Qué quiere decir con “usualmente”? –preguntó Fuu– ¿el Log no siempre se carga en el mismo tiempo?
–La cuestión no es ésa exactamente. Cuando su Log se cargue, ustedes se dirigirán a la isla Zarza, muy similar a ésta, aunque sin tantos negocios y más viviendas. Aunque –hizo una pausa para ponerse más serio– hay una posibilidad, muy baja, de una entre diez mil dicen, que el Log se cargue este mismo día, posiblemente por la noche.
–Lo dice como si fuera algo malo –replicó Osore quien ya se había terminado su cerveza.
–El asunto es que si eso sucede, no irán a Zarza, sino al G-12, una base marine –y cuando escucharon eso, el silencio reinó en la banda pirata– pero no se preocupen, que, como les dije, la probabilidad es demasiado baja y seguro que no les sucederá.
Tras intercambiar algunas palabras más sobre el asunto y terminar sus tragos, los piratas pagaron y salieron del lugar, mirando por un momento si el barco estaba bien y luego internándose en las calles de la ciudad. Dentro del bar, la figura solitaria se levantó y se dirigía también hacia la salida.
–No pierdes las esperanzas, ¿verdad? –le dijo sonriendo el encargado mientras pasaba un trapo por la barra. No recibió respuesta, pues aquel cliente siguió caminando y salió de ahí, buscando el camino que había seguido la tripulación.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 38 (Makoto):
- Spoiler:
- En grupo, sin separarse, Blaze y sus compañeros caminaban por una empedrada calle repleta de gente. Las chicas se detenían un momento a ver algunos aparadores y convenían que, de regreso, comprarían algunas cosas a las que le habían puesto el ojo. Osore miraba con atención a su alrededor, sobre todo a las mujeres que había pro ahí y pensaba que la noche sería bastante entretenida, mientras que Blaze y Shinta se sorprendían con la altitud de algunos edificios que había allí. El único que no estaba entusiasmado era Jet, para quien pasear por un pueblo lleno de personas, no representaba gran diversión.
Pasadas unas horas de haber deambulado por algunas calles de la ciudad, tocaba regresar para comer algo. Blaze tenía además la idea de cambiar algo del oro que tenía por berries, aunque todavía no encontraba un lugar para hacerlo. Cuando Fuu y el mismo Blaze comentaban en qué lugar sería adecuado comer, Jet llevó su mano izquierda a su katana, preparando la derecha para sacarla de su funda.
–¿Qué pasa? –le preguntó Fuu, viendo la mirada que el espadachín tenía siempre que se encontraba en batalla.
–Que estoy harto de que nos estén siguiendo –dijo, y sacando con velocidad su arma, la dirigió hacia atrás de ellos, cerca de un callejón, aunque con el filo invertido. Parecía que iba a golpear a una persona, pero ésta se desvaneció, haciendo que el espadachín fallara finalmente.
La figura apareció frente a la banda. Se trataba del mismo comensal solitario que se encontraba en el bar. Llevaba una capucha que no sólo no dejaba ver el rostro, con claridad, sino que también cubría hasta el suelo el cuerpo. Osore intentó atacar, pero también fue esquivado. La multitud comenzaba a darse cuenta de la situación, y mientras algunos corrían, otros con interés seguían el acontecimiento.
Blaze fue el siguiente, pero tampoco pudo golpear al extraño y, a cambio, recibió un fuerte golpe con la palma abierta en el rostro, que lo envió a volar y a chocar contra un barril que estaba en una banqueta, haciéndolo añicos; su atacante se quejó también.
–¿A qué diablos golpeé? –se preguntó, con una voz que no era muy grave como lo hacía parecer con una mirada a su apariencia por encima la extraña capa que llevaba. La siguiente en atacar fue Fuu, quien lanzó un proyectil totalmente cuadrado. Su rival simplemente utilizó su mano izquierda para golpearlo con al intención de enviarlo lejos, pero en cuanto lo tocó, el cuadrado estalló, liberando un polvo rojo que hizo toser al atacante.
Osore era el más cercano y lo primero que hizo fue lanzar un golpe de abajo hacia arriba. La intuición del extraño hizo que diera un paso hacia atrás y el ataque no le hizo daño, pero sí le quitó la capucha, lo que reveló su identidad. El peliazul se levantó para asestar un golpe pero se detuvo al ver a su rival, o más bien ver los pechos de ella.
–Eres una chica...
–¿Y te diste cuenta tú solo? –le dijo ella con sarcasmo. La chica en cuestión, tenía la piel morena, con un cabello verde oscuro muy corto, tanto que de lejos fácilmente podría ser confundida con un hombre, tal vez Shinta lo tenía más abundante. Era muy delgada, pero sus brazos lucían ejercitados, definidos, aunque no era musculosa, pero se podía ver que poseía buenas capacidades físicas. Vestía una blusa de tirantes blanca que llegaba hasta su ombligo, dejando ver un vientre con abdominales más esculpidos que los de algunos hombres, y abajo usaba unos pants verdes que cubrían hasta sus zapatos deportivos. Finalmente, sus puños estaban vendados desde parte del antebrazo; se seguía frotando la mano derecha.
–¿De qué eres tú? –preguntó a un Blaze que se incorporaba.
–Las preguntas las hacemos nosotros –le dijo Jet apretando su katana en su mano derecha– ¿por qué nos estabas siguiendo?
–Oye, tú fuiste quien me atacó como un maniático –respondió enfadada, pero al ver que no tenía muchas opciones, se relajó– está bien, los estaba siguiendo, pero no iba a hacerles daño, ni atacarlos como psicópata –miró de reojo a Jet– sólo quería saber si su Log se cargaba hoy.
–Y eso, ¿por qué? –le preguntó Blaze.
–Bueno, no es prudente que se los diga, a menos de que el Log se cargue hoy a más tardar en la noche. Mientras tanto –pidió– déjenme estar con ustedes, les enseñaré los mejores lugares de por aquí.
La banda se reunió para discutirlo. Como siempre, el más precavido era Jet, quien no estaba de acuerdo con la petición de la joven, igualmente Shinta se puso de su lado, argumentando que era demasiado sospechosa. Al mismo tiempo, Natsuki y Fuu no vieron con malos ojos que la chica los acompañara y Osore estuvo de acuerdo con ellas. De esta forma, la decisión era de Blaze, quien lo pensó un momento, no demasiado y externó su elección.
–Está bien, que vaya con nosotros. Y así sabré cómo es que golpeas tan duro –le dijo, y ella sonrió con satisfacción, pero sin que sus ojos denotaran malicia, al menos no a la vista simple.
–Mi nombre es Makoto, y, como han podido ver, soy bastante fuerte.
–Además de sospechosa, presumida... –suspiraba enfadado Jet, quien iría todo el camino cuidando desde atrás a la joven. No pasó mucho tiempo antes de que Makoto les enseñara las mejores tiendas de ropa a Natsuki y a Fuu. Ella no era mucho de comprar ni de arreglarse, pero le agradaba ver a las chicas divertirse.
Makoto no tenía un cuerpo parecido al de Fubuki o al de Natsuki, era mucho menos voluminosa. Su cuerpo trabajado y definido no opacaba una figura femenina y atractiva, pero no tenía tantas curvas como las chicas piratas, además de que no estaba vestida de forma muy mujeril.
–¿Qué ganamos con dejarla estar con nosotros? –preguntaba Jet a su capitán mientras ambos se sentaban en la banqueta.
–Mira a las chicas, están contentas –sonreía el chico de acero– ésta es una isla donde no debíamos de pasar ningún problema y así pienso que siga, es un descanso por todo lo que hemos pasado desde que entramos a Grand Line –aseguró, aunque el espadachín estaba muy inseguro con respecto a Makoto.
El día pasó sin novedad y sin que las sospechas de Jet fueran efectivas; la noche parecía ahuyentar a la mayoría de la gente que por el día colmaba la ciudad, pero otras llegaban a disfrutar de aquellos lugares que sólo abrían cuando la luz de sol se agotaba. Los piratas estaban regresando ya, junto a Makoto, a la playa. Jet y Shinta, en turnos, habían ido a revisar el barco en algunas ocasiones y todo parecía estar bien, sin ningún signo de robo.
–Hacía mucho que no me divertía tanto –les dijo Makoto a Natsuki y Fuu con quienes caminaba abrazada; sin embargo, luego se dio cuenta de algo, mirando la Log Pose en la muñeca de la navegante– no ha cambiado, ¿verdad? –Natsuki la miró y negó con su cabeza– ¡está bien! –dijo Makoto con rostro optimista– de cualquier forma, es muy raro que el Log marque hacia donde quiero, en dos años no ha pasado... ¡pero me he divertido mucho! –dijo y se alejó corriendo, despidiéndose a lo lejos.
–¡Espera! –le gritó Natsuki– ¿no quieres quedarte con nosotros esta noche?
–No se preocupen, sé cuidarme sola –afirmó y se perdió entre las calles.
–El barco no es caridad, apenas la conocemos de unas horas y tú la quieres ya de compañera –Jet le dijo un poco enfadado.
–Ella... –dijo la navegante entristeciendo de pronto– estaba llorando.
Los piratas enmudecieron al escuchar lo que Natsuki había dicho, pero no podían hacer mucho. La noche ya había caído totalmente y era momento de ir a dormir. Unos pequeños fulgores de las luces de las calles cercanas iluminaban un poco para que los tripulantes pudieran llegar al barco sin dificultad. Fuu –no antes que Blaze, por supuesto– fue la primera en ir a dormir pues estaba algo cansada, y así siguieron sus compañeros, siendo la última la navegante. Entró a su habitación y encontró a Shinta ya dormido, pues éste apenas había puesto la cabeza en su almohada y había caído en el sueño. La joven se quitó la ropa exterior y se arropó para tratar de dormir, pero era incapaz de hacerlo, se sentía incómoda.
Tras dar varias vueltas por su cama en espacio de más de una hora, sus ojos se perdieron mientras pensaba y hasta que reaccionó no puso verdadera atención a su muñeca que tenía la Log Pose, la cual había olvidado quitarse. Pronto se dio cuenta de algo extraño y se vistió con rapidez para salir de su habitación. Pensó por un segundo y salió entonces de los camarotes para ir hacia la puerta de la cabina de Jet. Dudó un momento, pero luego tocó la puerta, la cual fue abierta algunos segundos después.
–¿No te desperté? –preguntó ella apenada.
–Está bien, sabes que no duermo mucho, ¿qué sucede?
–El Log –le señaló– cambió, acaba de hacerlo –el espadachín no supo qué decir. Sabía lo que había escuchado pero no sabía qué era tan urgente– hay que avisarle a Makoto.
–¿Y eso por qué se te ocurre?
–Porque ella nos buscaba por esto mismo, por si cambiaba el Log por la noche, y así pasó –respondió un poco en voz baja, como temiendo lo que Jet pudiera responderle.
–Tú quieres ayudar a cualquier persona que encontramos y este mar no está repleto de personas buenas. Además el Log pudo haberse cargado rumbo a Zarza y no hacia el G-12. Sigo sin entender por qué ella quería ir hacia allí, es muy sospechoso –y mientras Jet hablaba veía como la joven se ponía cada vez más triste– no me pongas esa mirada Natsuki, por favor, odio esos ojos... –y finalmente cedió– ¡como quieras! Pero vámonos antes de que me arrepienta –cerró la puerta y ni un minuto después salió ya con su acostumbrada chaqueta y sus jeans, sin olvidarse, por supuesto, de su katana.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 39 (Kung Fu):
- Spoiler:
- Ambos se internaron en la ciudad, pero no sabían por dónde buscar. Recorrían calle tras calle, preguntando a algunos de los transeúntes pero nadie atinaba a darles razón de Makoto. Jet se dio cuenta de que la ciudad era una de día y otra de noche. Mientras la alegría podía respirarse cuando la luz de sol iluminaba aquellos negocios de ropa, comida y accesorios, por la noche, la perdición de sucios bares, y la imagen de burdeles con sus mujeres saliendo y entrando para buscar clientes, daban incluso un mal olor del que el espadachín se quería alejar, o por lo menos cuidar a la navegante. Ella no era tan tonta de cualquier forma, por algo lo había elegido a él para acompañarla, pues intuía que el lugar podría no ser tan seguro a esas horas.
El dúo decidió dejar esa parte de la ciudad e ir hacia una zona que durante la tarde no habían visitado. Se encontraba más alejada de la costa y no había ya más comercios, sino viviendas y tal vez algunas posadas además de salones de fiestas. Era demasiado tarde como para preguntar en alguna casa y no habían obtenido ninguna información con las personas que todavía estaban por las calles. Pasaron más de dos horas y los piratas estaban por rendirse cuando vieron un rostro conocido saliendo de una de las posadas.
Pero no se trataba de Makoto, sino de Osore quien se despedía con excesivo cariño de un par de chicas, una de las cuales estaba apenas en ropa interior. Tras salir sonriente del lugar, el médico se percató de la presencia de sus compañeros y, sorprendido, fue a saludarlos.
–¡Repugnante! –le dijo Natsuki antes de que él la abrazara.
–Tranquila mi pequeña –le dijo Osore– ellas son turistas que han venido a esta isla de visita, sólo estaba pasando un buen rato, no es que se dediquen a esto ni nada por el estilo.
–Déjense de cosas –les interrumpió Jet– lo mejor es que volvamos al barco, parece obvio que no la vamos a encontrar –dijo y luego explicaron brevemente lo que estaban haciendo en ese lugar. Osore volvió hacia la posada de donde había salido y buscó a una de las chicas con las que había estado a la cual preguntó por Makoto. Ni ella ni su amiga sabían algo, pero la encargada del lugar sí. Según ella, la joven a veces era vista cerca de una iglesia que no se encontraba muy lejos de allí. Natsuki olvidó de inmediato el enfado con Osore y el ahora trío de piratas fue hacia la dirección del templo.
Demoraron tal vez veinte minutos en llegar a una plaza, repleta de árboles. Frente a la misma, había, en una de sus caras, viviendas; en otra algo parecido a una biblioteca; en la siguiente más una especie de alcaldía o edificio legal. En la última, que era la que quedaba del otro lado de donde estaban los piratas, estaba el templo. El trío se acercó poco a poco, cruzó la plaza y al llegar al frente de la iglesia, vio a una figura que estaba sentada en la escalinata. Se trataba de Makoto quien, al verlos, entró rápidamente al templo.
La iglesia era sencilla, con piedra tallada de un color rojo que a la tenue luz que había en la plaza, podría parecer rosa, con dos torres al frente y una cúpula atrás. Los piratas intentaron abrir la puerta, pero ésta estaba cerrada desde dentro con algún seguro. No pasó ni un minuto cuando se escucharon voces dentro de la iglesia y entonces la puerta se abrió, pero quien estaba ahí no era Makoto, sino otra joven. Tenía una túnica blanca con una franja negra al frente, que le cubría todo el cuerpo. Ella tenía una tez muy blanca, con cabello rubio muy largo, lacio y ojos verdes. Al verlos, ella les hizo una reverencia y les sonrió con calma.
–¿Así que conocieron a Makoto, verdad? –volteó a ver hacia adentro, dándose cuenta de que ya nadie estaba ahí, pues Makoto ya se había marchado hacia algún cuarto más dentro del templo. La joven, quien era una religiosa, invitó a pasar al interior de la iglesia, que era muy sencilla y con pocos adornos lujosos– mi nombre es Tara, siento la vestimenta, pero estaba impreparada para recibir visitas, apenas pude ponerme esto –les dijo antes de sentarse junto a ellos– cuando Makoto llora y se enfada, es difícil hablar con ella, es su carácter, perdónenla por eso.
–¿Por qué ella quiere ir al G-12? –preguntó Jet– ¿y por qué ella quiere que vayamos también?
–Ella quiere que vayan porque simplemente no tiene otra forma de llegar a ese lugar –respondió la segunda pregunta– la historia de por qué quiere ir hacia allá, es mucho más larga de contar –y con esas palabras, Tara empezó a relatar el pasado de Makoto.
Makoto había nacido hacía 19 años en una isla del West Blue. Al hacerlo, su madre había muerto y desde el primer momento de su vida, ya sólo tenía a su padre. De cualquier forma, al crecer, no fue un gran problema para ella, pues su padre, Hideyoshi, le proporcionaba cualquier cosa que necesitara, entre ello, amor y cariño.
Hideyoshi era un trabajador de la construcción. Es decir, se ganaba la vida ayudando en construcciones de viviendas, edificios. Debido a esto, continuamente cambiaban de lugar en donde vivían. Makoto, a sus cinco años de edad, conocía ya más de 20 islas del West Blue, pero lo que no conocía era un solo amigo.
Poco tiempo después de que la pequeña cumpliera cinco años, Hideyoshi pudo conseguir un trabajo lo suficientemente largo como para quedarse en una isla más de un año. Tendría que ayudar en una construcción de un edificio bastante grande y se tardarían mucho tiempo.
Paseando por esa isla, de nombre Yulia, Makoto vio a un pequeño aproximadamente de su edad, tal vez algo más grande, que tenía una vestimenta algo extraña, de una tela parecida a la seda y con estampados vistosos, unas mangas amplias, que apenas dejaban ver los dedos de sus manos. Makoto lo vio y quiso acercarse a él, pero el chiquillo corrió, alejándose de ella y del lugar. La pequeña no se rindió y su curiosidad pudo más para seguirlo y encontrar un lugar que nunca había visto. Era un edificio no muy alto, pero sí muy ancho, con acabados de une estilo parecido al chino. Se acercó a la puerta, subió cuatro escalones de madera y se asomó por la entrada. Dentro vio a varios niños, incluidos al que había seguido, adoptando posiciones extrañas de artes marciales. A sus ojos, muchos de ellos parecían animales, en lugar de humanos, por la forma en que se movían.
Estaba tan entretenida viendo ese raro espectáculo, que no sintió que alguien estaba atrás de ella. De pronto, una mano blanca, arrugada, pero firme, tomó su hombro, asustándola.
–¿Así que tenemos una pequeña espía? –dijo él, con seriedad, lo que asustó todavía más a Makoto, quien no supo qué responder; sin embargo, al voltear a ver a esa persona, se dio cuenta de que estaba sonriendo. Era un anciano, sin cabello ni bigote, pero si una barba blanca un poco larga– ¿o será que has venido a aprender?
–¿Qué es eso? –preguntó Makoto, refiriéndose al arte marcial, pero pronto fue reprendida.
–¿Vienes a este lugar, espías por la puerta, y antes de decir tu nombre, como debe ser, haces preguntas? –le dijo poniendo cara seria y abriendo sus ojos que eran algo rasgados.
–Soy Makoto –respondió ella con rapidez.
–Y yo soy el maestro Xiang Fei, ahora entremos –casi le ordenó, y no pasó mucho tiempo antes de que Makoto ya estuviera practicando dentro de ese “dojo”, y al regresar a donde estaba la construcción, contó a su padre lo sucedido, mientras él apenas terminaba sus labores.
El carácter de Hideyoshi contrastaba con su apariencia. Mientras él era un hombre enorme, de gran altura, con brazos como robles y un rostro duro y recio, en realidad era la persona más amable que se pudiera conocer y le pareció interesante lo que su hija le contaba, así que al siguiente día, salió temprano junto con ella para saber de qué se trataba ese lugar y le pareció muy curioso ver a su pequeña adoptando esas poses tan extrañas. Xiang Fei se dio cuenta de que, por segundo día consecutivo, tenía a otro visitante y fue a saludarlo.
–Se llama Kung Fu, sé que para usted se ve raro, pero a una niña como ella, que parece estar sola un buen periodo de tiempo, le hará mucho bien.
–¿No es peligroso? –preguntó Hideyoshi un poco preocupado.
–El kung fu no es para pelear, sino para hacerlo un estilo de vida y proteger a lo que es importante –dijo– sólo tenemos que hacer algo con su cabello, es muy largo –sonrió el maestro al ver que era preferible cortarle el pelo a la chiquilla.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 40 (Dirección "correcta"):
- Spoiler:
- No fue mucho problema que Hideyoshi aceptara que Makoto comenzara a estudiar kung fu y así la pequeña aprendió con rapidez los secretos de este arte marcial, o por lo menos lo más básico. Ella fue desarrollándose rápidamente y tras un año había progresado de manera increíble. Y no sólo en las artes marciales, sino que también había aprendido a leer y a escribir.
–Makoto –le decía el maestro– eres la estudiante más joven en aprender el “puño de la serpiente” que yo jamás haya visto, pero aún te falta un larguísimo camino por recorrer, pequeña. Lo extraño es que no te guste usar tu uniforme –desde niña, a Makoto le gustaba usar ropa cómoda y no se fijaba en lo que “debía” vestir o cuál era la “moda”.
Un año y dos meses después de que Makoto comenzó a estudiar kung fu con el maestro Xiang Fei, la construcción del edificio en la isla culminó y su padre le tenía una mala noticia a la pequeña, tendrían que irse de nuevo, pues Hideyoshi había sido invitado a un nuevo trabajo, esta vez no tan grande, aunque no demasiado lejos de ahí. La niña objetó una y otra vez, pero no había opción. También el maestro Xiang Fei cargó con tristeza al saber que su única alumna mujer –o en este caso niña– se iría pronto de ahí. Aún con el desánimo, ella hizo una promesa:
–Maestro Fei –dijo con la voz aguda de infante y lágrimas en los ojos– yo le prometo que seguiré entrenando, muy duro y cada año vendré con usted para demostrárselo.
–Es una promesa importante para una niña tan pequeña, pero esperaré que la cumplas –le dijo el maestro a modo de despido y con un tono paternal, aunque en el fondo, pensaba que la chiquilla no podría cumplir ese juramento con cabalidad.
Pero grande fue la sorpresa del anciano, cuando, un año después, Makoto regresó, mostrándole sus avances. Tenía siete años, pero era mucho más rápida, fuerte y hábil que los alumnos más grandes que ella. Y así sucedía cada año. Si no podía conseguir el dinero para abordar un barco rumbo a Yulia, la chiquilla se escabullía como polizonte y llegaba hasta donde su maestro. Cada vez era más fuerte y gracias a que se quedaba algunos días, podía aprender lo básico de cada estilo de kung fu. Para los quince años de edad, Makoto había conseguido aprender los estilos del puño de la serpiente, del leopardo, de la grulla y del tigre negro; aún le faltaba conocer los secretos del puño del dragón.
El maestro Xiang Fei no gozaba de una buena salud. A pesar de que siempre se había mantenido fuerte y vigoroso, la edad le comenzaba a cobrar factura y Makoto lo notaba fácilmente. No obstante, así como ella llegaba, debía irse cada año para estar con su padre y eso ponía algo triste también a Fei, quien quería a la joven como a una hija. Ella tenía que ayudar en los gastos, como fuera, casi siempre conseguía trabajos en los puertos, ayudando a desembarcar cargas de navíos, pues era más fuerte que muchos hombres, a pesar de que su aspecto no hacía que esto pareciese así, por lo delgada que era.
Justo cuando regresó en esa ocasión su padre tenía una noticia para ella. Estaba llamado a ayudar en una construcción grande, enorme, pero en Grand Line. Se trataba de una base marine nueva. A pesar de la negativa total de Makoto, Hideyoshi no pudo dejar pasar esa oportunidad.
–Con lo que me paguen en ese trabajo, podremos poner un negocio, propio, y si tú quieres, no instalaríamos en Yulia –le dijo Hideyoshi a su hija. Esto reconfortó a la joven, pero de cualquier forma, tenía la idea de regresar al año siguiente con su maestro.
No fue como ella lo planeó. El trabajo de Hideyoshi era duro, los marines casi trataban como esclavos a los constructores y a los pocos meses de comenzado el proyecto, el lugar casi se convirtió en una prisión, de la cual era jefe el vicealmirante Onigumo. Makoto, entonces, no pudo salir de ahí al siguiente año y ni siquiera sus habilidades le servían ante la gran cantidad de marines de alto rango que había ahí.
Hideyoshi soportaba. Además su enorme físico le permitía trabajar más en esas condiciones que cualquiera de sus compañeros y esto fue notado por los marines, sobre todo por aquellos con rango.
Al siguiente año, Makoto no soportó más y armó un gran alboroto, derrotando a marines a diestra y siniestra, esto hasta que apareció Onigumo frente a ella. El vicealmirante era demasiado para la chica y la habría matado de no ser porque Hideyoshi se interpuso. No es que Makoto hubiera visto morir a su padre, pero mientras él detenía al marine, le ordenó escapar.
–¡Vete de aquí, hija mía, vete y vive por favor! –y así hizo Makoto, quien a pesar de salir herida, pudo escapar y llegar hasta Kaprico. Ahí, perseguida por marines, pudo esconderse en la iglesia, ayudada por Tara y por algunos monjes que ahí habitaban; de cualquier forma, su estadía allí no fue larga y lo primero que hizo fue regresar a West Blue. No sólo para ver a su maestro tras dos años, sino para pedir algún consejo o ayuda. Pero su viaje fue amargo y triste, pues al llegar a Yulia, específicamente al dojo, lo primero que vio fue la tumba de Xiang Fei. Había muerto seis meses atrás y ella no había podido despedirse de él. Makoto lloró toda una noche y todo un día, lamentándose por nunca haberle dicho a su maestro cuánto lo quería y respetaba, tanto como a su propio padre.
–Makoto regresó poco tiempo después aquí –finalizó Tara el relato– ella ha buscado a alguien que vaya hacia el G-12, pero en casi dos años que ha estado en este lugar, ningún Log se había cargado hacia aquella dirección –dijo– bueno, parece ser que hasta hoy –sonrió finalmente pues estaba contenta de que finalmente su amiga tuviera la oportunidad de llegar hasta su objetivo.
–Debo encontrar a mi padre –salió Makoto a la cámara principal de la iglesia, donde Trista había contado la historia– siento haber hecho este berrinche –dijo seria– creo que, de todas formas, tenemos que asegurarnos que el Log sí está cargado hacia el G-12, eso lo podemos saber si vamos hasta donde ustedes llegaron y vemos hacia qué dirección apunta el Log.
–Debemos rezar para que así sea y para que el viaje sea seguro –Tara se hincó y juntó sus manos agachando la cabeza en dirección a un altar al fondo del templo. Makoto hizo lo mismo y tanto Natsuki como Osore la imitaron. El único que no cambió su posición -de pié, recargado en una columna- fue Jet.
–Yo no rezo –fue su respuesta cuando Makoto lo miró con rostro de pocos amigos.
–Está bien –le dijo Natsuki– yo rezaré por él también.
Al terminar, el grupo, ya con Makoto, estaba listo para irse. Ya la noche estaba por terminar y el amanecer se encontraba cerca. Tara no pudo evitar darle un abrazo a su amiga.
–Sé que finalmente irás, no volverás aquí, al menos hoy, no pronto, pero promete que no te olvidarás de mí.
–Aún hay que ver lo del Log –respondió Makoto– pero si todo sale bien, no creas que me olvidaré de ti, ¡nunca! Tú fuiste mi primera amiga verdadera –regresó un momento y la abrazó con fuerza, emocionada. Tras darle las gracias en repetidas ocasiones, Makoto partió con Natsuki, Jet y Osore rumbo a la parte de la costa donde el Steeler había anclado y la chica pidió a Natsuki que se parara justo en la punta de una roca que sobresalía en el lugar. Jet acompañó a la navegante, todavía sin confiar en la peliverde y así los tres vieron el Log, que apuntaba hacia el lado izquierdo. Makoto tembló un poco de la emoción y luego brinco, gritando.
–¡Sí es! ¡Sí es la dirección! –abrazó a Natsuki, causando que ambas cayeran del peñasco, pero la agilidad de la arte marcialista las rescató a ambas, pues atrapó a la navegante y luego de deslizarse por la roca, cayó de pie en la arena, con Natsuki en los brazos, aunque luego las dos cayeron en la playa entre risas, como un par de chiquillas. Jet y Osore bajaron por el otro lado de la roca para alcanzarlas, viendo que los primeros rayos de sol del día iluminaban el feliz rostro de Makoto.
kaizoku ou-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 41 (Hacia el G-12):
- Spoiler:
- El cuarteto subió al barco y Natsuki se encargó de despertar a todos sus compañeros para explicar lo sucedido, aunque terminaron siendo Jet y Osore los que relataron de buena forma. Blaze meditó por un momento la situación y se dio cuenta de que no había otra opción, más que ir rumbo al G-12, si es que querían seguir avanzando.
–Hay otra opción –dijo Jet, ganándose una mirada de pocos amigos por parte de Makoto– podríamos esperar a que venga alguien más y robar una Log Pose que vaya rumbo a Zarza, y así no tendríamos que ir a un suicidio.
–Parecías de todo, menos un cobarde –le dijo enfadada Makoto.
–¿Y cómo diablos se te ocurre que una tripulación pirata salga bien librada de una incursión en una base de la marina? ¿Con rezos a un Dios que no existe?
–¡No te atrevas a blasfemar de esa manera!
–¡Dame una sola prueba real de la existencia de tu Dios, y te acompañaré hasta el infierno!
–¡Bah! –se rindió la chica en la discusión, no sin antes decir algo último– si Tara estuviera aquí, ella sabría qué decir, pero la realidad es que su Log apunta hacia el G-12 y no hay forma de que cambie sino hasta llegar allá.
–¡Jet! ¡Ma-chan! ¡dejen de pelear! –les pidió Natsuki, lo que hizo que ambos callaran finalmente.
–Ella tiene razón, no es momento para eso –intervino Fubuki, con semblante tranquilo– además tengo un plan, sólo necesito hablar un momento con Makoto –dijo y luego comenzó a preguntar detalles sobre la base del G-12, y tras unos minutos, la astuta chica volvió a tomar la palabra– es claro que el barco será tomado al llegar –afirmó y tuvo que detener a Jet antes de que éste interrumpiera– es por eso que el plan será recuperarlo.
“El barco no puede llegar solo a puerto, así que tendrá que haber por lo menos dos señuelos que serán capturados por los marines –empezó la explicación.
–Yo debo ser ese señuelo –alzó Jet la mano.
–No es prudente –respondió la princesa– tú ya tienes una recompensa y la marina nos reconocería como tu tripulación, por lo que la alarma sería más fuerte. Tampoco Makoto puede serlo, pues ella ya es conocida en esa base.
–Y tengo recompensa también, 12 millones –presumió la chica, causando una pequeña fijación molesta por parte de Blaze.
–Propongo que uno de los señuelos sea Osore, no será reconocido por la marina y además es fuerte. El otro tendría que ser Natsuki o yo –siguió Fuu con el plan– los demás deben esconderse lo mejor posible en el barco y salir en cuanto sea posible, sigilosamente para tratar de encontrar a los señuelos y lograr una exitosa recuperación del barco. Hay que causar un bullicio fuerte para tratar de que haya desorden y tomar una buena oportunidad.
–Tendrán que ser Natsuki y Osore entonces –le dijo Blaze– porque tú eres una princesa, la Princesa del Reino de Yuki, y prometimos a tu madre que te cuidaríamos bien, así que no debemos dejar que te capturen y se enteren de tu identidad.
–Usaré algo para cubrirme el rostro, y gracias por protegerme.
Makoto no quiso preguntar nada sobre lo que habían hablado. Le llamó poderosamente la atención que Fuu fuera llamada princesa y de la forma como Blaze lo había dicho, pues parecía que eso era real. De inmediato, la peliverde se dio cuenta de que se había encontrado con un grupo bastante particular.
La joven explicó a la tripulación que demorarían un día entero en arribar al G-12, por lo que, probablemente, estarían por ahí cerca del mediodía siguiente. Siendo así, el Steeler emprendió el viaje, los piratas hicieron sus preparativos, mientras que Natsuki quiso mostrarle el barco a la invitada.
–Parece que se ha encariñado con ella –sonreía Fuu.
–Ella se encariña hasta con una toalla –suspiró Shinta.
Mientras tanto, esa misma mañana, llegaban un par de marines al G-12, casi al mismo tiempo. Mientras una de ellas tenía una amplia sonrisa, el otro estaba bastante callado. Ambos bajaron de sus respectivos barcos y llegaron juntos a la entrada de la base donde los marinos de bajo rango los saludaban con respeto.
–Es una buena parte de ser un oficial, ¿verdad? –preguntó ella con jovialidad.
–Trivialidades –respondió él– pero si a ésas vamos, tú también deberías saludarme, pues soy tu superior
–Esos aires de grandeza te quedan mal. Te aseguro que no falta mucho para que llegue a tu rango e incluso te supere –le dijo, mientras le hacía un gesto grosero, sacándole la lengua, al tiempo que ya los dos caminaban por el pasillo principal de la entrada– y Ayaka también lo hará, así la respetarás como se merece.
Él no respondió y siguió caminando a la par que lo hacía ella. La capitana Hollie miraba de reojo a ese oficial que en cierta forma detestaba: el Contralmirante Kazuhiko. Un superior en edad en la academia, que la pelirroja no entendía cómo había llegado tan alto. Sabía que era capaz, pero estaba segura de que sus influencias, sobre todo con el Almirante Akainu, le habrían servido para arribar a un rango tan cercano al de Vicealmirante. Sumida en esos pensamientos, Hollie no se preguntó que estaría haciendo Kazuhiko por ahí. Los dos llegaron hasta un salón grande, que servía como oficina donde se encontraba sentado el Contraalmirante Yoichi.
El oficial, de complexión gruesa, llegando a la obesidad, de estatura extremadamente alta, rostro redondo, sonriente, pero a la vez un poco aterrador, estaba sentado, con sus pies sobre el escritorio. Al ver llegar a sus colegas, Yoichi se levantó y Hollie pudo ver lo enorme que era. Si ya Kazuhiko era alto, Yoichi le llevaba casi medio metro, por lo que superaba los dos de estatura con facilidad. En la misma oficina, a la derecha de Yoichi, había otro sujeto. Vestido como marine, un traje elegante, alto, aunque no demasiado, y con una máscara plateada sobre su rostro, parecía una estatua, no se movía, ni siquiera parecía estar vivo.
El Contraalmirante se acercó, primeramente a Hollie y la saludó con una voz gruesa que salió de una boca que apenas se abrió, haciéndola estremecer.
–Los Cuarteles Generales de la marina tienen mucha fe en usted capitana –le dijo con una sonrisa más tétrica que alegre– he visto su historial, y es digno de una llamada prodigio de la academia, es por eso que pensé que una estadía en esta base será provechosa para usted y para el lugar.
La pelirroja agradeció los cumplidos y prometió trabajar duro, aunque todavía no sabía las labores que realizaría allí, por lo que preguntó a su superior.
–Eso –rió– tiene que ver con su colega y también superior, capitana Hollie –señaló Yoichi a Kazuhiko, quien había estado inmóvil desde que había llegado al salón– hay cambios en los Cuarteles Generales, cambios bastante grandes y soy requerido allá. Por lo tanto, quien quedará al mando de esta base será el contraalmirante Kazuhiko y usted le ayudará.
La joven se quedó con la boca abierta, sin asimilar lo que le habían dicho.
–Pero eso quiere decir –reaccionó enfadada– que esta basura será mi jefe directo... ¡no puede ser! –a pesar de ser una ferviente creyente de la justicia, no era de aquella llamada “Justicia Total”. Creía malvados a los piratas, pero sabía bien que la crueldad y malignidad de algunos miembros de la marina, sobrepasaba a la de muchos corsarios. A su ver, Kazuhiko no representaba aquella justicia en la que ella creía y no deseaba recibir órdenes de alguien como él.
–No se preocupe capitana –le dijo Yoichi– yo todavía estaré algunos días por aquí antes de ir a Marineford, así no habrá cambios tan repentinos en esta base.
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