[Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 16 (El barco pesquero):
- Spoiler:
- Quien sí estaba en serios aprietos era Jet. Sus pocas fuerzas ya no le permitían seguir remando y el hambre le había obligado a tumbarse sobre la balsa donde estaba. Según él, sólo tenía que descansar un poco, pero luego, ya no podía levantarse, su cuerpo no le respondía, y era obvio luego de el esfuerzo que había realizado en los días anteriores. Sin embargo, parecía que el destino no quería dejar morir a este Ookami, y un buque al parecer pesquero apareció cerca de ese lugar. Un par de marineros, uno joven y otro ya de aspecto viejo, fueron los que bajaron, para ver si la balsa tenía algo de valor. Para su inconveniente, tan sólo había una persona, y su espada.
–Tendremos que llevárnosla, algún valor tendrá –se refirió el joven a la katana.
–¿No sabes nada de honor, muchacho? Robarle su arma a un espadachín inconsciente es algo muy bajo. Vamos a subirlo al barco –dijo el viejo y luego de una pequeña discusión, nada grave, Jet fue de alguna forma rescatado.
Luego de alrededor de media hora, los ruidos de la cubierta, donde había sido dejado, lo despertaron. Apenas pudo incorporarse, pero cuando lo estaba haciendo le fue servido un pescado frito.
–Come, debes tener hambre –le dijo un viejo con cabello largo ya blanco de canas, bigote normal y que usaba anteojos. Su ojo derecho era cruzado por una cicatriz que iniciaba en la frente y terminaba hasta la mandíbula. De cualquier forma, su rostro delgado y su sonrisa lo hacían ver una buena persona. Jet no perdió tiempo y devoró ése, y otro pescado que el marinero veterano le llevó. Era la hora de comida en el barco, el cual no era pirata.
–Gracias –agachó Jet la cabeza hacia su salvador– le debo mucho, señor…
–No lo menciones muchacho. Lo importante es que estás vivo, y en este océano, eso es lo primordial. ¿Mi nombre? Aquí todos me llaman Roshi.
–Pero no es su nombre verdadero –intuyó el espadachín.
–Jo, jo, eres el primero que se da cuenta a la primera oportunidad. Estoy seguro que eres un pirata –adivinó– mi nombre es “Manos Rápidas” Geoff. Fui pirata, pero eso está en el pasado. Y dime, ¿qué diablos hacías en esa balsa? ¿Dónde está tu tripulación?
Jet entonces relató lo sucedido, aunque se guardó para sí el encuentro con Ayaka, y declaró que debía llegar a la isla de Yuki.
–Es muy difícil ir a ese lugar. Nosotros quisiéramos estar cerca en esta época del año. Hay buen camarón azul arcoíris alrededor de una isla muy cercana a Yuki de nombre Yottsu, pero desde que esa Federación controla la zona, ya no nos es posible ir a pescar por ahí.
–Eso pronto cambiará –sonrió el espadachín por primera vez desde que había sido subido a ese navío pesquero– la Federación será derrotada.
–¿Tienes algo que ver con lo sucedido en Criolla? Supimos que la Federación sufrió una derrota ahí a manos de piratas. Si es así, tu tripulación debe ser fuerte, pero puedo reconocer que eres el mejor de ellos, o al menos uno de los mejores. Aunque los hayas salvado es extraño que te hayas separado de la tripulación y que te hayas sacrificado por ellos.
–Está bien –respondió el pirata– mi sueño era el más egoísta de todos, la venganza no es muy loable, supongo.
–Tal vez no, y la persona a la que se quiere vengar no regresará, pero eso no quiere decir que sea egoísta. Pienso que para alguien que carga con esa labor que él mismo se ha impuesto, debe ser muy duro, ¿cuál es tu razón de venganza?
A pesar de que Jet jamás había contado a nadie su pasado o la verdadera razón de tratar de encontrar a Mihawk, el momento era extraño y ya había tomado confianza a Roshi, por lo que empezó a relatar –todo empezó cuando yo era niño.
Y así, Jet comenzó a contar lo sucedido. Hacía ya 13 años, cuando él apenas tenía 9 de edad. Su hogar era la isla de Aramia, en el East Blue, donde vivía con su madre, Faye, y sus dos hermanas mayores, Crista de 15 años, y Eve de 12. Entre los cuatro, tenían un negocio donde fabricaban ropa y la vendían, el cual era la única construcción en la costa. Faye había enseñado a sus dos hijas a ser expertas en la costura. El pequeño Jet era como el asistente, pues traía y llevaba cosas, compraba lo que pudiese faltar y ese tipo de labores.
Por mucho tiempo todo fue normal, incluso hasta aburrido, antes de la llegada de dos extraños a Aramia. Dos hombres que, a primera vista, podrían ser piratas, sin embargo no portaban ningún jolly roger, y siendo solamente dos, difícilmente podrían ser una tripulación. Además, a su llegada, estaban heridos y sin fuerza, por lo que pisando tierra firme se desplomaron.
Más tarde, los hombres despertaron en una habitación desconocida, donde una mujer estaba curando el brazo de uno de ellos. Ella era de buen ver, con cabello rojo de tonalidad clara, corto. Con ojos negros y delgada, de lindo cuerpo. No era demasiado joven, pero no se veía mayor.
–Qué bueno que ya hayan despertado –sonrió ella con alegría– mi nombre es Faye. Mi casa es humilde, pero pueden quedarse por aquí, seguro han tenido un viaje muy duro –les dijo. El hombre al que estaba curando era de aspecto un poco más juvenil que ella, no demasiado, de cabello castaño un poco largo, pero sin llegar hasta los hombros y de ojos pequeños, negros. El otro era más robusto, y un poco más grande de edad, con cabello negro muy corto. Éste fue el que primero respondió a la amabilidad de Faye.
–Muchas gracias. Fue difícil llegar sanos y salvos hasta aquí. Mi nombre es Yasuo, y éste que se ha quedado embobado viéndote, es Shigeru –rió, haciendo que tanto su compañero, como Faye, se sonrojaran un poco. Algunos segundos después, Crista entró a la habitación llevando un poco de alcohol que su madre le había pedido anteriormente.
–Hija, saluda a los hombres –le dijo Faye, y ella lo hizo cortésmente para luego retirarse.
–No pensé que tuvieses una hija tan grande, te ves muy joven –Shigeru trató de hacer un cumplido, pero luego se dio cuenta de que, si Faye tenía una hija, probablemente tendría esposo y entonces él había quedado como un verdadero tonto; sin embargo, pronto se dio cuenta de que dicha mujer era viuda desde hacía más de 8 años. Shigeru y Yasuo pasaron algunos días por ahí, pero pronto tuvieron que irse, aunque con la promesa de que regresarían.
–¿Crees que alguna vez podamos dejar al ejército rebelde? –preguntaba con cierto aire de nostalgia Shigeru a su compañero, mientras se alejaban de la isla Aramia en su velero.
–¿Estás pensando en esa muchacha? Olvídalo, una vez que entras aquí no podrás salir, y menos nosotros que tenemos trato directo con Dragon. Mejor olvídate de ella.
kaizoku ou-
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Capítulo 17 (Pecados):
- Spoiler:
- Así, pasaron algunos meses sin que alguno de estos dos revolucionarios diera señales de vida en Aramia. Para Faye, había sido un despertar de curiosidad femenina. Ya llevaba más de 8 años como viuda, sin que se interesase por un hombre, y, sin saber que Shigeru formaba parte de la armada del infame Monkey D. Dragon, sintió una atracción hacia él. Sabía que si él le había prometido regresar, tendría que hacerlo, por lo que no se preocupaba.
Sin embargo, no sería demasiado tiempo el que ella tendría que esperar. Uno de esos días, Shigeru llegó de nueva cuenta a Aramia. El primero en verlo fue Jet, el recién llegado estaba algo herido, aunque nada grave, y en sus manos, tenía algunos papeles que parecía no querer soltar por ningún motivo. En su mente, recordaba lo sucedido hacía algunas horas.
–¡No puedes involucrarla, ella no tiene nada que ver con nosotros!
–No sé cómo explicarlo, pero confío en ella, y no podemos ya tener esto con nosotros– respondía Shigeru a su fiel compañero.
–Eres un idiota, pero te debo mucho. Te compraré algo de tiempo, sé que no puedo derrotarlo, aunque, ¿quién puede? –rió Yasuo con resignación– ve, trataré de detenerlo aunque sea un poco.
Shigeru no tenía otra opción, debía proteger esos papeles que llevaba con él –por favor no mueras… –deseó en voz baja a su compañero, y luego emprendió la huída, llegando finalmente a Aramia.
–Debes cuidar estos planos –le entregó Shigeru a Faye los papeles– están incompletos, y no deseas saber lo qué son, te lo aseguro.
–¿Eres un revolucionario? –adivinó perspicazmente la mujer. Él asintió, pero a ella le importó más bien poco y le abrazó– debes huir entonces, ¿verdad? Hazlo, yo te esperaré aquí el tiempo que sea necesario –aseguró, y él, sintiéndose tal y como un traidor, tuvo que dejar a dos personas queridas el mismo día, pero esperaba que los planos estuvieran seguros ahí. Ni siquiera quiso tomar tiempo para que le curaran algo, pues salió de ahí lo más pronto posible.
–Mejor vaya por otro lado, por ahí hay algo –le dijo Jet, pues de alguna forma sintió un peligro.
–No te preocupes, estaré bien. Protege a tu madre y hermanas –respondió el revolucionario y se fue rápido del lugar. Pero los presentimientos del chico no eran casualidad, y poco tiempo después, ya cuando el velero estaba cerca de perderse en el horizonte, un torrente de agua salió de la nada y parecía haber destruido la embarcación. Por supuesto, no se trataba de eso, sino de alguien que lo había hecho. Jet sintió miedo entonces, no sabía por qué, pero de una cosa estaba seguro, algo estaba por suceder.
Minutos después, a la isla arribó un hombre extraño, un espadachín al parecer, pues tenía una de estas armas en su espalda, ésta era de color negro y tamaño muy grande, y sus ojos, asemejaban a los de un halcón. El hombre miró hacia varias direcciones y luego de rastrear un poco, se dirigió hacia la casa de Faye. Jet trató de detenerlo, pero no le fue posible y en ese momento la pelirroja salió. Viendo a tal hombre intuyó por lo que venía.
–No pensé que alguien llegara tan rápido.
–No quiero problemas. Sólo dame esos planos. Así como están no sirven para nada, es mejor que me los des. El Gobierno los quiere, pero yo los destruiré, así que no te preocupes y dámelos pronto –le dijo Delacure Mihawk, conocido como el espadachín más fuerte del mundo. Si Shigeru hubiese estado ahí, seguramente habría preferido que Faye le entregara esos planos al Ojos de Halcón, pero ella no lo hizo, se negó, sabiendo que eran importantes.
–¿Acaso eres una revolucionaria también? –ella debió haber respondido con una negativa, después de todo no lo era, pero una estela de falla en la razón cruzó por su mente.
–¿Y qué sucede si lo soy?
–Entonces no debo preocuparme si hago pedazos tu casa –y Mihawk envió un corte rumbo a un costado de la vivienda, justo donde el rudimentario calentador se encontraba. Jet había recibido un pequeño golpe que lo había dejado inconsciente, pero justo al despertar, veía como, al mismo tiempo que el espadachín abandonaba la isla, dicha caldera que había sido atacada por este último, estallaba. El pequeño sufrió un momento de shock, en primera instancia quería ir a por Mihawk, pero luego supo que no haría nada contra él, y entonces fue a tratar de ayudar a su madre, la cual había entrado a la casa para rescatar a sus dos hijas que estaban dentro. No se pudo hacer mucho, Faye, Eve y Crista murieron ahí, mientras que Jet sufrió quemaduras, pero fue finalmente salvado por habitantes de la isla que pudieron llegar al menos para no dejar que el niño muriera.
–No pude hacer nada para salvarlas –terminó Jet su relato a Roshi– mi madre era buena, hermosa, noble y trabajadora. No merecía morir –decía, mientras apretaba sus ojos y sus dientes.
–Un fugaz enamoramiento causó una desgracia… –suspiró el viejo mientras encendía un cigarrillo.
–Shigeru pagó sus pecados cuando Mihawk lo acabó antes de llegar a nuestra isla. Yo debo hacer que ese Ojos de Halcón pague los suyos –dijo el espadachín bebiendo un poco de agua.
kaizoku ou-
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Capítulo 18 (Osore, el médico):
- Spoiler:
- El relativo silencio, dejando escuchar a lo lejos los ruidos propios del pesquero, se rompió cuando Roshi vio el costado derecho del torso de Jet y lo herido que se encontraba, por lo tanto, se dispuso a llamar a uno de los tripulantes de ese barco –¡Osore! ¿Dónde estás?
Algunos segundos después, llegó un sujeto vestido con una camisa elegante, y un pantalón de vestir negro, bastante impecable, con el cabello azul lacio, un poco largo, pasando su barbilla quizá. Justo cuando arribaba, se hacía una parte de su cabello hacia atrás.
–Oye viejo Roshi, en lugar de subir a extraños, deberías subir a extrañas.
–No empieces con tus cosas. Tiene una herida, cúralo –replicó el viejo, aunque sin enfadarse.
–Vine aquí pensando que era una chica, ahora he perdido mi motivación –dijo el médico al tiempo que se echaba su maletín a la espalda y se disponía a retirarse.
–¿Dónde está tu vocación? Deja de portarte como un tonto y atiéndelo –ahora sí, enfadado, Roshi subió la voz, haciendo que finalmente Osore se pusiera a ver las heridas del espadachín. Fue examinándolo y curándolo poco a poco, pero luego se fijó en rasguños que Jet tenía en el pecho.
–Oye… ¿No atendiste estos nunca? Vaya cicatrices, amigo, ¿vienes de un lugar sin médicos, o qué? –preguntó Osore, pero comprendió todo cuando el espadachín le dio a conocer que en su tripulación no había doctor o algo parecido.
–Fuu dijo que ella sabía curar un poco, aunque no era doctora.
–¿Fuu es una chica? ¿Es la única en tu barco? –preguntó el peliazul, extrañamente interesado de pronto en la plática.
–Están ella y Natsuki. Eres un hentai, ¿verdad?
–Soy un “gentleman” que admira la belleza femenina, eso es todo. Ahora, por favor, respóndeme otra pregunta, ¿hacia dónde se dirigen?
–No estoy del todo seguro, pero probablemente iremos lo más pronto posible avanzando por Grand Line. Nuestro capitán quiere alcanzar a alguien –explicó Jet mientras que se colocaba su chaqueta de nuevo ya después de ser curado.
–Por favor –le sonrió algo arrogante el médico– llévenme con ustedes. Tienen chicas, son piratas, van avanzando en Grand Line, es justo lo que he buscado por mucho tiempo.
–No lo creo, en este momento no es prudente. Además yo no soy el capitán –respondió Jet, haciendo trizas la esperanza del peliazul, quien al inicio se deprimió, pero luego se puso agresivo, y sacó tres partes de una vara para luego unirlas en una lanza y atacar a Jet quien se defendió con su espada.– ¿Qué diablos te sucede?
–Yo creo que una de las chicas de tu tripulación te gusta, y no quieres que este galán te las gane, ¿verdad? –se refería Osore a sí mismo al tiempo que incisivamente buscaba cualquier espacio en la defensa del espadachín– soy tan hábil con esto, como lo soy con el bisturí –aseguró el peliazul.
–Si tanto quieres estar, entonces está bien. Vaya tipo obstinado –desistió Jet de seguir peleando, pues por una parte no quería seguir esforzándose, pues todavía estaba débil, y por otra, vio que Osore era bastante fuerte, pudo saberlo con algunos golpes que éste dio y la pelea podría prolongarse demasiado, lo cual no era conveniente– pero te advierto que Blaze, el capitán, tomará la decisión si te acepta o no.
–Perfecto. Y no te preocupes, seguro que cuando llegue, tus chicas implorarán para que no me vaya nunca más de su barco –aseguró para luego ir a preparar sus cosas, pues pensó que se irían al instante. A Jet no le agradaba mucho, pero tal vez necesitaría compañía para buscar a sus nakamas. Eso sí, todavía debía pensar cómo llegar a reencontrarse con Blaze y los demás, pero Roshi le dio un pequeño empujón de ayuda. De inmediato llamó a varios de los marineros y recomendó ir a Yottsu, para poder pescar Camarón Azul Arcoiris.
–Esos son terrenos de la Federación, viejo. No podemos ir allí, el barco corre peligro y usted lo sabe muy bien –le dijo uno de los líderes.
–No hay problema alguno, este muchacho y su tripulación derrotaron a varios oficiales de la Federación. No habrá peligro alguno, y finalmente podremos ganar buen dinero con esa pesca, confíen en mí –ni siquiera Jet se esperaba que sucediese eso, pero se alegró bastante, pues había una oportunidad de volver a ver a sus compañeros.
Unos instantes después, el barco empezaba a cambiar su rumbo y gracias a una de las Eternal Pose que había recolectado en sus distintos viajes, la dirección era hacia Yottsu, aunque el mismo Jet nunca había visto ese artefacto y no sabía lo que era –vaya, es la primera vez que te veo sonriendo desde que llegaste aquí, eso es bueno. Descansa y prepárate para pisar tierra de nuevo –le dijo Roshi antes de retirarse del lugar, pero luego volvió– antes debo decirte que Osore es un buen chico. Es sólo que le gustan demasiado las mujeres y se cree muy apuesto, pero es noble y un buen peleador. No ha querido contarme su historia, pero busca desesperadamente a su madre perdida. Ayúdalo por favor y si tu tripulación puede descubrir cuál es su pasado, será muy bueno.
Jet aceptó y entonces se preparó para ver un vez más a sus amigos, sin saber que éstos estaban en problemas.
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Capítulo 19 (Federación en Cilos):
- Spoiler:
- Mientras buscaban un lugar para comer, Blaze y su grupo escucharon que los pobladores huían con terror de la playa. En medio del total desconcierto, se escuchó decir que la Federación había llegado. Ante eso, Fuu corrió hacia la costa y miró en dirección al mar.
–La corona plateada de los cinco picos, sí son ellos –afirmó la peliazul al ver un velero no demasiado grande con una bandera que tenía dicha insignia en ella. Blaze entonces se preparó para pelear, al igual que Natsuki. Por desgracia Fuu no había llevado ninguno de sus artefactos con ella, por lo que la navegante se prestó a protegerla.
El barco se acercó y en poco tiempo llegó a la costa. Sólo había un par de sujetos, uno de ellos tenía el cabello negro, largo, atado en una trenza, era delgado, con rostro afilado y serio. El otro, era también delgado, con cabello verde largo sin peinar y una sonrisa inquietante.
–Muy bien Shinta, tú… ¿dónde se ha metido? –preguntó Blaze al no ver a su pequeño tirador por ningún lado. Se olvidó del asunto por un instante y preparó sus manos para cualquier eventualidad. De pronto, creyó ver una extraña estela y más tarde ésta la golpeó en el rostro. No le había causado daño, pero no dejaba de ser bastante extraño.
Mientras tanto, el tipo de la trenza, tenía su puño a la altura del rostro, como si acabara de lanzar un golpe, el mismo que había llegado a tocar a Blaze.
–¿Son ustedes los que hicieron el desastre en Criolla? –preguntó ese mismo sin subir la voz, con bastante tranquilidad.
–Somos nosotros, ¿qué quieren aquí? –comenzó Blaze a fabricar bolas de acero con ambas manos.
–También eres usuario de fruta… No importa, te acabaré con mi Shintou-Shintou no Mi –afirmó y lanzó un golpe al aire, que luego al parecer viajó y dio de lleno en el rostro de Blaze, quien afortunadamente, era como si estuviese hecho de acero.
Mientras tanto, el otro fue tras de Natsuki y Fuu. Afortunadamente él no conocía a la familia real de Yuki, por lo que no reconoció a la peliazul. Natsuki creció hasta el tamaño cercano al de un Kyojin y se dispuso a tratar de aplastar al atacante, que se trataba de Kazuya.
Blaze pensó que sería una pelea sencilla. Esos golpes no le iban a afectar en nada y tarde o temprano terminaría derrotando a Masashi, pero éste era muy rápido, y a cada golpe que lanzaba, éste se volvía más fuerte y algo más dañino. Podía lanzar sus estelas con ambos manos y piernas. No era cortante, era como un impacto que salía desde su cuerpo y podía viajar por el aire. A pesar de ser como de acero, Blaze ya estaba resintiendo algunos impactos, y Masashi era cada vez más rápido, era de no entenderse. Cualquier cosa que el pirata usara, no podía alcanzar al enviado por la Federación.
Natsuki por su parte, logró pisar a Kazuya, pero no podía aplastarlo por la arena de playa, y además sintió algo bastante asqueroso en su pie derecho. Lo levantó y vio algo viscoso y verde pegado a la planta del mismo –¡aghhh, qué asco! ¿Qué es esto?
–Es parte de mi poder, lindura. Cuida que no caiga cerca del rostro, porque podrías enfermarte gracias a mi fruta Furei-Furei –advirtió Kazuya.
Fuu, quien estaba cerca de ahí vio por un momento al residuo verde y se dio cuenta de que Kazuya no estaba mintiendo –ten cuidado Natsuki, esa cosa es como un residuo nasal.
–¿Residuo nasal, qué es eso? –preguntó la navegante sin idea alguna.
–No me hagas decirlo…
–¿Decir qué?
–Son mocos… –reveló con algo de vergüenza la princesa haciendo que Natsuki tomara una actitud de asco todavía peor. Desafortunadamente se distrajo y sufrió las consecuencias.
–¡Baño Furei! –Kazuya sacó de su cuerpo una gran cantidad de líquido verde y viscoso, y prácticamente bañó el rostro de Natsuki, la cual intentó golpear a Kazuya, pero éste resbaló el ataque y salió ileso. Él también era algo viscoso y por lo tanto, difícil de golpear.
–Acéptalo lindura, no vas a poder contra mí, mejor ríndete y tal vez ese idiota de Masanori no los mate –dijo Kazuya quedándose quieto, lo cual fue un grave error, pues de pronto se vio envuelto en una red. Shinta no había huido, sino que había buscado un punto para poder atacar desde lejos.
–Activa el otro mecanismo –le dijo Fuu y el chico apretó un botón de una nueva arma que tenía, éste hizo que la red se redujera hasta dejar sin movimiento alguno a Kazuya.
–Gracias Fuu, esta arma que hiciste funciona a la perfección –bajó Shinta del techo de una de las construcciones altas que había por ahí. Ya sólo faltaba que Blaze saliera ileso, pero tenía sus problemas con Masashi. El pirata tenía sus dos manos juntas y estaba haciendo algo. Ya había fabricado un extraño poste en forma de número “7” y lo había clavado en la arena. Ahora estaba haciendo algo más, parecía ser más grande, mientras resistía los golpes cada vez más fuertes de su enemigo, el cual no parecía entender qué pretendía el hombre-acero.
–Listo, terminé –mostró un Blaze ya goteando algo de sangre por su boca, una especie de hélice. Esquivo a Masashi y la colocó en el poste que anteriormente había hecho, luego la hizo girar– me di cuenta de que usas el aire para tus “impactos”. Trata de seguir usándolo así –sonrió el capitán pirata y tenía razón, pues con la hélice, toda la corriente de aire estaba en contra del invasor. Con todo en contra, Masashi intentó retirarse un poco de esa zona, pero ya sin su velocidad, Blaze lo alcanzó con una enorme cuchilla saliendo de su mano derecha– no quiero matarte, pero tampoco te ibas a ir así como así –lo acorraló justo cuando sus amigos llegaban con Kazuya en la red.
Masashi quedó inconsciente, pero Kazuya todavía estaba moviéndose dentro de su aprisionamiento, por lo que Blaze se acercó a él y lo amedrentó de inmediato –¡dinos rápido! ¿Dónde está la princesa Yuki?
Pero al contrario de lo que pudiera pensarse, Kazuya soltó “la sopa” rápidamente –yo no sé donde la tienen, Masanori nunca nos lo ha dicho.
–¿Pero ella está viva? –preguntó Fuu nerviosa y emocionada a la vez.
–Sí, tengo entendido que sí.
–¿Pero por qué? –volvió a preguntar la inventora y cocinera, quien no entendía el por qué Masanori no se había deshecho de su hermana y de ella.
–No lo sé –respondió Kazuya, desanimando a Fuu– ese idiota de Masanori nos paga bien, pero no sabemos de todos sus planes o cosas que tiene en la cabeza. Nosotros ni siquiera hemos entrado al palacio nunca.
Blaze pidió la situación de la Log Pose, y ésta ya estaba cargada, así que era mejor salir de ahí de inmediato. Dejarían por ahí a sus enemigos, ya no importaban demasiado, sobre todo porque estaban fuera de combate y los lugareños llegarían pronto seguramente.
–Cuidado lindura, no vayas a resfriarte –advirtió desde dentro de la red Kazuya a Natsuki, aunque los piratas pensaron que el peliverde se refería a lo desvestida que siempre estaba la navegante, pues sólo llevaba un top y un minishort.
Al llegar al Steeler, lo primer que Natsuki hizo fue entrar a ducharse, para lavar toda la porquería con que había sido literalmente bañada. Blaze pidió entonces a Fuu cuidar la Log Pose, y aunque ésta insistió en, no curarle, pero al menos tratarle un poco las heridas, el capitán se negó y prefirió ir a dormir.
–Aún pienso que debimos hacerles algo a esos sujetos, como lanzarlos al mar o algo así –decía Shinta mientras veía como se alejaban poco a poco de Cilos.
–La venganza no es la respuesta. Lo mejor es seguir adelante –comentó Fuu.
–Bueno, recuerdo que Jet viajaba por venganza o algo a… sí... – se arrepintió el tirador de mencionar al espadachín, pues la cocinera no escondió el pesar de remembrar el sacrificio de su nakama por ayudarlos– no te preocupes Fuu, él está vivo, y seguro que regresará, ya lo verás –afirmó Shinta, aunque ni él mismo estaba muy seguro de ello.
Se hacía noche y fue justo cuando Natsuki terminó de bañarse que entró a su camarote donde Shinta ya estaba preparándose para dormir –¿no podrías ponerte algo? –preguntó enfadado el adolescente, pues la joven sólo estaba en ropa interior. Ella sonrió y luego sacó una blusa larga para usarla como pijama.
–¿Así está bien, Shinta-chan?
–¡No me digas así! Ni que fuese tu hermano menor. Y sí, así estás bien.
–Vamos, no seas gruñón. Tú puedes decirme onee-san –sonrió la navegante, y luego de que Shinta se enfadara de nuevo, notó que el rostro de la joven estaba realmente rojo– sí, tengo algo de calor, no sé por qué –dijo ella antes de acostarse en su cama, mientras que Shinta dormía a un lado de la misma en una colchoneta que estaba al ras del suelo.
Blaze ya tenía varias horas hundido en el sueño, Fuu acababa de conciliarlo luego de pensar en su hermana, a la que hora sabía con vida, y finalmente Shinta ya tenía algunos minutos de estar durmiendo, cuando sintió que algo le cayó encima, abrió los ojos y vio como su cara estaba siendo “atacada” por un par de enormes pechos.
–¡Ya vas a empezar! ¿No puedes estar sin caerte de la cama? –se enfadó el chiquillo, pero cuando le tocó a la chica uno de sus brazos para quitársela de encima, notó que estaba muy caliente. Eso le llamó la atención y luego pasó su mano por la frente de la navegante –estás ardiendo –le dijo, pero ella no escuchó, estaba aún dormida, pero respirando con dificultad y sudando a chorros.
Como pudo la subió de nuevo a la cama y salió a por Blaze y Fuu. El capitán se levantó con pesadez, pero al escuchar que Natsuki estaba enferma se preocupó y se apresuró para ver a su nakama. Era evidente que tenía algo complicado, a cada segundo su temperatura subía y Fuu intentaba controlarla con cuidados caseros, pero eso no iba a curarla. Los tres pasaron en vela toda la noche, aunque Shinta cayó rendido cerca del amanecer.
El tirador despertó cerca del mediodía y de inmediato quiso ver cómo seguía la navegante, pero el panorama no era alentador, incluso, parecía estar peor que el día anterior. Natsuki ensanchaba su pecho de una forma preocupante al respirar y mientras Blaze se culpaba por ser un capitán descuidado y dejar que esto pasase; Fuu insistía en que sólo debían llegar a Yottsu y esperar que encontraran rápido un médico para la castaña. Shinta no pudo evitar derramar unas lágrimas por ella.
–¿Por qué ya no sonríes como siempre, ni sales desnuda o en ropa interior? No me importa si roncas en la noche o haces un montón de ruido al despertar, Natsuki… has las tonterías de siempre, por favor, puedes decirme Shinta-chan, eres mi onee-san, pero… por favor… despierta y ponte bien, por favor, onee-san –sollozaba el pre adolescente.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 20 (Guerra a la vista):
- Spoiler:
- Osore preguntaba a Jet muchas cosas sobre sus dos compañeras de tripulación, hasta casi hartar al espadachín, pero justo fueron interrumpidos por el ave del periódico que llegaba. Osore metió una moneda en la pequeña maleta del pájaro, y tomó el diario, que tenía en su primera plana la noticia del momento –esos de la marina se están metiendo en un gran problema –sonrió interesado el médico.
–¿Qué dice? –preguntó Jet.
–Van a ejecutar a Portgas D. Ace, comandante del segundo cuerpo de Shirohige –reveló– ¿qué? ¿No sabes quién es? Shirohige es el pirata más poderoso de este mundo. Con miles de piratas a su cargo, es el hombre más fuerte de todos, temido por cualquiera, y ahora la marina lo está retando. Seguro que de esa guerra salen muchos muertos, por ambos lados.
Y justo cuando Osore comentó esto último, Jet recordó a Ayaka. Era extraño que ella estuviese en aquel lugar donde se habían encontrado por última vez, y se debía a que estaba en camino a los cuarteles generales de la marina. Seguramente participaría en esa guerra.
–¿Qué pasa? ¿Te asustaste? ¿Tienes algún amigo en la marina? –preguntó Osore al ver el rostro del espadachín que tenía a la capitana esgrimista en su mente.
No, es sólo que… me imagino que mucha gente morirá… –dijo y luego pensó en la rubia– “Ayaka, cuídate, no vayas a morir ahí”.
Justo en ese momento, la capitana Ayaka, que llegaba a Marineford sólo 36 horas antes de la ejecución de Portgas D. Ace, estornudaba– seguro que alguien habla de mí –se cubrió la boca mientras bajaba de su acorazado junto a Hanako luego de haber dado instrucciones a sus reclutas. Avanzó por la entrada y finalmente se introdujo a los cuarteles. Justo en una intersección de pasillos fue detenida por otro marine.
–Tiempo sin verte –dijo él, un hombre de estatura normal, bien vestido y con su capa de oficial. Cabello negro muy corto, ojos pequeños y algunas pecas en las mejillas. Aún así, su rostro no era muy amigable. La rubia abrió grandes sus ojos y luego él se acercó a besarla, aunque de forma casual y no apasionada– ¿dejaste escapar a un pirata? –luego preguntó.
–No pude preverlo. Pero no era nadie importante.
–No importa, parece que sigues teniendo fallas como marine. Si sigues así, nunca llegarás lejos –aseguró mientras, sin mirar a la rubia, se acomodaba las mancuernillas de la camisa– debo retirarme, te veré luego –le dijo él. Era el Contraalmirante Kazuhiko.
–Menudo novio –musitó Ayaka cuando él estaba lejos– parece que sólo me regaña, ni siquiera un cumplido y eso que hacía ya dos meses que no nos veíamos. Supongo que debería elegir mejor a mis compañías –dijo con un poco de sarcasmo para luego seguir su camino. Eso sí, podía respirarse el nerviosismo por todo el cuartel. En pocas horas iniciaría una cruenta batalla, pero sus pensamientos se desviaron de su mente cuando casi chocó con el vicealmirante Garp.
–Buenas, Garp-san, ¿viene llegando?
–Fui a Impel Down –respondió el viejo, con su gran sonrisa de siempre– pero mírate Ayaka-chan, te has vuelto toda una marine –rió con violencia el viejo oficial dándole una palmada en la espalda a la joven. Al lado de Garp, estaban Koby y Helmeppo, quienes estaban algo temblorosos.
–¿Cómo cree que saldrá todo esto, Garp-san? –preguntó más seria la rubia.
–Será duro –se puso algo más serio– seguramente muchos no sobrevivirán, pero ustedes tienen que salir bien de esto, son los nuevos marines, los que vienen detrás de nosotros. Aunque algunos tienen que mejorar todavía mucho, bwa, ja, ja, ja –se refirió él a sus dos pupilos y luego se despidió para retirarse y prepararse para lo que se venía– cuídate mucho Ayaka-chan. Cuando estés ahí afuera, piensa en lo que más te importa, y eso te dará fuerza.
Mientras tanto, el barco pesquero, con Jet y Osore en la proa, se acercaba hacia Yottsu. A pesar de tener un buen peleador como el médico peliazul, el barco nunca se había atrevido a acercarse a esa zona. Eran dominios totales de la Federación, pero si Roshi había insistido, se debía a que tuvo confianza en ese joven recién conocido.
– Ahí están –señaló Osore el inicio de una fila de pequeños veleros, cubriendo la costa de Yottsu.
–Hay que atacarlos antes de que ellos lo hagan –dijo Jet y lanzó un par de cortes voladores que hundieron cinco embarcaciones pequeñas. Los marinos se dieron cuenta entonces del por qué de la confianza de Roshi, e incluso él mismo se sorprendió, no esperaba ese tipo de ataque por parte del espadachín.
Los disparos de los siguientes barcos guardianes no se hicieron esperar, pero tanto Jet con su espada, como Osore con su lanza, desviaban absolutamente cualquier proyectil que se acercara a su embarcación pesquera –tú concéntrate en seguir destruyendo a esos tipos, yo desvío todo lo que se venga –dijo Osore y el espadachín entonces siguió lanzando sus cortes voladores, aunque pronto se iba cansando, no era tan sencillo seguir ese ritmo.
–Será bueno que ustedes bajen y vayan acabando cuerpo a cuerpo con ellos –recomendó Roshi, quien llegó a la proa.
–No juegue, viejo. Si hacemos eso, quién va a detener sus ataques –replicó Osore, pero luego el anciano demostró sus destrezas adquiridas como pirata en el pasado, y con un rápido movimiento de sus manos, el viento iba desviando las balas enviadas por los enemigos.
Primeramente azorados, pero luego motivados, Jet y Osore, aprovechando no ser usuarios de Akuma no Mi, se lanzaron al mar, subieron a uno de los pequeños veleros y así fueron acabando con cada uno de ellos, saltando de uno a otro, hasta que apareció otro más grande, y con un hombre robusto de poco cabello, boca grande y dientes de fuera, vistiendo sólo un pantalón y portando una espada enorme –¿creen que pueden acabar con la flota de Klass e irse así como así? ¡Voy a acabarlos en este instante! –vociferó, pero debido a esto, ya no pudo reaccionar a lo que se venía.
–¡Ookami no Higyou! –como una centella, Jet saltó desde un velero cercano y terminó del otro lado del barco más grande, ya a espaldas de Klass quien alcanzó a ver como su espada se hacía pedazos para más tarde caer gravemente herido. Luego de eso, la flota dejó de atacar al pesquero y ya casi se podía decir que habían llegado a Yottsu sanos a y salvos.
–No celebren todavía –les dijo alguien que estaba más lejano. Un hombre con una gabardina negra, cabello rubio largo, abundante y alborotado, y un par de lentes de sol de tonalidad azul que le tapaban sus ojos. A su lado había dos piratas más, vestidos ambos iguales, con pantalón gris y camiseta de franjas verdes y blancas, además de un pañuelo rojo en la cabeza, cada uno con una espada corta, parecida a la cimitarra árabe.
Osore, viendo que el barco pesquero no corría ya más peligro, se adelantó y atacó de inmediato al de la gabardina, pero éste se defendió con una especie de garras, las cuales tenía atadas desde el antebrazo y se extendían cerca de veinte centímetros con cuatro afiladas extensiones cada una.
–Número cuatro de la Federación, ‘el Lapan’ Dirgen' –se presentó, con una sonrisa sedienta de sangre.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 21 (El reencuentro):
- Spoiler:
- –Debíamos llegar juntos –reclamó Jet al peliazul cuando arribó al último barco de la flota.
–Tú ya te luciste, ahora déjame a mí –respondió Osore al tiempo que se ponía en guardia para comenzar su pelea con Dirgen, mientras que Jet era abordado por los otros dos sujetos, de nombre Aka y Ao, quienes atacaban en un patrón perfecto para parejas, lo que no lo hacía fácil para el pirata.
Dirgen era rápido, fuerte e incisivo en sus ataques, y aunque Osore podía mantenerlo a distancia, las garras del primero lo protegían a la perfección de la lanza de este último. Luego de algunos movimientos, finalmente Dirgen rasgó el pecho del peliazul. Jet tampoco la pasaba demasiado bien, no era fácil pelear contra dos al mismo tiempo y menos que eran hábiles y con armas tan rápidas de usar.
El espadachín entonces se dispuso a correr por la plancha del navío, como si estuviese huyendo. Osore por su parte había hecho un par de rasguños a Dirgen, y lo hizo retroceder, pero cuando pensó que ya lo tenía, el guardia logró atrapar la lanza con sus dos garras, se suponía que era una situación donde ninguno podía atacar, por lo que Osore pensó tener ventaja e ideaba finalmente acabar con las garras de Dirgen girando y haciendo un pequeño truco con su lanza, pero el guardia se le adelantó, al darle una soberbia patada en las costillas. Gracias a esto, la pelea se volvió prácticamente de un solo lado.
Jet se dio cuenta de que era momento de actuar y dejó de huir. Su plan había funcionado, pues Aka era un poco más rápido que Ao y tocó enfrentar al pirata de forma solitaria, por lo que mucho no duró, su sable fue rápidamente destrozado por la Kangaiishi de Jet, y el turno tocó al otro guardia, quien no duró demasiado tampoco. Jet entonces cargó hacia Dirgen evitando que sus afiladas garras hicieran más daño en Osore.
–¡No te pedí que me ayudaras!
–¡Cállate! Este sujeto no es cualquier cosa y no es nuestra prioridad acabar con él. Sólo hay que llegar a Yottsu y ya –respondió Jet al peliazul, dándose además cuenta de que lo que decía, era totalmente cierto. Dirgen era mucho más fuerte que cualquiera de los otros guardias que los que se habían enfrentado antes. Sin embargo, al verse en desventaja numérica, y en lugar de forzar su suerte, decidió retirarse pues algo le decía que volvería a verse con esos piratas.
Estás respirando raro, seguro que te ha roto una costilla –señaló Jet al ayudar a Osore a levantarse.
–No te preocupes por mí, estoy bien. Mi orgullo está más herido –se hizo el fuerte, quitándole las manos a Jet, quien lo intentaba poner de pie tomándolo de los brazos. Justo en ese momento, el pesquero se abría paso por los pequeños veleros ya sin tripulantes, o destruidos. Roshi saludaba desde la proa, aunque con sus manos un poco ensangrentadas. Al llegar a Yottsu, Osore se dispuso a curar primero al viejo, al tiempo que una multitud de personas llegaban tras percatarse de la batalla.
–Deberías tratarte primero, apenas si puedes respirar –le decía Jet, pero el peliazul no hacía caso alguno. Terminaba de poner las vendas a una mano del viejo y rápidamente se apresuraba con la otra, luchando contra sus propios gestos de dolor.
Entre la muchedumbre de aquella isla boscosa, pero con una playa bastante rocosa, llegó un hombre algo gordo, con bigote negro y vistiendo una ropa de militar color verde, y el cual no parecía ser muy listo –¿dónde está Dirgen? –buscó con su vista por todos lados.
–¿El tipo con las garras? Se fue, al menos por ahora.
Cuando Jet respondió eso, el pobre sujeto abrió sus ojos grandes y dejó su boca entrecerrada para luego temblar y caer de rodillas y ponerse a llorar –si se ha ido… ¿quiere decir que somos libres? –y al decir esto, la multitud enmudeció, para luego enloquecer de alegría y regresar, al menos la mayoría de ellos, a sus casas y a sus pueblos, para avisar de lo sucedido, mientras que otros se quedaron para hacer las preguntas.
–Soy el alguacil de este pueblo. Bueno, al menos lo era antes de que la Federación invadiera y matara a los líderes anteriores, y en este tiempo sólo traté de proteger a la gente de Dirgen y los suyos. Mi nombre es Clay –se presentó y Jet entonces explicó brevemente lo que hacían ahí –¿sólo por pescar? Deben gustarles mucho los camarones arcoíris.
–No importa mucho, ¿sabes si ha llegado o pasado por aquí un barco, una fragata con vivos azules y una serpiente marina como proa? –cuestionó Jet, refiriéndose al Steeler. Clay entonces puso su dedo en su boca y empezó a pensar, o a tratar de recordar, pero no lograba reconocer si ese barco había pasado días anteriores por Yottsu, hasta que miró al horizonte, a la espalda de Jet.
–¿Se parece a ése? –señaló Clay. Jet volteó entonces y con incredulidad, vio a dicha serpiente marina de color azul, a esas enormes velas y el casco de madera sin ninguna pintura. El espadachín caminó un poco, mojándose la parte baja de sus pantalones al entrar en el agua de la playa para más tarde derrumbarse haciendo que el agua llegase a sus muslos. Sabía que eran ellos.
El Steeler se acercó cada vez más. Cerca de la proa había una figura, sus cabellos eran azules de un tono muy claro y miraba de un lado hacia otro, azorada por ver la flota destruida –Fuu… –musitó Jet al reconocer a la chica, aunque se preguntó dónde estarían los demás, quienes no se veían por ningún lado. Él se levantó y miró fijo a la serpiente marina que fungía como proa, llamando así la atención de la mirada de Fubuki, quien afinó sus ojos y no tardó en reconocer al espadachín. No esperó a que el barco se detuviera, aunque ya estaba éste en vías de hacerlo, y saltó desde donde estaba hacia el agua. Nadó un poco y luego ya pudo ponerse de pie para correr y abrazar a Jet. Él sonrió y luego puso sus brazos alrededor de la chica, quien estaba llorando.
–¡Estás bien! –levantó ella su cabeza para verlo a los ojos.
–No llores, ¿no te dije que lo más importante es tu isla? Te preocupas demasiado.
–¡Cállate! ¡No voy a perdonarte si vuelves a hacer esto! ¿Me escuchaste? ¡No lo vuelvas a hacer!
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Capítulo 22 (Médico en la tripulación):
- Spoiler:
- Para Jet, era reconfortante finalmente sentir el abrazo de Fuu y esa preocupación que en ocasiones emanaba de ella. Jet podía decir que había vuelto a casa, aunque ese hogar más bien lo había encontrado a él –¿dónde están los demás? –preguntó el espadachín, haciendo recordar a Fuu la situación por la que la tripulación pasaba.
–¡Es cierto! ¡Natsuki, ella… se enfermó y…! –exclamó exaltada mientras las manos le temblaban y las llevaba a la cabeza– No sabemos qué hacer –dijo cabizbaja, pero aun así Osore alcanzó a escuchar, y en cuanto terminó el último vendaje de Roshi, se dirigió al barco, el cual estaba encallando más por fuerza que por que alguno de los tripulantes lo detuviera, por lo mismo Jet se dispuso a hacer su primera labor a su regreso al barco, y ésta fue subir las velas de inmediato.
–¿Quién es él? –preguntó Fuu viendo que Osore buscaba por donde entrar.
–Es confiable, supongo –afirmó el espadachín desde el mástil principal, donde ataba la vela mayor para que ésta no siguiera recibiendo el viento y, por consiguiente, el barco siguiera siendo empujado– es por esa puerta, torpe, además tal vez deberías ver tus costillas –pisó cubierta finalmente Jet tras subir al menos las velas más grandes. Él también quería ver a Natsuki y estaba preocupado por ella.
–Torpe serás tú, y no podría curarme a mí mismo si alguien está enfermo, y mucho menos si es una dama. Si fueses tú, me lo pensaría.
Al mismo tiempo que ambos estaban por los pasillos del Steeler, de la puerta del camarote de Natsuki, Shinta salió sorpresivamente, topándose de frente con Jet y cayendo entonces de espaldas por el encuentro –¿qué diablos…? –se dolió un poco y se incorporó para luego levantar la vista –Jet…
–No hay tiempo de nada, deja pasar a Osore.
–¿Quién es? Y no puede pasar, Natsuki está enferma.
–Precisamente por eso –respondió Jet y apuró a Osore, quien al entrar se dio cuenta de inmediato de la fiebre que tenía la joven, y también, por supuesto, se percató de que era bastante bella. Blaze estaba ahí mismo, descansando, pero sin dormir. Al ver a Osore trató de reaccionar pero luego miró a Jet por la puerta, quien le asentía. El capitán dudó por un momento pero luego salió y así, los tres fueron a cubierta, donde lo primero que Blaze hizo fue golpear en el rostro al espadachín, derribándolo. Shinta no supo entonces qué pensar, la acción lo había tomado desprevenido.
–¿Qué te hizo creer que tenías que hacer eso? ¿Te pusiste a pensar en lo que sentimos cuando te fuiste? ¡Pensábamos lo peor, idiota! –le dijo, pero luego le ofreció su mano para levantarlo– si vuelves a hacer una tontería de ese tipo, te echaré a patadas de este barco, ¿entiendes?
–Sí, capitán –sonrió Jet para, al levantarse– Shinta, ve a vigilarlo –se refirió a Osore– tiene mi confianza como médico, pero le gustan las chicas lindas –Shinta fue rápido a ver al peliazul, pero éste no estaba haciendo algo malo. Justo revisaba la garganta de Natsuki y terminaba de tomar la temperatura.
–Tu amiga está bastante enferma, pero no te preocupes, no morirá. Ahora por favor espera afuera –le dijo, y aunque Shinta no quería dejar sola a Natsuki con ese chico, finalmente cedió, para salir a cubierta y escuchar lo que Jet tenía que contarles sobre todo su viaje y el cómo conoció a Osore. Omitió su encuentro con Ayaka. Así mismo, sus compañeros le contaron lo que habían pasado durante su ausencia.
–Ya está mejor. La fiebre debe comenzar a bajar en las próximas horas y no tardará en despertar –dijo Osore mientras que salía de los camarotes del Steeler.
–¿Necesita que la cuides todo el tiempo? –preguntó Jet.
–No, estará bien hasta el día de mañana.
–Entonces es hora de que te cures tus heridas.
–Qué ruidoso… ya lo haré –respondió y acercó su maletín, se sentó en la cubierta y con sus manos, comenzó a acomodarse las costillas rotas, gimiendo de dolor, y a la vez deteniendo con un gesto a sus nuevos nakamas, para evitar que le ayudaran.
–¿Estará bien? –preguntó Fuu al ver las dolencias del peliazul quien ya se ponía sus vendajes, pero Jet le hizo saber que el médico no tendría problemas. En ese momento Clay llegó cerca del barco e invitó a todos a pasar la noche en el pueblo, como agradecimiento, pero debido a los cuidados de Natsuki, los piratas tuvieron que declinar la invitación.
Además, Osore ya se había quedado dormido, o tal vez desmayado del dolor –y decía que estaba bien… –musitó Jet y luego junto a Blaze, lo llevaron a un camarote para que descansara, luego de todo el desgaste del día.
–Tú también tienes que descansar Fuu, no has dormido mucho en estos días –casi la mandó el capitán Blaze y ella aceptó, de igual forma Shinta se fue a seguir cuidando a Natsuki, esperando que, como Osore había dicho, despertara pronto. Por tanto, en cubierta sólo se quedaron Blaze y Jet.
–La vi –le dijo sonriendo el espadachín cuando ya no había nadie más que ellos dos.
–¿A quién? –preguntó Blaze, pero luego lo imaginó– ¿a tu novia? –cuestionó sonriendo.
–Vi a Ayaka. Ella fue quien me ayudó a escapar de los marines.
–Y algo pasó entre ustedes, ¿verdad? Si yo siempre supe que hacían buena pareja.
–¿Cómo sabes que pasó algo?
–Porque siempre que digo que es tu novia, tú te enfadas, pero ahora no lo hiciste –rió el capitán.
Así, Jet comenzó a relatar lo que había sucedido entre él y Ayaka en esa celda del acorazado marine, y así también de lo que se había enterado, la Marina estaba a punto de tener una guerra con Shirohige y seguramente la rubia esgrimista estaría por ahí –espero que no le suceda nada.
Blaze no supo qué decir. Al margen de Ayaka, le emocionó bastante el hecho de una batalla entre la mayor fuerza de la marina y el pirata más poderoso del mundo. Luego de la plática, el capitán sentía la necesidad de dormir, no sólo por su naturaleza, sino porque realmente estaba bastante cansado con lo que había sucedido los últimos días, pero antes su curiosidad le venció –¿y qué vas a hacer si la vuelves a ver? ¿Harás que se vuelva pirata? ¿O te convertirás en marine?
–No lo sé –respondió Jet –sólo sé que quiero verla de nuevo –se retiró a su cabina.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 23 (Ella es mi madre):
- Spoiler:
- A la mañana siguiente, el espadachín despertó debido a golpes en la puerta de su pequeña habitación, con pesadumbre se vistió y abrió la puerta. Era Fuu, quien sonriente le llevaba un plato con su desayuno –siento no tener algo en que puedas apoyar, pero utilicé la que tenía para llevarle el desayuno a Natsuki.
El buen humor se había apoderado de la princesa, siendo que todos sus nakamas estaban ya reunidos, y es por eso que le habían dado ganas de llevarle el desayuno a la cama a cada uno de ellos. Jet tomó el plato pero luego reparó en lo dicho por Fuu, tal vez había sido su imaginación, pero escuchó sobre el desayuno a Natsuki.
–Sí, ella despertó muy temprano, justo como Osore-kun lo dijo. Él hizo un buen trabajo –le dijo Fuu, aunque al final se sonrojó, cosa que el espadachín notó de inmediato.
–¿Intentó ligarte, verdad?
–Ehh, bueno, algo así, cuando le llevé el desayuno –contestó ella tímida– pero escapé –sonrió mostrando su mano derecha con su pulgar levantado. Jet supo entonces que pronto la tripulación se acostumbraría a Osore y su adicción por las chicas. Probó algo de su desayuno y luego se apresuró a ver a Natsuki. Todos los demás de la tripulación estaban por ahí ya, en el camarote que ella compartía con Shinta.
–¡¡Jet!! –Saltó ella de su cama al verlo y lo abrazó, prácticamente colgándose de él –¡regresaste!
–Sí… ya estoy aquí… pero deberías vestirte un poco –respondió él, pues la joven sólo estaba en ropa interior. Ella sonrió y luego volvió a meterse en su cama, vio a Shinta quien estaba literalmente devorando su desayuno. Él se dio cuenta de que estaba siendo observado y replicó de inmediato.
–Me dijiste onee-san… ¡Sí, me dijiste onee-san, Shinta-chan! –por alguna razón, entre sus delirios causados por la fiebre que había sufrido en las noches anteriores, alguna parte de su mente aún estaba receptiva y pudo captar esas palabras de parte del pequeño tirador.
–¡No es cierto! Yo… sólo… –las risas de sus amigos ahogaron la respuesta de Shinta quien tuvo que resignarse a un abrazo de la navegante. Justo en ese momento, se escucharon algunos gritos, Jet y Fuu salieron a ver de lo que se trataba. Clay, el alguacil de Yottsu, los saludaba desde la arena de la playa y los invitaba al pueblo, después de todo, ellos habían salvado a la isla, y lo que más le sorprendía era que no había refuerzos por parte de la Federación.
–Tal vez hasta la rebelión pueda llegar… Tal vez ella venga –dijo en voz baja, como sólo para sí, pero ambos piratas pudieron escucharlo y preguntaron a quién se refería con “ella”– tal vez les parezca extraño, pero Aoi Yuki-sama misma es parte de los rebeldes contra la Federación –sonrió, pero Fuu saltó desde la cubierta del Steeler cayendo encima del alguacil.
–¿Hablas de la reina de Yuki? ¿Ella está viva? –le tomaba ella de su camisa, sacudiéndole la cabeza contra la arena.
–Oye, tranquila Fuu, déjalo –bajó Jet a detenerla, y cuando ella volteó a verlo, estaba llorando, pero con una sonrisa en sus labios.
–Mi mamá… ¡Mi mamá está viva!
Clay no reaccionó sino hasta unos segundos después. Miró fijamente a Fuu y se dio cuenta de que era muy parecida a la reina Yuki, sólo que con el cabello más corto y, obviamente, más joven. Tras esto, inmediatamente se hincó e la playa y veneró a la ahora pirata –princesa, usted también está viva, Aoi Yuki-sama se pondrá feliz si llega a venir.
El alguacil explicó que ocasionalmente, más al inicio de la rebelión, la reina Yuki lograba llegar a escondidas a Yottsu y probablemente a otras islas, para ver la situación. Sin embargo, jamás había podido hacerlo en la isla de Yuki. Fuu se esperanzó en ver a su madre de nueva cuenta.
–Creo que ya sé la razón por la cual tú estás viva. Ellos buscan algo de tu madre, y si quieren atraerla, creo que ustedes son más valiosas para ella que el propio reino. Estoy seguro que tu hermana sigue viva entonces –afirmó Jet.
Fuu se sentó en la playa, por algún motivo se sentía exhausta. Tragaba saliva y, con sus manos, apretaba la arena de la playa, sin intentar tomar algún grano de entrada, su vestido junto a sus rodillas, se mojaron por la aparición de la marea, la cual recibió algunas gotas, pero no de agua, sino de lágrimas. Lágrimas que resbalaron por las mejillas de la joven y finalmente cayeron despegando de su barbilla. Fuu entonces, cerró sus ojos y empezó a respirar por su boca, para luego llorar escandalosamente unos segundos. Cuando esto se volvió sollozo, Jet se sentó junto a ella y le rodeó la cabeza con el brazo para apoyarla en sí mismo.
–Te preocupas mucho, como siempre. Verás que pronto vuelves a verla.
Pronto, los demás nakamas de Fuu supieron la noticia y la alegría se apoderó del Steeler, incluso de Osore, quien no sabía mucho del tema, pero era suficiente para él que una de las chicas estuviera contenta.
A mediodía, los piratas finalmente aceptaron la invitación de Clay para ir al pueblo. Yottsu era una isla hermosa, con edificios antiguos de una arquitectura detallada hasta la exageración, calles empedradas, aunque algunos lugares visiblemente destruidos hacía poco tiempo. Restaurantes sobre la banqueta, le daban colorido a las calles principales, aunque la mayoría estaban vacíos.
Clay caminaba frente a los piratas, anunciando a los ciudadanos que los jóvenes eran los héroes que habían alejado a Dirgen y a la Federación, al menos momentáneamente. Fuu veía la calle y sus alrededores, y recordaba que ya la conocía.
–Esta avenida solía ser hermosa –decía la ojiazul –vine en varias ocasiones cuando era niña. Puedo ver el daño que la Federación ha hecho a este lugar, y a donde quiera que llegue –suspiró– mi madre nos traía a mi hermana y a mí, y comprábamos muchas cosas. Ella era muy alegre, y le encantaba hacer bromas.
–¿Tu mamá es bromista? –le preguntó Blaze.
–A pesar de ser reina, mi mamá tiene alma de pirata. Yo llevo sangre de pirata –sonrió, causando la sorpresa en Blaze y Jet, mientras que Shinta “protegía” a Natsuki de los coqueteos de Osore– mi padre era pirata. Él llegó a la isla con su tripulación, y se quedó ahí, con mi madre. Mi abuela debió haberse enojado muchísimo porque era muy estricta, aún la recuerdo porque murió cuando yo tenía 8 años. MI madre es rebelde y siguió su corazón, a mí me parece romántico –sonrió cerrando sus ojos al mismo tiempo, mostrando que le hacía feliz hablar sobre su madre, sobre todo ahora que sabía con seguridad que estaba con vida. Blaze y Jet por su parte no entendieron mucho lo de “romántico”, pero les dio igual.
Cuando los piratas, guiados por Clay, todavía seguían caminando por la calle, los gritos de alguien los hicieron detenerse. Un chico flacucho y bastante joven se acercaba corriendo hacia donde estaban ellos, y con sus gritos llamaba agitadamente a Clay –hay un barco acercándose, Clay-san –le dijo el joven.
–¿Es pirata o algo así? –preguntó el alguacil.
–No tiene insignia, y es chico. Es que hace mucho que no llegaba un barco y me he emocionado –respondió el chico un poco apenado al final. En lo que Clay demoró un poco en pensar la situación, alguien salió corriendo a toda velocidad hacia la playa.
–¡Fuu! ¿A dónde vas? –la llamada de Blaze no detuvo ni un momento a la peliazul la cual se perdió rápidamente en dirección a la costa. Con sus dientes apretados, ojos bien fijos al frente y el corazón palpitando al máximo. Sus sandalias se llenaron de arena al entrar a la playa. Justo a su izquierda, del barco anunciado estaban bajando dos personas, una de ellas bastante grande, por no decir enorme, mientras que la otra era una figura delgada y de tamaño normal. Ambos tenían cubierto el rostro a excepción de los ojos, por una especie de turbante, pero de tela menos gruesa.
–Son azules… –musitó Fuu viendo los ojos de quien bajaba primero del navío, esa figura delgada. Al sentir que alguien estaba cerca, dicha persona volteó a ver de quién se trataba y abrió sus ojos grandes, al reconocer a la jovencita blanca y con cabello azul cielo.
Se acercó lentamente, mientras se descubría el rostro. Fubuki, de nuevo, derramó gruesas lágrimas desde sus ojos, haciéndolos parecer turquesas –mamá… –sollozó como si de una niña pequeña se tratara antes de ser abrazada. Su espalda y nuca las rodearon esos brazos que, desde que su nacimiento y niñez, habían cuidado de ella. Por un momento se sintió una bebé en brazos, cerró sus ojos y apoyó su frente en el hombro de su madre. SuS nakamas llegaron un momento después, llamando el nombre de Fuu en repetidas ocasiones hasta que la vieron junto a otra persona.
Antes de que se dieran cuenta de quién era esa persona, Clay se adelantó y luego se hincó para reverenciarla, de la misma manera que lo había hecho con Fubuki antes –Yuki-sama, bienvenida a Yottsu –le dijo desde el suelo. Mientras tanto, Daisuke, el noble y leal guardia original del reino, se acercó a donde estaba Fuu. Su enorme sombra cubrió a la princesa antes de que él, al igual que Clay, se agachara para venerar a la joven. Fubuki se acercó, le toco el hombro, haciendo que él levantara la vista y luego lo abrazó.
–Me alegro mucho de verlo, Daisuke-san –luego se volteó a ver a sus nakamas– ella es mi madre.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 24 (El plan):
- Spoiler:
- Uno a uno, los piratas comenzaron a presentarse frente a la todavía Reina de Yuki. Ella supo rápidamente que estas personas eran las responsables de que Fubuki estuviera sana y salva, y sobre todo libre.
–Qué extraña ropa tienes, madre –señaló Fuu, pues la Reina estaba vestida con una túnica larga, muy separada del cuerpo, que parecía como de un clima desértico, contraria a la que usaría en su isla natal.
–Lo que pasa es que tengo que esconder mi vientre. Tendrás un hermanito pronto, estoy embarazada –le dijo, haciendo que Fuu abriera sus ojos bien grandes– ¡claro que no, Fubuki, sólo es una broma! ¡Una broma! –Soltó carcajadas para que su hija reaccionara– uso esta ropa para que no me reconozcan tan fácilmente. Además es aguantadora para todos los lugares donde hemos estado.
Fuu había olvidado por un momento el carácter de su madre, y había caído totalmente en el engaño –¿cómo puedes hacer bromas en la situación en la que estamos? –le reclamó, hinchando sus mejillas de una forma algo jocosa.
–Ya sabes cómo soy –respondió– si no hago bromas, me voy a volver loca –le dijo abrazándola. Al menos un poco, Blaze y los demás pudieron ver el carácter de la Reina Yuki, quien además de Daisuke, estaba acompañada de unas 15 personas más, la mayoría hombres, y debido a esa pequeña cantidad, nunca se habían atrevido a tratar de pasar las defensas de Dirgen hacia la isla de Yuki. En ese momento, la monarca pensó que podría haber alguna oportunidad de penetrar con rumbo a su país.
–Yuki debe estar viva –afirmó ella, refiriéndose a su hija, la mayor de ellas y heredera a la corona de la isla con la que compartía nombre.
–¿Estás segura de eso? –preguntó Fuu ilusionada.
–No cien por ciento, pero debe estarlo –afirmó– porque ellos quieren atraparme. Por supuesto, si puedo entrar a Yuki, les será más difícil, conozco esa isla mejor que todos ellos y saben que una vez ahí, capturarme les será mucho muy complicado –dijo sin falsa modestia.
En cuanto escuchó esas palabras, Blaze ya sabía cuál sería su próxima misión y la de su tripulación. De hecho lo sabía desde que había aceptado a Fuu en la tripulación, pero ahora lo tenía más claro, debía llevar a la reina Yuki a su isla –¿alguien tiene alguna idea? –hizo el moreno sonar su voz– porque debemos actuar rápido, antes de que se recuperen.
El gesto de sus nakamas, en especial de Jet y Natsuki, no se inmutó mucho, porque ellos también pensaban en lo mismo. Tener a Fuu como una de sus nakamas, les obligaba a ayudarla a ella, a su madre y a su isla. Fue la misma ojiazul quien levantó la palabra –yo sí tengo una idea –aseguró. Los piratas, la reina Yuki y su guardaespaldas, así como otros miembros de la rebelión se sentaron en la playa a escuchar a la princesa explicar su plan.
–Como siempre, tienes buenas ideas Fubuki, pero independientemente de eso, esto no será tan sencillo como se escucha –dijo la reina Yuki cuando su hija terminó– de alguna forma, Masanori ha podido suplantarme ante el Gobierno. Acepto que yo no era muy popular con el Gobierno, pero a lo que quiero llegar, es que Yuki, aun con Masanori como su gobernante, tiene protección de la marina y pueden llamarla si se sienten amenazados.
–Eso no será ningún problema, su majestad –intervino Jet explicando luego que la marina debía estar muy ocupada con la guerra contra Shirohige. Ello entonces les daba una oportunidad, parecía que la suerte estaba de su lado, y si no era en ese momento cuando podrían penetrar en la isla de Yuki, no sería nunca.
Para el plan, Clay fue a conseguir de entre las tiendas del pueblo dos ropajes exactamente iguales y se los entregó a Fuu –con esto no sabrán quién es quién –sonrió la princesa entregándole a su madre la ropa que le tocaba.
–Menos mal que me he conservado, ¿eh? Aún tengo la misma talla de antes –presumió la monarca al tiempo que doblaba bien la ropa. Era gruesa, de invierno, por lo que no se la pondría en ese lugar.
El plan se pondría en marcha esa misma madrugada. No querían perder ni un poco de tiempo. Sólo serían un par de barcos, el Steeler y el de los rebeldes los que entrarían en acción. En el primero estaban Blaze y sus nakamas además de la reina Yuki mientras que en el segundo Daisuke comandaría a los insurgentes para quedarse en la costa ante cualquier intervención marine.
Justo como lo habían predicho, las fuerzas de Dirgen no estaban custodiando las cercanías de Yuki así que pronto llegarían con bien a la isla. La reina explicó que para llegar a la ciudad Palacio, capital y donde estaba precisamente el palacio real, había dos rutas posibles, una era un poco más larga pero más segura, atravesando dos pequeños poblados, Dyrak y Kavia mientras que la otra, aunque era más corta y relativamente rápida, era por en medio del espeso bosque que cubría la mayor parte de este país.
–Deberíamos separarnos. Un grupo que vaya por la ruta segura y otro que vaya por el bosque. Estoy seguro que intentarán emboscarnos en cuanto sepan que estamos aquí –opinó Fuu y así se acordó. Mientras la princesa iría, con un grupo un poco más numeroso, por la ruta más segura, la reina Yuki lo haría por el bosque. Fuu sería acompañada por Blaze, Natsuki y Osore, mientras que Jet y Shinta acompañarían a la madre de ésta. Daisuke y el resto de los rebeldes custodiarían la costa en caso de una llegada de marines.
–Chico de acero –se dirigió la reina a Blaze antes de que los dos grupos partieran– debes cuidar a mi princesa, por favor –le pidió seriamente y luego se coloco un velo sobre su cabeza, no dejando ver fácilmente su rostro. Mientras tanto, antes de hacer lo mismo, Fuu vio a Jet a los ojos y el espadachín supo que su nakama le estaba encargando a su madre, así que él asintió.
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Capítulo 25 (Entrando al País del Hielo):
- Spoiler:
- Fuu se colocó el velo también, como parte del plan, y partió guiando a sus compañeros por un camino empedrado, aunque cubierto por la nieve que en ese momento caía con ligereza. Su madre se encargó de entrar por una vereda del espeso bosque, siendo seguida por Jet y Shinta.
Los tres se fueron internando poco a poco entre los pinos y coníferas teñidos de blanco hasta que la nieve empezaba a cubrir casi la totalidad de los pies. Era de notar la facilidad con la que la reina Yuki se guiaba en un lugar que no parecía tener un camino definido, y menos en la noche. Los tres se movían muy cerca uno de del otro, pues se veía bastante poco, pero no podían encender alguna luz, para no ser descubiertos.
–Déjeme adivinar –le dijo Jet mientras estaba detrás de ella– nosotros venimos por aquí porque usted es quien conoce este camino y no Fuu, ¿verdad?
–En realidad no –respondió ella con tranquilidad mientras pedía la ayuda del espadachín para subir por una vereda– realmente Fubuki conoce nuestro país casi tan bien como yo. De hecho –se pudo ver sonriendo con un leve brillo en sus ojos– jamás le dije esto a Fubuki o a Yuki-chan, pero Fuu siempre tuvo mayores dotes de gobernante que su hermana, es una lástima que haya nacido después. Es justa, sabe distinguir entre lo bueno y lo malo, es valiente, inteligente y ama a su pueblo.
Jet concordó mentalmente con la reina, pues a pesar de no haber pasado tanto tiempo con su compañera peliazul, sabía que ella tenía todas esas virtudes. Luego de ello, decidieron ya no hablar más, pues pondría en peligro el plan.
Casi dos horas después, el trío pasó por un claro en medio del bosque, una extensión de terreno que no tenía árboles, sólo nieve en el suelo, y cada vez más, pues la nevada se intensificaba. El suelo resaltaba por la oscuridad, pues la nieve reflejaba la luz de la luna y las estrellas. Justo cuando estaban a la mitad de cruzarlo, Jet detuvo a Yuki y a Shinta, y luego puso a la reina entre él y el tirador –¿qué sucede?
–Hay alguien por aquí, quédese cerca de mí, entre Shinta y yo. Tú cúbreme la espalda –le dijo esto último a su pequeño nakama y éste sacó un par de revólveres, mirando hacia varios lugares, sin poder distinguir a alguien. El espadachín no dijo nada, mientras el silencio era cada vez más nervioso, Jet esperaba el primer ataque y tras casi medio minuto, finalmente sacó su katana y la dirigió hacia atrás, justo frente a Shinta, quien vio entonces como un par de espadas chocaban frente a su rostro.
–Así que eras tú, Katsuro…
–Me siento halagado de que recuerdes mi nombre, espadachín –el mismo rubio que antes se había enfrentado a Jet en Criolla y cuya pelea había quedado inconclusa– sabía que tarde o temprano terminarías en esta isla, aunque no pensé que estarías con la misma reina Yuki –rió.
Las palabras de Katsuro le hicieron pensar a la reina Yuki que él no estaba en el mismo plan de Masanori. Ella tomó de la mano a Shinta y comenzó a caminar lentamente, tratando de alejarse del lugar –será mejor que no lo haga, su majestad –la detuvo Jet– con su habilidad, él podría alcanzarla sin problemas. Lo mejor es que se queden cerca de mí.
Katsuro sonrió, admirando una vez más a su rival. Con sólo haber peleado una vez entre sí, Jet sabía de las habilidades del rubio –eres un espadachín de verdad. Hacía mucho que no disfrutaba de una pelea y vamos a terminarla –dijo e inmediatamente utilizó el poder de su fruta para desaparecer. Jet caminó hacia atrás para tener a su espalda a Shinta y a la reina Yuki. El tirador adolescente se preparó para cubrir la espalda de su nakama mientras al monarca estaba atenta a lo que sucedía.
Casi al mismo tiempo, pero justo cuando ya estaba amaneciendo, el grupo de Blaze llegaba a Dyrak. Habían tenido que bajar desde la costa, era como si este poblado estuviera asentado en un agujero dentro del país de Yuki. Algo muy notorio, era que Dyrak no estaba cubierta de nieve, pero aun así, como hacían evidenciar los temblores en el cuerpo de Natsuki, hacía bastante frío.
–Esto es Dyrak, el desierto glacial –Fuu presentaba a sus amigos el lugar mientras que Osore le daba su chaqueta a una Natsuki muerta de frío –creo que notarán que es más helado a pesar de no tener nieve. Es porque al estar tan abajo, los rayos del sol sólo pueden llegar aquí directamente unas pocas horas al día –decía mientras seguía bajando para llegar al pueblo –éste es un lugar difícil para vivir –continuó –el frío es más intenso, cala más hondo y además la tierra de por aquí es árida, difícil de hacer crecer algo, ya de por sí considerando el frío –hizo una pausa, para admirar el paisaje que seguía de la ciudad, una montaña, la cual los habitantes tenían que subir para poder llegar a la ciudad de Palacio –la gente de aquí es trabajadora, noble y paciente. Sabe lo que es el esfuerzo, y es por gente como ésta que tenemos que recuperar el país –decía decidida.
Mientras lo hacía, ya muy cerca de llegar, notó como los pocos habitantes que habían madrugado y se habían levantado temprano, comenzaban a esconderse en cuanto veían a los visitantes.
Fuu no podía explicarse lo que sucedía, ¿realmente había tanto miedo a personas desconocidas desde que Masanori había tomado el país, o era otra la razón? Desde donde los piratas se encontraban, podía verse una estructura de acero, algo así como un monumento, que estaba enclavado en la plaza principal del pueblo. Ahí, en la punta de esa escultura, había una persona. Antes de que Fubuki pudiera distinguir de quién se trataba, la lanza de Osore se puso delante de ella. Los ojos del peliazul pudieron ver a Dirgen sentado en aquel punto, con una sonrisa casi diabólica y con sus garras bien atadas a sus antebrazos, listas para cortar lo primero que pasase por ahí –él es mío. Ustedes deben seguir, no tienen que retrasarse.
–¿Y qué pasa si te derrota? –le dijo Blaze– ¿o si corres peligro? Él es fuerte, no lo he visto, pero tú y Jet lo dijeron así que es mejor que nos quedemos a ayudarte.
–¡Ni hablar! –su grito puso en alerta incluso a su enemigo, quien todavía no bajaba de su puesto– no hay que perder tiempo. Hay que llegar lo más rápido posible al palacio y esto sólo le hará perder tiempo a Fuu-chan. Yo me encargaré de él –afirmó– no creas que voy a morir aquí, no puedo permitírmelo.
Y con esa determinación, fue el primero en bajar completamente al pueblo. Blaze vio que podía hacer realmente poco y dispuso que debían hacer lo que Osore había dicho, siendo la misma Fuu la que más se oponía por lo que Blaze intentó convencerla.
–Sé que quieres salvar a todos pero creo que vinimos aquí para ayudarle a tu pueblo, nosotros somos tus instrumentos, lo importante aquí eres tú y tu país. No sé si me expliqué bien.
–Pero ustedes son mis amigos y…
–Blaze tiene razón –intervino NatsukI– ahora somos como familia y la familia se ayuda entre sí. Yo vine porque quería ayudarte y no me importa lo que me pase, en serio, estamos aquí por ti –la princesa sucumbió ante las palabras de sus amigos y finalmente aceptó.
Osore llegó rápidamente al lugar donde estaba Dirgen. Con su lanza en la mano derecha, volteó a hacia arriba y exigió a su enemigo que bajara de ahí, aunque éste se mostró un poco reacio – ¿tú pelearás conmigo? Por qué no mejor esperas a tus compañeros que vienen detrás, así podrías darme algo de diversión, no como la vez pasada –le dijo aún sin bajar de su lugar.
Blaze y los otros venían corriendo a toda velocidad, y una mirada del médico les indicó que no debían detenerse. Así, el capitán estaba adelante, luego atrás de él Fuu con el velo cubriéndole la mayor parte del rostro y tercera estaba Natsuki, así que la más protegida era la princesa. Dirgen vio al trío y se fijo en los cabellos azules que escapaban un poco al velo de Fuu, así que pensando que se trataba de la reina Yuki, se impulsó desde la torre y preparó sus garras para atacarla. Blaze estaba listo para defenderla, pero antes de eso se interpuso Osore con su lanza –te dije que yo sería tu oponente –y comenzó a atacarlo con fiereza, no para herirlo, sino para mantenerlo ocupado dando tiempo a que sus compañeros pudieran escapar. Cuando esto se completó, Dirgen no parecía demasiado molesto, pues su motivación había cambiado para matar a Osore. El guardia ahora estaba de pie, frente al pirata, afilando sus garras una contra la otra, listo para comenzar su ataque.
Fuu, por su parte, aún tenía el rostro de preocupación mientras seguía corriendo con sus nakamas –¿todavía estás preocupada por él? –le preguntó Blaze refiriéndose a Osore.
–No es por eso –respondió de inmediato– sólo que me habría gustado hablar un poco con la gente del pueblo. Cuando lleguemos a Kavia, ojalá que tengamos oportunidad de platicar con las personas y ver qué es lo que ha estado haciendo Masanori durante este tiempo.
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Capítulo 26 (Jet vs Katsuro):
- Spoiler:
- Las espadas de Jet y Katsuro se separaron finalmente. El pirata sabía de la habilidad de Akuma no Mi que poseía su rival y por ello no podía pelear con libertad. Le era imposible separarse de la reina Yuki, pues si luchaba frente a frente con Katsuro, éste podría teletransportarse hacia donde estaba ella, y Shinta no podría ser una resistencia eficaz.
Jet hacía lo que podía mientras Katsuro aparecía de uno y otro lado. Hasta ese momento, el pirata no tenía ninguna herida, pero esto cambió cuando el villano aumentó la velocidad de sus teletransportaciones y pudo hacer una herida en el pecho, del lado derecho, cerca del hombro. Entonces el rubio se dirigió a dañar a la reina y aunque Shinta estaba listo para protegerla, Jet pudo recuperarse y bloquear al invasor.
Katsuro lució sorprendido, aunque al mismo tiempo reía divertido –¿te crees un salvador de los inocentes o algo así? –preguntó casi burlón– si desde aquí puedo ver que no eres más que un asesino, que tus manos se han manchado de sangre una y otra vez. De hecho eres un desalmado que seguramente busca venganza, busca la masacre para calmar tu mente, ¿y ahora te la quieres dar de buena gente frente a tus “amigos”? Ellos deberían saber que no eres un héroe, sino simplemente un espadachín que asesina personas.
Jet no se inmutó demasiado ante las palabras de su rival y sólo se limitó a mirar a Yuki y a Shinta de reojo para ver si estaban bien. No iba a responder a Katsuro, no le hallaba sentido a ello. Sin embargo, la reina fue la que tomó palabra antes de que el combate continuara.
–Niño… –se refirió a Katsuro –tú crees que en nuestra mente todo es color de rosa y no sabemos de muerte y sufrimiento, ¿verdad? Nosotros sabemos, y mejor que tú, que este mundo está lleno de infortunios y que sangre brota por todos los agujeros de la tierra y las corrientes del mar. He visto cosas que tú no tienes ni la menor idea, así que no intentes hacernos ver de una u otra manera a alguien. Jet es un espadachín, un guerrero que mata personas, pero está de nuestro lado y eso es lo único que nos importa en este momento, ¡¿quién diablos eres tú para juzgar?! –sonrió ella luego con algo de soberbia– si no eres más que un traidor, que incluso obedece a un traidor aún más grande que él mismo.
El rubio vio de reojo a la monarca y un instante después desapareció sin dejar rastro. En una situación tan peligrosa, Jet no podía dejar a Yuki al cargo total de Shinta y entonces tenía que mantenerse cerca de ambos para protegerlos. No terminaba de pensar en ello cuando su hombro izquierdo fue herido por una espada; de no ser por sus reflejos rápidos, probablemente habría perdido el brazo, pero aunque era un corte algo profundo, no supondría una herida mortal o tan grave como pudo haber sido.
La niebla era más espesa y no podía saber de dónde aparecería Katsuro quien de pronto sonreía, pero era más para despistar a su enemigo el cual se vio de nuevo herido. Esta vez no fue un corte, pues pudo bloquear la espada del rubio, pero éste aprovechó para golpear sus costillas del lado derecho con el lado sin filo de la espada. Aun así, Jet no cayó y sólo retrocedió un instante, empuñando su Kangaishii para proteger a Yuki y a Shinta.
Sin embargo, el pirata no aguantaría demasiado tiempo y repeliendo por muy poco tres siguientes ataques, cayó con una rodilla en el suelo y respirando con dificultad; además de la herida en el hombro izquierdo y el golpe en las costillas, Jet tenía un rasguño en el cuello del que brotaba algo de sangre y otra herida más cerca de la cadera, aunque ésta última no era de consideración. Su vista empezaba a nublarse y se sentía débil y desorientado, nada que no le hubiera pasado con anterioridad, pero jamás ante un rival con tanta fuerza y una habilidad tan difícil de contrarrestar –“si me viera, seguro me regañaría por dejar que mi vida termine apenas unos días después de que ella me la volvió a dar” –pensaba el espadachín en Ayaka y en ese momento supo que no podía rendirse. La rubia se encontraba en una situación más difícil que él, en medio de los miembros del Ouka Shichibukai, la flota pirata más fuerte del mundo y toda la potencia de los cuarteles generales de la Marina, él no podía quejarse y, además, deseaba volver a verla, por lo que además de que ella debía salir con vida de aquel infierno, él tenía que seguir adelante.
–Yo no puedo perder aquí –dijo mientras se incorporaba. Sentía muy poco su brazo izquierdo, era como si se le estuviera congelando, pero seguramente era a causa de la herida. Tenía dolores en el torso, pero su brazo derecho, cuya mano apretaba con fuerza su katana, así como sus piernas, estaban en buenas condiciones, además estaba recuperando una óptima visión.
Katsuro quiso atacarlo antes de que se recuperara por completo, pero el pirata bloqueó la espada de su rival con la suya e intentó patearlo, pero éste desapareció para ir en contra de Shinta y la reina; sin embargo, Jet intuyó las intenciones del rubio y volvió a interceptarlo para evitar que cumpliera su objetivo, con lo que Katsuro desapareció de nuevo. Jet caminó unos pasos, alejándose un poco de Yuki y Shinta, tratando de adivinar dónde se escondía el rubio. El pirata entonces adoptó una posición distinta, separó más sus piernas y flexionó un poco la derecha, estirando la izquierda, levantó su brazo derecho, flexionando su codo, haciendo que la espada, aún apuntando hacia el frente, tuviera la empuñadura a la altura de su rostro, muy cerca de éste, mientras que, con un gran esfuerzo, levantaba su brazo izquierdo hasta que sus dedos estaban cerca de tocar la punta de la hoja de su katana, como si esa mano fuese la mira de un arma de fuego.
Yuki y Shinta lo veían, apenas exhalando, nerviosos, pues el ruido se había ido por completo de ese lugar. Jet giraba un poco, como si fuese a disparar su espada sin decidirse la dirección. El pequeño tirador pirata notó los ojos de su nakama como nunca él los había visto, ésos eran los ojos de un asesino.
Como un latigazo, Jet giró hacia una dirección muy cercana a sus compañeros y se lanzó con su mano derecha al frente. Shinta no se dio cuenta de lo que sucedía hasta que la espada de Jet chocó con la katana de Katsuro, partiéndola en el acto y luego perforando el cuerpo del rubio hasta empalarlo en un árbol cercano. El pirata se acercó a su enemigo indefenso, sostenido en el tronco de la conífera sólo por la espada que le cruzaba el torso casi al centro de éste, un poco orientado hacia su derecha, evitando el corazón, pero perforando el pulmón inevitablemente. Jet tomó la empuñadura de su Kangaishii y luego la retiró, para recibir un pequeño baño de sangre de su rival en el rostro y parte del cuello; Katsuro cayó lentamente en el suelo, sentado, apoyado en el árbol, todavía vivo.
El rubio sabía que estaba derrotado así que volteó a ver a la reina Yuki y le habló –tal vez preferiría no ir al palacio –le dijo, sonriendo un poco– se va a llevar una sorpresa muy desagradable –ella no se inmutó, estaba claro que le importaba bastante poco lo que el rubio pudiera decir– no diga que no se lo advertí –habló ya con dificultad, entrecerrando sus ojos– si usted va, yo me estaré riendo desde donde me encuentre –y fue lo último que dijo. Le dedicó una mirada a Jet, ésta era de pena por verse derrotado, pero no odiaba a su rival, simplemente se habían puesto en el lado contrario y tampoco le parecía mal morir de esa forma. Segundos después, cerró los ojos, y murió.
La reina Yuki se acercó a Jet y sacó un pañuelo para limpiarle el rostro. Mientras tanto, Shinta veía con horror la expresión de su nakama, con el espeso líquido rojo goteando por su barbilla y orejas, sus ojos entreabiertos que todavía denotaban la excitación -buena o mala- de haber matado a alguien, las manos, la izquierda temblorosa pero la derecha firme, aún con su espada en las manos. Sólo la casi divina imagen de la reina, vestida de blanco y con gesto preocupado, aligeraba tal escena. El tirador tenía miedo de su propio compañero.
Cuando terminó de limpiarle el rostro, Yuki atendió como pudo la herida del hombro a Jet. De inmediato el espadachín, sugirió seguir, aunque antes, como pudo, enterró a Katsuro, aunque fuera con la incesante nieve, que de cualquier manera, nunca deja de caer en tal país.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 27 (Osore vs Dirgen):
- Spoiler:
- De esa forma, el trío siguió, aunque Shinta se retrasaba un poco y Yuki instó a todos a detenerse un momento. A Jet le vino bien, aunque no compartió la idea de perder más tiempo. En tanto, ella se separó un poco del espadachín y habló con Shinta –¿te ha dado miedo la pelea? –adivinó y aunque el preadolescente intentó esconder su temor, le fue imposible ante la reina– eres todavía un niño –le dijo y Shinta no pudo responder airadamente como lo hacía cada vez que le llamaban de esa forma– ésta es la forma en que se vive en estos tiempos, al menos si has decidido salir al mar. Si sigues adelante, verás cosas aún peores, te lo aseguro, pero no dejes que esto te moleste, seguramente estas experiencias te harán más fuerte. No quiero decir que la muerte esté bien, ni algo así, pero piénsalo de esta forma –le tomó de los hombros– esa sangre que viste, pudo haber sido tuya o mía.
Jet llamó a Yuki y a Shinta para seguir andando y así lo hicieron. El trío siguió su viaje rumbo al palacio, pero si el pequeño tirador creía que su nakama no se había dado cuenta de nada, estaba equivocado. El espadachín estaba perfectamente al tanto de lo que el tirador había estado pensando –lo siento –le dijo Jet de pronto, mientras caminaba a su lado– no habría querido que vieras eso, pero no podía evitarse. Yo he cruzado la línea, ya desde hace mucho, pero lo ideal sería que nadie la cruzara y aunque sea en el mar y seas pirata, ojalá que nunca tengas que cruzarla –Shinta vio que los ojos del espadachín habían vuelto a la normalidad, era el tranquilo Jet de siempre, ése cuya mirada parecía estar viendo a cualquier otro lado menos el lugar donde se encontraba, ojos ausentes, pero pesados, fuertes.
–Gracias Jet –le sonrió el tirador antes de pedir que apresuraran el paso.
Osore era el que en ese momento tenía problemas. Si bien sabía que Dirgen era fuerte, pues ya lo había enfrentado una vez, pensó que en esta ocasión podría ser un poco diferente, pero el guardia no dejaba de atacar con sus garras y el pirata podía sólo defenderse, y no del todo bien, pues su chaqueta tenía algunos rasguños, sin que éstos llegaran a la piel todavía.
Mientras seguía resistiendo los embates de su rival, por un momento pensó que tal vez sería suficiente con detenerlo algún tiempo, ya sin importar si perdía. Estaba comenzando a pensar que tal vez Dirgen era demasiado fuerte para él, y justo en ese instante, una de las garras del guardia le atravesó por completo el muslo derecho. El peliazul, con gesto de dolor, alcanzó a saltar hacia atrás, para luego tomarse la herida –“parece que éste será mi fin de veras” –pensó y justo intentaba idear una nueva estrategia ya no para ganar, sino para retener el mayor tiempo posible a su enemigo; sin embargo, volteó un momento a su derecha y alcanzó a ver una ventana, cuyas cortinas estaban un poco abiertas, dejando ver a una mujer, que apartaba a una niña de ahí, para evitar que alguien la viera –“una madre…” –y de pronto, una imagen llegó a su mente. Era una mujer hermosa, de largos cabellos negros, ojos grandes, figura delgada y con una tierna sonrisa –“¡Mamá!” –pensó e inmediatamente después se incorporó –no sé por qué pensé en morir –se dijo a sí mismo –no puedo morir aquí, no todavía –Dirgen siguió atacando, pero se dio cuenta de que los movimientos del pirata habían cambiado, más rápidos y precisos que antes.
–“También hago esto por Fuu-chan” –pensaba mientras lanzaba un par de ataques infructuosos hacia su rival –“Jet, Fuu-chan y los otros me han aceptado, como parte de una familia y tengo responsabilidad con ellos”.
El peliazul se alejó un poco del guardia y tomó su lanza con ambas manos por encima de la cabeza. Con sus brazos bien estirados, comenzó a hacerla girar y, de pronto, la hizo desaparecer, más que nada porque él salió disparado hacia su rival y lo atacó cuerpo a cuerpo. Osore evitó una de las garras de Dirgen, pero la otra dio en el blanco, o algo así. La garra izquierda del guardia había sido detenida, pero en el brazo derecho del pirata. Afortunadamente para él, sólo una cuchilla había traspasado la carne de su extremidad.
Osore estiró su brazo izquierdo y la lanza cayó desde el cielo. La tomó y aprovechó la sorpresa de Dirgen para dirigir su arma hacia la mano izquierda de éste, chocar con las garras de ese perfil, y con un movimiento, destrozar tres de ellas y doblar una más. Luego, al momento de retirar su brazo de la cuchilla que le estaba hiriendo, logró doblarla, aunque fuera un poco. Por supuesto, ya no podría utilizar esa extremidad para luchar.
–Así que eso fue –sonrió Dirgen, a pesar de observar su garra de la mano derecha totalmente inservible– has sacrificado un brazo para dejarme sin una de mis garras. Fui ingenuo en dejar ir a los demás, con ellos pude haber visto algo más de sangre –y el guardia lanzó una patada que dio en las costillas del pirata, quien todavía seguía lastimado del encuentro anterior entre ambos.
Pero a pesar del dolor, el rostro de Osore no cambió. Sus ojos recios, no veían a Dirgen, sino que miraban su victoria, el futuro. De su brazo derecho chorreaba una buena cantidad de sangre, así que se ayudó con el izquierdo para levantarse, pues el golpe lo había dejado casi de rodillas. A su izquierda vio que comenzaba el empedrado del camino que rodeaba la plaza principal –“eso servirá” –pensó.
–Si crees que has visto todo de mí, quiero decirte que estás equivocado –la mirada del peliazul no llegaba hasta Dirgen, puesto que su cabello le caía al frente y no podía usar su mano derecha para acomodarlo; la izquierda estaba ocupada con la lanza. El guardia no respondió y se limitó a ver lo que su enemigo estaba preparando. Además se liberó de lo que quedaba de sus garras del lado derecho, pues ya, en lugar de servirle, le estorbaban.
Osore dirigió su arma hacia las piedras del suelo, eligió la más lisa de éstas y raspó la cuchilla de la lanza contra ella. De inmediato, la chispa encendió un fuego en su punta, un fuego amarillo que no estaba funcionando de casualidad y con el que el pirata veía su victoria.
–Has matado a mucha gente antes –le dijo Dirgen mientras que sonreía, encontrando el fuego fascinante –eso puedo adivinarlo por la forma en la que esa flama tiene vida.
Osore no esperó y atacó de inmediato a su rival, más rápido y más preciso cada vez. Fueron varios, tres o cuatro los cortes que el pirata logró en el guardia, quien se retorcía de rodillas en el suelo –he lastimado a muchos, pero matado a muy pocos, puedo asegurarlo. –le respondió el peliazul mientras preparaba el próximo ataque. Dirgen no podía creer que el combate hubiera cambiado tanto en tan poco tiempo. Ahora su rival era más rápido y fuerte de lo que parecía antes, y, gracias al fuego, le era difícil ver la punta del arma de la lanza. Además sólo podía atacar efectivamente desde un perfil, debido a las garras rotas de su mano derecha. Dirgen estaba impotente, sus ojos, perdidos en otro lugar, seguramente en sus pensamientos, eran como una oscura laguna; el guardia sabía que el fin de la pelea se acercaba.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando sus reflejos obligaron a su cuerpo a moverse, pues la lanza fue a tratar de encontrar su cuerpo nuevamente. Aun y que los ataques de Osore eran sólo con su brazo izquierdo, tenían mayor fuerza y velocidad que antes, y alcanzaron a herirlo de forma leve en su abdomen. Poco a poco los ataques fueron mermando al guardia, hasta que lo hicieron caer de rodillas, casi indefenso.
Dirgen, con rostro furioso, producto de la impotencia que le provocaba estar a merced de su rival, estaba rendido, con sus largos brazos arrastrándose por el suelo y su gabardina hecha pedazos –¡ustedes no ganarán! –afirmó– este país ya es nuestro, Masanori los destruirá a todos.
Osore lo miró con desdén y luego utilizó la parte posterior de su lanza para golpear en la cabeza al guardia y dejarlo así sin sentido. No sintió deseos de hacerle mayor daño, ya había ganado y así, ayudado a la causa de Fuu y de toda la tripulación -y el país. El médico miró a su rival mientras que algunas personas comenzaban a salir de sus casas tras haber visto el resultado de la pelea –no subestimes a mis amigos –le dijo Osore a pesar de que ya Dirgen no estaba escuchando– aunque los conozco poco, he podido ver su determinación, y estoy seguro de que triunfaremos.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 28 (Las fiestas de Kavia):
- Spoiler:
- Los pobladores de Dyrak empezaban a acercarse a un Osore que revisaba sus propias heridas. Había logrado detener la hemorragia de su brazo, pero aún así, estaba bastante lastimado. Sentado en el suelo, el peliazul vio a las personas cercanas a él y no supo cómo reaccionar. Esperaba que simplemente lo dejaran en paz, que pasaran de largo; sin embargo, no fue así, el temor de Dirgen había sido derrotado y ahora eran, por lo menos en ese momento, libres. Así una niña acompañada de su madre, la misma que Osore había visto anteriormente, le ofreció un jarro con agua. Con un poco de duda, el pirata estiró las manos y recibió el obsequio.
–¿Tú ayudaste a Yuki-sama? –le preguntó la pequeña y el pirata asintió
–Entonces –intervino la madre– ¿tú estás del lado de Yuki-sama y el gobierno legítimo? Si es así, entonces... ¡somos libres! –exclamó ella y los demás pobladores comenzaron a reaccionar de la misma forma. La sonrisa brotaba en cada uno de ellos y la celebración no demoró en comenzar. Por supuesto, Osore tenía que curar primero sus heridas y en cuanto completó esta labor, lo primero que hizo fue buscar a las chicas jóvenes del pueblo. Entre lo hacía, le sorprendió ver la felicidad que la derrota de Dirgen había provocado y supo entonces, que había hecho una buena acción.
Blaze, Fuu y Natsuki seguían en el camino que llevaba hacia Kavia. Éste no dejaba a de subir desde que habían dejado Dyrak hacía ya algunas horas, era empedrado, aunque la nieve lo hacía resbaladizo. Ya el manto blanco cubría al bosque que tenía el trío a sus costados; ya no estaban en el desierto glacial. Natsuki no dejaba de temblar a pesar de tener puesta su chaqueta y la de Osore, no estaba acostumbrada al frío, a diferencia de Fuu quien caminaba sin inmutarse. Tampoco Blaze daba muestras de estar afectado por el clima y eso le llamó la atención a la princesa, quien imaginó que el capitán tal vez había vivido en un lugar similar.
–No es así –le dijo él– es por mi fruta. El frío no le hace mucho daño al acero, supongo –dijo sin darle demasiada importancia, algo más le preocupaba– ¿aún falta mucho para ese pueblo?
–Creo que más o menos una hora –respondió ella al esperar la subida de Blaze quien ayudaba a Natsuki. Fuu se detuvo en la cima de una pequeña colina, lugar que mostraba que las montañas eran un obstáculo que no superaban todavía. Detrás de esas elevaciones, se encontraba Kavia, ya casi a la misma altura que la ciudad Palacio. Fuu, ahora sí, instó a sus compañeros a apresurarse, su mayor preocupación eran las condiciones en las que se encontraba ese pueblo, uno de los más importantes del reino.
De esa forma, no demoraron demasiado en acercarse a la cima de las montañas cercanas y desde ahí, se podían ver a lo lejos unas cuantas luces. Fuu no pudo evitar sonreír al ver que, al parecer, Kavia podría tener mejor situación que Dyrak, por lo que se apresuró más, esperanzada –Kavia siempre ha sido un pueblo muy divertido. Cada año ahí se celebra el carnaval de nuestro reino. Las fiestas duran un mes entero y llegan personas de toda la isla a divertirse, la mayoría de ellas se disfrazan y hay baile y felicidad durante todo ese tiempo –la princesa parecía transportarse a los años felices de su tierra– mi mamá la pasaba muy bien durante esas fechas, a mí me gustaba mucho venir, sólo a mi hermana Yuki no le gustaban tanto, era por su carácter –relataba.
Y mientras Fubuki seguía relatando los detalles de aquellas fiestas, el trío arribo a las afueras del pueblo. Unas antorchas indicaban algunos de los caminos por entre las casas. Había mucha luz, a diferencia de en Dyrak, y el frío, aunque parecía igual por la nevada, realmente era un poco menos. Fuu recordó dónde estaba la casa del líder del pueblo, aquel que estaba en contacto con el gobierno de toda la isla en ciudad Palacio y se dirigió corriendo hacia allí, seguida de Blaze y Natsuki. Tocó la puerta con prisa y en repetidas ocasiones, hasta que un hombre delgado, alto, y sin cabello, con un bigote a medio rasurar abrió la puerta. El hombre talló sus ojos, sin poder creer a quién veía.
–Fubuki-sama –le dijo, sin hincarse ante ella, pues sabía que eso no le gustaba a la princesa– ¡ha vuelto! Pero… su madre…
–Ella está bien señor Osamu, también está aquí, y se dirige a Ciudad Palacio, pero por otra ruta –le dijo ella– nosotros vamos hacia allá, pero me da gusto que al menos Kavia se encuentre bien.
Osamu se quedó serio, mirando con tristeza a la jovencita –ni usted ni su madre querrán ir al Palacio.
–¿Por qué? –preguntó ella. El hombre respondió, con lujo de detalle, la razón. Fuu no podía creer lo dicho por Osamu, a pesar de que éste se lo repetía constantemente. En ese instante, una persona se acercaba al grupo. Los piratas pudieron saberlo ya que sus pasos hacían ruido al pisar la nieve. Era Ran, otra de las guardias de Masanori, ataviada con un abrigo largo, de color café y unas botas del mismo color con tonalidad más clara. También usaba una gorra blanca que dejaba salir dos enormes trenzas de cabello verde y brillante.
–Son peligrosos señor Osamu –le dijo ella – es mejor que se aleje de ellos.
–Ella –respondió, señalando a Fuu– es la princesa de este reino, nuestra querida princesa Fubuki.
Ran la miró entonces sorprendida. Ella no había conocido ni a la reina Yuki ni a Fubuki, por lo que no sabía qué esperar de ellas. La gente del pueblo, sobre todo los líderes, parecían respetarla y no lucía como si fuese por miedo, sino porque realmente la apreciaban.
–Éste ya no es un reino como solía ser. Ella no es una autoridad aquí y creo que corremos peligro si dejamos que se quede.
–¿A qué te refieres con peligro? –preguntó Fubuki enfadada– yo jamás le haría daño a la gente de la isla.
–No me refiero a ti –respondió Ran sin levantar la voz– si Masanori se da cuenta de que has estado aquí, o si vas al palacio partiendo de este lugar, él tomará represalias contra lo pobladores de Kavia.
A pesar de que no estaba de acuerdo con la forma de pensar de Ran, Fuu se dio cuenta de que la chica apreciaba de forma verdadera a los lugareños y que, aparentemente, no tenía mal corazón; sin embargo, no iba a quedarse cruzada de brazos.
–Si realmente te importa la gente de aquí, debes dejar que lleguemos al palacio, para derrotar a Masanori y…
–¡Ustedes no pueden derrotarlo! –la interrumpió– sólo lo enfadarán más y todo el reino sufrirá por eso –dijo con un poco de tristeza.
–Quieras o no, iremos, y debemos llegar antes que mi madre, sobre todo por lo que acabo de enterarme –se adelantó la princesa y tanto Blaze como Natsuki, la siguieron.
–¡Pues no puedo permitirlo! –se adelantó ella y les cerró el paso– y si tengo que detenerlos por la fuerza, lo haré –dijo, y pronto el suelo empezó a temblar, para salir de él una raíz de árbol, gruesa, dura, que se movió como si estuviera viva y derribó a Natsuki, aunque ésta pudo levantarse sin mucho dolor– si entran en el bosque, para ir al palacio, no tendrán oportunidad contra mí, así que sugiero que mejor regresen por donde vinieron.
–Eres amable por permitirnos escapar, pero tenemos pensado llegar al palacio, sin importar lo que suceda –le dijo Fuu.
–Sí. Nos arriesgaremos –apuntó Blaze quien fue el primero que salió de la población internándose en el bosque, esto mientras que Fubuki prometía a Osamu y al resto de pobladores que llegarían al palacio y acabarían con el reinado de Masanori.
kaizoku ou-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 29 (La Princesa y las bestias):
- Spoiler:
- Las trenzas de Ran se contoneaban mientras corría para dar alcance a Blaze hasta cerrarle el paso, cosa que el pirata no trató de evitar –es la última vez que lo digo, y sólo soy condescendiente porque los pobladores parecen quererle mucho a ella –dijo señalando a Fuu– pero si dan un paso más, el bosque les hará no desear haber venido –ella estaba ya entre los árboles, lejos de las viviendas y cuando Blaze hizo caso omiso a su advertencia, los mismos árboles comenzaron a moverse y entre las ramas de dos de ellos, lo apresaron –comí la fruta Mori Mori, puedo manipular el bosque.
Blaze hizo que sus brazos tomaran la forma de cuchillas, pero ni así pudo liberarse de las fuertes ramas de los enormes árboles que ahora parecían haber cobrado vida. Natsuki no estaba dispuesta a dejar que su capitán fuera derrotado tan fácilmente y creció lo más que pudo, pero aún así, varios de los árboles más grandes sujetaron con fuerza a la navegante, quien luchaba para llegar hacia donde estaba su enemiga.
–Perdónenme amigos, les aseguro que esto no durará mucho –dijo Ran, pero no se refería a los piratas, sino era como si estuviera hablando con los árboles– sé que esto les duele, pero si los dejo pasar, Masanori es capaz de acabar con ustedes también.
Fuu no perdió tiempo y lanzó un par de esferas pequeñas, las cuales estallaron, liberando un gas que afectó principalmente a Ran, pues cayeron muy cerca de donde estaba ella. Esto hizo que perdiera la concentración, y los árboles dejaron de tener fuerza, por lo que Blaze y Natsuki pudieron liberarse. La navegante representaba el mayor riesgo para Ran, quien pudo recuperarse rápido y la apresó de nuevo, esta vez con más fuerza y la lanzó lo más lejos posible, derribando muchas coníferas en esa acción, haciendo que Ran se disculpara de nuevo con el bosque. Blaze lo aprovechó para golpear a la chica, aunque ésta pudo defenderse un poco, los ataques la hirieron en el vientre, el cual se tomaba al levantarse.
–No me gusta golpear mujeres, pero no me dejas otra opción.
–¡A un lado, Blaze! –le gritó Fubuki, alertándolo de una multitud de raíces que estaban saliendo del sulo y que lo golpearon de pies a cabeza.
–¡No voy a perder! –Ran se dolía pero utilizaba todo el poder de su fruta para ganar el combate, a pesar de que ello significara herir a una gran cantidad de árboles.
–No me dejas otra alternativa –dijo Fuu, quien había sido alcanzada por algunas raíces, pero no de forma tan directa como Blaze. La princesa sacó otra esfera, ésta mucho más grande que las anteriores, pero no la lanzó contra Ran, sino contra la parte del bosque que la rodeaba. Al estallar, liberó una explosión fría que dejó congelados muchos de los árboles cercanos. Ni siquiera la peliverde podía ya manipularlos, pues parecía que estaban muertos.
–Vaya, si podías hacer eso desde el principio, nos habríamos evitado mucho tiempo –le dijo un dolorido Blaze.
–Tal vez –respondió Fuu– pero habría preferido no hacer daño al bosque, ni matar a tantos árboles –dijo con tristeza, lo que fue notado por Ran, quien sólo agachó la cabeza y se hincó en el suelo, sintiéndose derrotada, mayormente porque ella tampoco quería hacerle daño al bosque, y sabía además que Blaze y Fuu la vencerían tarde o temprano. La princesa se acercó a ella y la abrazó.
–Puedo ver que no eres de mal corazón, no dejes que tu miedo por Masanori te ciegue. Podemos vencerlo –le aseguró– Blaze, Jet, mis amigos, han hecho cosas que yo creía imposibles. Sé que podemos lograr esto, y si tú nos ayudas, será más sencillo –le pidió con sinceridad. Blaze también se acercó y le extendió la mano para ayudarle a levantarse. Ella aceptó y sonrió tímida– ayúdanos a reconstruir este país –le pidió nuevamente Fuu.
–Iré con ustedes –aceptó finalmente ella– de cualquier forma, ya no hay vuelta atrás –dijo y luego señaló hacia su izquierda– su amiga está por allá. Yo debo volver a Kavia a decirles a los pobladores lo que sucede, deben estar preocupados, pero regresaré en unos minutos.
Tal y como se los había indicado Ran, Blaze y Fuu encontraron a Natsuki en tal dirección. La navegante se levantaba pesadamente, aunque cuando vio a sus amigos, lo hizo con más velocidad. La chica escuchó lo que había pasado y las energías le volvieron, aunque pronto recordó que hacía bastante fío y se abrazó de Fubuki para tratar de calentarse. Cuando los tres volvieron al lugar de la pelea, Ran ya estaba ahí esperándoles y los cuatro partieron con destino a Palacio. Fuu preguntó a Ran si lo que Osamu le había contado era verdad y la peliverde asintió, preocupando y entristeciendo a la princesa quien pidió a sus compañeros apresurarse.
Jet, Shinta y la reina Yuki seguían caminando por el bosque hasta que el espadachín les detuvo. Les hizo guardar el mayor de los silencios por un momento y luego señaló a lo lejos, detrás de una pequeña alameda, unas figuras blancas que se confundían con la nieve, avanzaban por aquel lugar.
–Son Osos Blancos –dijo Yuki– es extraño, no deberían estar aquí, no es su lugar natural en la isla.
–¿Son peligrosos? –preguntó Jet.
–Son bestias mortales, pero usualmente no atacan sin razón. De cualquier forma, debemos tener cuidado. Realmente –miró ella a Jet– no me gustaría que tuvieras que hacerle daño a alguno de ellos.
También el otro grupo se había topado con estos animales. Pero la situación era más grave, pues los habían percibido ya estando muy cerca de ellos. Era un par de osos que no estaban para nada contentos con la presencia de humanos cerca de ellos. Blancos, del color de la nieve, con garras del tamaño de un torso humano y colmillos que sobresalían de su hocico, eran animales temibles.
Las enormes bestias estaban furiosas, mostrando sus dientes, con ojos brillantes que centelleaban en color azul. Uno de ellos, el menos grande, rascaba la nieve como si afilara sus uñas, mientras que el otro miraba uno por uno a los piratas acompañados por Ran. Blaze estaba haciendo una cuchilla en su mano derecha, pero Fuu lo detuvo de inmediato.
–Pero, ¿qué les han hecho? –dijo, como si hablara con los osos– ¿acaso ustedes también han sufrido por todo lo que ha pasado? Después de todo es originalmente su tierra, su hogar y los han echado de ahí, por eso han bajado tanto, ¿verdad?
Ran intervino, aunque insegura por lo que Fuu había dicho hacía unos segundos –Masanori mandó que se eliminaran a todos los Osos Blancos. Yo fui una de las enviadas; sin embargo, no los matamos, sino que los expulsamos de donde vivían– Fuu soltó unas lágrimas en cada ojo, las cuales limpió con las mangas de su abrigo.
–Les fallamos, también a ellos, porque son parte también de esta tierra y nuestra responsabilidad, igual que la gente.
–¿Igual que la gente? –preguntaba Jet a la reina Yuki.
–Precisamente. De hecho, esta especie está en la isla primero que los humanos y por derecho les pertenece. Después de habitar esta tierra y organizarla, es nuestro deber proteger a la gente y a todo ser viviente que viva en el reino. Son seres feroces, pero sólo cuando se sienten amenazados. Son protectores de su territorio, pero los humanos pueden caminar por ahí si no tienen malas intenciones; sólo una persona en el reino podía acercarse realmente a ellos.
–¿Usted, por ser la reina? –preguntó Shinta– ¿La reconocían como la reina?
–No, ellos no reconocen títulos de esa clase –sonrió la monarca– reconocen los corazones y la bondad que habita en ellos, por eso la única que siempre pudo acercarse a ellos, fue Fuu.
La princesa se arrodilló frente a ellos, mientras tres mas se asomaban algo cerca al lugar, uno parecía un cachorro y los dos restantes adultos. Fubuki les había pedido a sus nakamas no hacer nada y dejarla –por favor, perdónenos –les dijo a los animales, que seguían expectantes, pero mostrando signos de enfado– mi familia y yo debimos haberlos protegido, igual que a toda esta gente. Pero les prometo –dijo levantando la cabeza– que arreglaremos esto y ustedes podrán regresar a donde pertenecen, sólo confíen en mí, como antes, por favor –las dos bestias se acercaron a Fuu, mientras Blaze estaba a punto de hacer algo pues los hocicos de los animales estaban casi pegados al rostro de la princesa, pero entonces fue cuando uno de ellos lamió la mejilla de la peliazul. Ella se incorporó un poco y abrazó del cuello al oso– ¡sabía que no me habían olvidado! –el otro oso se acercó y también recibió un abrazo de la princesa. Luego de que ella se levantó, los animales fueron junto a los otros que habían llegado y se retiraron, perdiéndose entre los árboles.
Ran quedó totalmente azorada. Durante el tiempo que llevaba en ese lugar, jamás vio a uno de esos animales, ni cerca de comportarse de esa forma. Ella siempre los había conocido como bestias temibles, con los que nadie debía cruzarse si querían salir con vida, pero una aparentemente débil muchacha había “razonado” con ellos y a la chica, le recordó de inmediato algo que, hacía un año, le había sucedido.
Explorando las regiones del Norte junto a Dirgen, se encontró con una pequeñísima aldea, la cual, estaba formada por humildes casas de madera, un número limitado de ellas apenas ocupaban un pequeño claro del bosque, entre algunos pies de montaña. Cuando los dos guardias estaban por tocar una de las puertas de esas cabañas, un anciano salió de otra de ellas y llamó su atención. Dirgen afiló sus garras, pero la joven lo detuvo, no era el momento apropiado de derramar sangre.
El anciano, llamado Gorou, tampoco quería problemas. Eran pocos los visitantes que había por esos lares. Ran suponía que era una aldea olvidada aun por las anteriores reinas de Yuki, pero Gorou le aclaró que no era así. Ellos eran descendientes de los primeros pobladores de esa isla, y su tribu había vivido ahí desde siempre. A pesar de que toda la isla era gobernada por la familia real Yuki, toda esa región era como una reservación, donde se les permitía vivir sin rendir ningún tributo a la reina, pero tampoco recibían los probables beneficios que el gobierno pudiera darles.
Ran pensó que ellos eran una especie de rebeldes y que estarían de acuerdo con el nuevo gobierno de Masanori, pero no era así –nosotros sólo respetamos a la naturaleza –le dijo el viejo– las personas no respetan al cielo, al viento, al fuego, a la luz, al agua, a la nieve, a las montañas, ni tampoco a los seres vivientes que tienen tantos o más derechos en esta tierra que ellos. Un gobernante –siguió– no sólo debe respetar, como hace la reina Yuki, sino que debe ser uno solo con la naturaleza, para así entenderla. Sólo cuando eso suceda, nosotros seremos parte de este pueblo.
Dirgen, en su carácter impaciente, tuvo la idea de matar a los aldeanos, pero Ran se lo prohibió. A pesar de lo fuerte del guardia, él sabía que no debía hacer enfadar a la joven, y menos cuando se encontraban en el exterior.
El corazón de Ran palpitaba rápido al ver a Fuu ser tratada así por los animales. Tal vez era su Fruta del Diablo, pero el tiempo que llevaba viviendo en esa isla donde la naturaleza era la que retaba a la población y la que dictaba las condiciones, lo había disfrutado mucho, tanto, que empezaba a querer ese lugar, casi a amarlo. Con sus ojos húmedos miró a la peliazul y sus mejillas se sonrojaron aún más, pero ya no por el frío –¡eres tú! –le dijo sorprendiendo a todos– tú eres la princesa de este lugar –afirmó, antes de arrodillarse, como venerando a Fubuki. La misma peliazul se quedó pasmada, observando que las largas trenzas del cabello de Ran, se arrastraban por el suelo mientras su rostro veía totalmente hacia abajo.
La princesa se agachó para quedar al mismo nivel de Ran. Jamás entendió el por qué las personas debían arrodillarse ante ella, a pesar de su nobleza. Tocó el hombro de la joven, quien alzó el rostro para verla a los ojos y con su mano, la invitó a levantarse –no es momento de esto –rió– bueno, creo que nunca es momento para estas cosas. A lo que me refiero es que debemos llegar cuanto antes al palacio, al menos antes que mi madre.
kaizoku ou-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Joder Kai, que constancia. Yo quiero escribir un drama, pero cuando tengo ganas no tengo tiempo, y viceversa. Voy atrasado con tu historia, pero me pondré al día pronto, espero. Y te iré comentando los capis, porque la historia es buena y graciosa, y porque qué menos xD A ver si así se me pegan tus ganas y me decido a escribir yo también.
Marty McFly-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 30 (Yuki):
- Spoiler:
- Lo ideal era ir rápido, para salir del bosque y enfilarse hacia el palacio. Pero precisamente quien más lento iba, era Ran, la cual sufría los estragos de la pelea, sobre todo por los golpes de Blaze. La joven, al subir por una pequeña colina, se detuvo y descansó, poniendo una de sus rodillas en el suelo –lo siento princesa –dijo mientras tomaba aliento– ustedes pueden seguir sin mí, yo no quiero que se retrase por mi culpa cuando su madre está en serio peligro.
Blaze regresó por donde él ya había andado y se puso frente a la joven, con rostro serio y casi enfadado –no digas tonterías –se agachó y la tomó con sus brazos mientras una sorprendida Ran se tornaba aún más roja en sus mejillas y esta vez no era por el frío– ella no está en peligro, Jet está ahí y la protegerá con su vida –el capitán no olvidaba que su espadachín ya había ofrecido una vez su existencia por ellos, y no dudaba que volvería a hacerlo. A pesar de que al inicio, confiaba en él, ahora ya no había por qué pensar en otra cosa tras su sacrificio del que, por suerte, había salido finalmente ileso.
El sol de la mañana reflejaba las paredes de piedra del palacio. Usualmente cubierto de nieve, esta vez no era la excepción, aunque la nevada había disminuido casi totalmente y el astro rey se asomaba en el cielo, al menos por unos minutos. Su sombra cubría una buena parte de lo que, dos años antes, solía ser la ciudad Palacio. Ésta ahora estaba deshabitada, y no sólo era un pueblo fantasma, sino que la gran mayoría de las viviendas estaban totalmente destruidas. El tamaño de la ciudad ya no era ni siquiera la mitad de lo que llegó a ser. La reina Yuki tuvo que soportar para no llorar ante tal panorama y para ello, mejor fijó su vista en el castillo.
El Palacio del Reino de Yuki, tenía en total cinco torres, una en cada extremo de las paredes, y otra más en el centro, la cual era la más alta y tenía una estrella blanca, brillante, hecha de cristal, en la punta. Había muchas ventanas en las paredes, pero se veía que, por dentro, estaban tapadas de algún modo y sólo las de las torres, que eran dos por cada una, estaban abiertas. Por su lado oriente, un río, congelado en su superficie, rodeaba el castillo, mientras que por la cara poniente, un espeso bosque, también de conífera, servía de una especie de defensa. Al frente, había un prado, donde no demasiado lejos, unos 200 metros adelante, comenzaban algunas viviendas que todavía estaban en pie, justo donde Jet y Shinta aguardaban ser guiados por la monarca. Finalmente, atrás, se extendía una planicie, totalmente nevada, y así se veía hasta donde comenzaban las montañas del Norte.
A la entrada del palacio, había dos guardias, mientras que por encima de la puerta de entrada, la cual era muy alta, de hierro y dividida en dos, se encontraba otro más. Yuki frunció el ceño, más que nada porque, cuando ella era quien daba las órdenes en ese lugar, tal puerta no existía. Anteriormente usaban una de madera, la cual no era tan grande ni se veía tan poco amigable como la de ahora.
–Lo primero será encargarnos de esos guardias –intervino Jet– tendrás que hacerlo tú, ¿podrás? –se dirigió a Shinta, quien ya preparaba su par de revólveres. El chiquillo asintió y sacó unas balas distintas a las que ya tenía.
–Éstas las hizo Fuu –sonrió mientras miraba a la reina y mostraba los proyectiles parecidos a unos dardos– no dañarán a los guardias, pero se quedarán noqueados un buen rato.
El preadolescente fijó bien sus dos armas y luego de unos segundos, las disparó, para, de inmediato, hacer rotar su revólver derecho con su dedo medio y disparar nuevamente. Los dos guardias de la puerta cayeron, seguidos un instante después por el restante de arriba. Jet hizo esperar cerca de dos minutos a Shinta y a la reina, por si más guardias aparecían para hacerles frente. Tras ese tiempo, el espadachín se adelantó y e hizo un gesto para que sus dos acompañantes les siguieran. Él avanzaba sigilosamente con su mano izquierda sobre su espada que estaba guardada en su vaina, su dedo pulgar estaba listo para empujar el arma desde su guarnición para cualquier eventualidad. Los pasos de los tres parecían uno solo, pues todos caminaban a la par, cada quien cubriendo un ángulo con su vista, temiendo que algún enemigo pudiera encontrarlos.
Pero cuando Jet, quien iba al frente, puso un pie en el piso del palacio, Shinta y Yuki entraron desesperados en él –tranquilos –les ordenó el espadachín, un poco enfadado. Pronto se aseguraron que no había nadie en la entrada, pero la reina se quedó viendo una pared que estaba a la izquierda.
–Antes aquí había un pasillo antes –dijo ella, luego volteando al otro lado, donde sí existía un pasadizo ancho, con altas paredes cubiertas por la nieve– ¿qué le ha pasado al palacio? –preguntó Yuki sin esperar respuesta– ¿dónde ha quedado el color, las pinturas, el tapiz? –ella sentía como si aquellos muros, fuera una representación de lo que Masanori le había hecho al pueblo– es como si hubiera borrado todo, ahora no es frío, sino helado, sin vida.
Jet le hizo saber que había que apresurarse y los tres se fueron de ahí, para buscar algún lugar donde pudiera estar la princesa Yuki. Originalmente el palacio no tenía alguna mazmorra o celda, pero si se habían hecho algunos cambios, éstos podían incluir un lugar como ése.
Tal vez pasaron diez minutos, cuando Blaze dirigía su grupo a la entrada del palacio. A diferencia de Jet, el capitán fue mucho más descuidado y no le importó mucho si había guardias o no, además de que Fuu no pudo detenerlo. La princesa advirtió al par de guardias en el suelo y se dio cuenta de que su madre había ya pasado por ahí, ya que eso no podía ser obra más que de los proyectiles que había creado para las armas de Shinta. Fubuki entonces fue la que entró rápidamente al palacio, pero a diferencia de lo que había pasado con su madre, ellos tuvieron que ir hacia la izquierda, pues ahora el camino que estaba bloqueado era el de la derecha.
Ese lado era mucho más frío que el derecho. A Fuu le pareció muy extraño no ver ningún guardia dentro y se preguntó rápidamente cuál había sido el destino de esos hombres que antes defendían el palacio. El grupo corrió por unos segundos, sintiendo cada vez más frío, hasta que Ran, quien ya andaba por su propio pie, se detuvo súbitamente. Ella conocía esa sensación, ese aire helado que no era normal –Blaze-kun, detente, vamos directo hacia él –pero cuando lo dijo era tarde. En el primer cruce de pasillos, el capitán pirata vio a un hombre recargado en uno de los muros, como si estuviera esperando algo, o a alguien. Era un hombre alto, con ropa no demasiado gruesa, a excepción de una capa de piel, aparentemente de oso, que también tenía una capucha la cual le cubría la cabeza momentáneamente. Su rostro se alcanzaba a ver, y no era demasiado mayor, se veía como un hombre galante, no como un villano.
Fuu lo veía con unos ojos llorosos, pero no de tristeza o alegría, sino de furia. Blaze puso especial atención, pues nunca vio a la chica tan enfadada. Finalmente, el hombre se retiró de la pared y se volteó hacia ellos para hablar.
–Así que sí era tu madre la que entró hace un rato –rió, con una voz que sonaba dulce y tétrica a la vez– por un momento pensé que podrías ser tú, ella se mantiene en buena forma, pero ha sido bueno que haya ido hacia aquel lado. Así podré hacer lo que debí haber hecho hace dos años –miró fijamente a Fuu– enterrarte en la nieve.
La reina Yuki, junto a Jet y Shinta, habían recorrido apenas unos pasillos, pero al final de uno de éstos, ella no pudo evitar paralizarse al ver a la persona que estaba esperándola. Jet no sabía se quién se trataba, pero en cuanto habló, se dio cuenta y la odió al instante.
–Dos años te ha tomado regresar, madre –le dijo una joven, delgada, no muy alta, con cabello rubio muy claro, lacio y largo, y que llevaba puesto un hermoso vestido de corte real.
–Yuki... ¿qué es lo que estás haciendo? –preguntó titubeante la reina al ver que la joven, su hija, le apuntaba con un revólver.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Leído hasta el 10, y con ganas de más. Katsuro no se porqué, me parece tan sádico xD Y me gusta el ataque de Jet, muy ingenioso ^^
Marty McFly-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 31 (Todos le temen al frío):
- Spoiler:
- Jet ya estaba listo para atacar a la rubia, pero ésta se dio cuenta rápidamente –no creas que soy una novata con esto. En cuanto te muevas le disparo –dijo– además, no creo que mi madre te permita hacerle daño a su hija –y Yuki, la reina, comprendió todo en ese instante. Supo por qué el Reverie y el Gobierno Mundial nunca habían hecho algo en contra de su golpe de estado. Porque nunca hubo tal, la familia seguía en el trono, su hija la había suplantado y ningún problema se había dado entonces. Sólo había una duda en su mente, y aunque tenía mucho miedo de la respuesta, se atrevió a preguntar.
–Yuki, dime –habló con la voz quebradiza, pero aún lúcida– esto fue un resultado de aquel ataque o tú planeaste todo desde el principio –la monarca sabía que si era la segunda opción, significaba que su hija no sólo era la culpable de la muerte de su propio padre, sino que había querido matarla a ella también.
–Masanori lo planeó, pero yo sabía de todo –las últimas palabras fueron un golpe terrible para la madre, quien se derrumbó de rodillas y ni siquiera pudo llorar– nos amamos madre, y no podíamos esperar tanto para ser reyes. Además mi padre me habría impedido casarme con mi querido Masanori, pues lo desterró. Ahora soy libre para amarlo y tú no me lo vas a impedir –afirmó y apuntó directo al rostro de su madre. Jet se iba a arriesgar y ya que la reina no podía decir palabra alguna, decidió atacar, pero se detuvo al ver que dos esferas, unidas a una cuerda, aparecieron para atarle los brazos al cuerpo a la delgada rubia, haciendo que el arma ahora apuntara hacia el suelo.
–Ni siquiera lo pienses hermana, si es que todavía puedo llamarte así –apareció, desde el lado derecho, por otro pasillo, Fubuki liderando a Natsuki y Ran. La princesa Yuki vio sus ataduras y las reconoció entonces como una de las invenciones de su hermana. Fuu inmediatamente fue con su madre mientras Jet se encargó de custodiar a la otra princesa.
Fuu nunca había visto así a su madre. Ni siquiera en aquellos momentos del golpe de estado. Los ojos de la reina Yuki estaban perdidos en algún lugar lejano de sus pensamientos y se asemejaban a unos agujeros negros, incapaces de responder al llamado de su hija menor, quien tuvo que abofetearla, no demasiado fuerte, sólo lo suficiente. Fuu vio cómo su madre reaccionó lentamente, volteándole a ver mientras estaba derribada en el suelo y luego giró su cabeza para mirar a su otra hija. Finalmente, pudo llorar, y era verdaderamente de tristeza, aún no podía creer que la carne de su carne, hubiera sido capaz de hacer todo ese mal.
Fuu entonces fue a medirse cara a cara con su hermana. La miró a los ojos, que eran muy parecidos a los de ella misma y, sin poder evitarlo, le golpeó el rostro con la parte posterior de la mano, haciendo que de la boca de Yuki surgiera un hilo de sangre –¿cómo te atreviste? –le dijo al fin– y ni siquiera sabes lo que es peor, porque no sólo has casi destruido este país, y... –tuvo problemas para decirlo, teniendo que sollozar y derramar algunas lágrimas al mismo tiempo– por tu culpa, papá... ¡está muerto! ¡tú lo mataste! –la tomó Fuu del cuello del vestido, con deseos de golpearla hasta el cansancio, pero incapaz al saber que era su hermana.
–Y mira a mi madre ahora –la señaló– ella creyó que estabas muerta, sufrió de la manera más horrible al pensar que te había pasado lo peor y... –ya no pudo seguir, pues el llanto era más escandaloso y además Jet la atrajo con su brazo al pecho.
–Es suficiente, vas a hacerte daño –le dijo el espadachín.
–Qué bien que ya terminaste –habló la princesa Yuki– has de saber que desde hace dos años estaba al pendiente de todo lo que podía pasar. Entonces me importó, y dudé en hacer todo esto, pero Masanori me convenció, me abrió los ojos. Los dejé atrás a todos ustedes, por lo que no me importa mucho.”
“No sé cómo evitaron a mi querido Masanori, pero él vendrá, los matará pronto a todos ustedes, podremos vivir en paz, los dos juntos –aseguró riendo y luego miró fijamente a Ran– a ti te espera algo peor por traidora –pero cuando terminaba de hablar, recibió otra bofetada, mucho más fuerte que la que Fuu le había dado antes, pues ésta la hizo caer. Era su madre, quien finalmente se había levantado.
–No hables de traición, niña estúpida –le dijo, ya habiendo recuperado el semblante normal, aunque con las lágrimas todavía sin secar. La diferencia era el grado de enfado que demostraban los ojos, que fácilmente competían con los de un animal salvaje que se siente amenazado; furiosa, implacable, la mirada de la reina Yuki daba miedo en verdad– tu querido Masanori no es más que una rata traicionera, y si no me equivoco, pronto será derrotado por el chico de acero, ¿verdad? –miró a su hija Fuu, quien le asintió con la cabeza. La hermana mayor estaba por replicar pero su madre no lo permitió –no te he dado permiso de hablar.
Blaze había utilizado su acero para evitar que sus compañeras fueran atacadas por el frío de Masanori; a éste no le importó demasiado. Lo que tenía que hacer era acabar rápidamente con el pirata que tenía frente a él y luego liquidar a los demás, no sería demasiado difícil, pensaba. El poder de Masanori era sencillo, pero mortal en ese lugar, pues podía hacer el ambiente tan frío casi como el cero absoluto, aunque nunca llegaba a temperaturas tales pues él mismo podía ser víctima de su habilidad.
Ran ya había explicado a Blaze sobre las habilidades de Masanori y el pirata preparó un plan en el camino. Desde antes de comenzar el combate, Blaze había cubierto sus brazos de acero y seguía haciéndolo hacia los hombros, con el fin de cubrir todo el cuerpo. Masanori intuyó la idea y se prestó a atacarlo con una espada larga que llevaba consigo, pero Blaze era mucho más hábil que él y mientras lo evitaba, seguía cubriendo su cuerpo, para evitar que su piel sufriera los efectos del frío extremo. Después de todo, era un hombre de acero, o al menos con las propiedades del mismo.
–Debes saber que el acero no le teme al frío –sonrió Blaze mientras ya la mitad de su cara estaba tras una “mascara” de su elemento– tal vez al calor extremo, pero no al frío.
–Todos temen al frío –respondió Masanori– no hay nada que sobreviva a temperaturas de más de cien grados centígrados bajo cero, ni siquiera tú –presumió y alzó sus brazos. Blaze notó de inmediato que el descenso de temperatura era dramático.
–Pues entonces veremos quién es el que resiste más –dijo Blaze y mientras se cubría ya totalmente de acero su rostro y cuerpo, de su mano salían varias pequeñas, pero afiladas ruedas con las que pronto atacó a su rival. Masanori utilizó su gruesa espada para bloquear los proyectiles, los cuales parecían más lentos al llegar hacia él, que cuando salieron de las manos del pirata. Luego de otro intento, los ojos de Blaze denotaban que sufría por comprender qué era lo que sucedía, y esto lo notó su enemigo.
–Si crees que el frío es tan simple como el bajar la temperatura, no tienes ni idea de mi poder –cuando Masanori dijo esto, Blaze se dio cuenta de que tenía problemas para moverse. No es que estuviera paralizado, pero ahora era, aunque fuera un poco, más lento. Y si aún podía moverse, era por su armadura de acero, que sí lo había protegido. De cualquier forma, el frío seguía bajando y sus movimientos eran cada vez más complicados. Llegó un momento en que Blaze simplemente no pudo moverse, a pesar de haber cubierto por completo su cuerpo, incluidos ojos, orejas y nariz. En lo que parecía un recurso desesperado, el pirata también había creado una base sólida que cubría ambas piernas, ya no cada una por separado.
–Te lo explicaré –dijo Masanori quien guardó su espada y arrogantemente caminó hacia él, ya sintiéndose ganador– que yo haga que el ambiente se ponga más frío, no es cuestión de humedad, aire, presión o alguna de esas cosas climatológicas –llegó Masanori al frente de la estatua y le tomó el hombro– es porque hago que las células se detengan a mi alrededor, que aminoren sus movimientos, y así se crea el frío. Aunque no creo que lo entiendas, si es que me sigues escuchando. Si no has muerto por el frío, seguro lo has hecho por asfixia, ¿eh? –golpeó con un dedo la cabeza de la estatua que cubría el pirata y luego puso la palma de su mano derecha sobre la frente de su rival– cuando estoy lejos, el frío que aplico me puede dañar a mí también, pero no así el que provoco tocando a alguien más.
Masanori comenzó a enfriar a Blaze hasta llegar a una temperatura cercana al cero absoluto. A sabiendas que ni siquiera el acero es fuerte en esas condiciones, el rey espurio de la isla sacó de nuevo su espada y con un golpe destrozó la cabeza de la estatua. Cerró los ojos, suspirando, ya pensando en lo que iba a hacer cuando viera a la reina Yuki y a los demás piratas, pero cuando volvió a mirar a su rival, notó algo extraño. No había ningún rastro de sangre. Cierto era que el líquido vital debía estar congelado, pero algo debía verse. Con su arma entonces hurgó dentro del metal hasta descubrir que estaba vacío. No había ningún cuerpo ahí adentro, y al mirar con más atención, se dio cuenta de que en el suelo había un agujero por el que seguramente el pirata había salido.
kaizoku ou-
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 32 (Blaze vs Masanori):
- Spoiler:
- El rey comenzó a buscar con la mirada si es que el pirata estaba por ahí, no podría haberse escabullido muy lejos. Masanori había perdido su temple soberbio y tranquilo, y ahora estaba furioso, con sus ojos casi desorbitados por la ira. Iba a decir algo cuando una columna se le vino encima. No se asustó, simplemente estiró su brazo y congeló el objeto para hacerlo pedazos.
–No esperaba menos –apareció Blaze frente a él, sonriendo– tampoco me iba a esconder, no es mi estilo, pero sí tenía que escapar de algún modo. De todas formas –afirmó el pirata mientras preparaba algunos proyectiles de acero emanados de sus manos– ¡ya sé cómo derrotarte!
Lanzó sus proyectiles, que eran pequeñas estacas y al momento de bajarles la temperatura y congelarlos cuando éstos llegaron a sus manos, ya tenía frente a él a Blaze. El pirata era más rápido de lo que pensaba y recibió un duro golpe que lo estrelló contra la pared del otro lado. El puño duro de Blaze le había roto algunos dientes a Masanori, pero lejos de dolerse, se incorporó e intentó atacar con su espada pero eso no era dañino para el capitán pirata quien paró el golpe sólo con su brazo izquierdo.
–Me di cuenta de que no puedes enfriar dos cosas a la vez –le dijo Blaze– o es el ambiente, o es algo que tú tocas, y tampoco puedes hacerlo tan rápido, porque te dañarías a ti mismo –sonrió al tiempo que preparaba su puño nuevamente– te falta mucho entrenamiento con tu fruta –afirmó y lanzó pocos proyectiles con su mano izquierda para atacar con su derecha. Masanori no podía con ambas cosas, pero trató de resistir unas pequeñas estrellas de metal para congelar a Blaze, quien ya estaba preparado, con su antebrazo derecho totalmente cubierto en acero.
El siguiente golpe hizo que Masanori destruyera una pared con su cuerpo. El rey quedó recargado en otro muro grueso que gracias a dos golpes más de Blaze, se destruyó. Era la que daba hacia el exterior, pero había cerca de quince metros desde donde Masanori estaba por caer hasta el suelo, y todavía unos dos metros más hasta el pozo de agua que rodeaba al palacio. Blaze intentó darle la mano a su rival para evitar que cayera, pero dudó por un momento, debido a que sería la oportunidad de que lo congelara. Esto produjo que Masanori cayera inevitablemente al tiempo que el pirata se recriminaba a sí mismo. El rey se encontraba de espaldas, en las rocas, desangrándose.
No pasaron más de dos minutos hasta que se escuchó que alguien se acercaba. Blaze no se inmutó, sabía que se trataba de su amigo y primero a bordo Jet. El espadachín escuchó lo sucedido y luego se asomó por la abertura del muro –¿seguro que está muerto? Tal vez todavía se puede hacer algo.
–No, está muerto –afirmó Blaze– no era muy fuerte, al menos no físicamente, me he enfrentado a rivales más duros –dijo sin demostrar mucho entusiasmo. El capitán pidió entonces que Jet lo llevara con los demás. La batalla había terminado, el país volvía a ser libre y, a pesar de todo, no era un clima de felicidad.
La princesa Yuki quedó en estado de shock al saber a Masanori muerto. Ya no tenía nada, había dejado todo atrás por ese hombre y ahora ya no estaba. Su madre estaba profundamente herida, de forma irreparable debido a lo hecho por su hija, pero no podía evitar sentirse triste por ella. Aun así, debía encerrarla, pero todavía no tenía su mente clara, así que por lo pronto, la dejó atada mientras veía que la mayoría de los guardias que había en el palacio, aunque no eran muchos en número, ya estaban cuando ella no había sido despojada del trono.
–Cobardes... –les dijo– pero me alegro que al menos algunos hayan quedado vivos –suspiró. Ellos aceptaron el pequeño regaño y se inclinaron para venerar a la verdadera reina de su país.
Ran llevó a Blaze y a Jet por el camino hasta Dyrak, donde irían a buscar a Osore. A pesar de que estaban preocupados, el espadachín tenía el presentimiento de que el médico había salido bien librado. Y así era, de hecho, cuando unas horas después, ya cerca del anochecer, llegaron al pueblo, el médico se encontraba celebrando. Los piratas buscaron a su compañero y al no encontrarlo, comenzaron a preguntar. Así llegaron hasta una casa que estaba a oscuras. Estaba por tocar la puerta, cuando ésta se abrió, dejando salir a un Osore despeinado, con su camisa abierta, dentro de la casa, se despedían de él un par de chicas jóvenes.
–Nosotros que venimos a buscarlos y él ligando... –suspiró Jet, quien de cualquier forma se alegró de la situación.
–La gente quería agradecerme por derrotar a Dirgen y ya con la fiesta, los agradecimientos se volvieron mejores y mejores –rió el peliazul– y seguro serán mejores si les digo que ustedes han derrotado a Masanori.
–No más diversión para ti, por hoy. Debemos volver al palacio, que las chicas, a pesar de lo poco que te conocen, están preocupadas por ti.
–Siendo así, no puedo hacerlas esperar –dijo mientras se abrochaba la camisa y se fajaba, y antes de que los pobladores se dieran cuenta, los tres piratas acompañados por Ran se escabulleron para regresar a ciudad Palacio y pasar el resto de la noche allá, si es que no les tomaba la totalidad de ésta llegar.
Precisamente en el Palacio, Fuu invitaba a Natsuki a tomar un baño y pronto la reina Yuki se unió a ellas. Ésta última se colocó detrás de su hija y empezó a frotarle la espalda. Natsuki vio con un poco de envidia la escena y recordó a su madre por un momento. También advirtió que, al igual que en el rostro y facciones, en el cuerpo Fubuki era muy parecida a su progenitora, tenían una complexión muy similar –son como dos gotas de agua –dijo sonriendo y la reina le correspondió haciendo lo mismo.
Sin embargo Fubuki no sonreía. Pero no era solamente por pensar en su hermana, quien finalmente había sido encerrada, y en todo lo que había sucedido, sino también porque estaba llegando la hora de que sus amigos se fueran de la isla y ella no sabía qué hacer. No sabía si deseaba más quedarse o irse, y aunque su madre lo noto, no le dijo nada por el momento.
Los guardias que fueron leales a Yuki, comandados por Daisuke, arribaban al Palacio tras su guardia en la costa y un recorrido por pueblos por donde los piratas no habían pasado. Un momento antes, la reina Yuki había salido de los baños, dejando ahí a Fuu y a Natsuki. Las noticias de la derrota de Masanori, según ellos relataban, se habían propagado muy rápido y prácticamente toda la nación lo sabía. El guardia, a diferencia de casi todo el tiempo, tenía un rostro sonriente, feliz.
–Es muy pronto para estar contento, Daisuke –casi le reprendió la reina al tiempo que se acomodaba un abrigo– la reconstrucción del país debe comenzar desde mañana y seguro que demorará mucho, hay mucho trabajo por hacer y mucho tiempo antes de poder sonreír de esa forma.
Mientras tanto, en el baño, Natsuki se percataba del estado de ánimo de su amiga y se dispuso a preguntar la causa de tal, y a pesar de que la princesa negó cualquier problema, la navegante insistió –no seré muy lista, pero sé que te pasa algo –le dijo y Fubuki guardó silencio por unos minutos.
–Lo que sucede –al fin habló– es que ha llegado el momento de que ustedes y yo nos separemos.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Pobre, pobre Shinta. Pobre. Lo que tiene que estar pasando estando con las dos buenas razones de Natsuki xD
Y lo del espadachín ha sido bueno, realmente creí que había muerto
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 33 (Tras la batalla):
- Spoiler:
- Apenas unas horas después de lo sucedido en Marineford, en donde la marina había logrado matar a Shirohige y a su comandante Portgas D. Ace, soldados y oficiales tenían más que repleta la sala de heridos. Aunque las primeras camas tenían una separación de una cortina entre una y otra, poco a poco, entre más lesionados llegaban se hacía más difícil que realmente hubiera algo de privacidad, sobre todo donde se encontraban los reclutas y soldados de rango bajo. Al fondo del pabellón, se encontraban unas camas algo más separadas, no tenían ninguna vista con el resto del lugar, era donde estaban los oficiales heridos.
Ahí, Ayaka abría sus ojos con pesadez tras quedar desmayada algún tiempo atrás. Pero no fue hasta el final de la batalla cuando su cuerpo se rindió. La rubia pudo ver todo lo acontecido, incluso la aparición de Kurohige, las últimas palabras de Shirohige y la actuación central del Sombrero de Paja. Miró hacia un lado y advirtió que estaba amaneciendo, luego miró hacia el otro y vio que alguien tenía recostada su cabeza en la cama –Hanako –dijo sin medir su voz. Esto hizo que su recluta despertara y levantara su cabeza con algo de pereza. La jovencita se dio cuenta de que Ayaka había despertado y se lanzó a abrazarla.
–¿Capitana Ayaka, pensé lo peor! – le dijo llorando.
La rubia iba a responder de su forma autoritaria, pero decidió que no era momento para ello –¿cómo crees eso? Si sólo han sido unas heridas leves –le dijo la capitana. Efectivamente, sólo el brazo izquierdo y su cabeza estaban vendadas. Había caído tras uno de los últimos ataques de Kurohige, ya éste poseyendo el poder de la fruta Gura Gura y con ello había quedado inconsciente –no pasará mucho tiempo antes de que me recupere –le aseguró acariciándole la cabeza.
–De hecho –acomodó Ayaka su cabello– es momento de salir de aquí, es suficiente de estar acostada –la capitana se levantó y buscó su chaqueta, que tenía un poco de sangre. En ese momento se dio cuenta de que también tenía una herida en su torso, no muy grande. No sabía en qué momento se la habían hecho, pero no le importó demasiado.
–Tiene que descansar, no hay nada qué hacer, la guerra terminó –le insistió Hanako, jalándola un poco, intentado que su superior se recostara de nuevo.
–No es como si mis deberes terminaran sólo porque la guerra acabó –le dijo la rubia, liberándose del brazo de su recluta y abotonándose su elegante blusa– hay muchas cosas qué hacer, de hecho, mientras más pronto regresemos al East Blue, mejor. Habiendo tantos heridos, la marina necesitará los mayores oficiales disponibles –afirmó mientras ya caminaba por el pabellón, buscando la salida.
A Hanako no le sorprendía esa actitud de su superiora, pero no dejaba de enfadarla –esto es… ¡tan usted! –le gritó, atrayendo la atención de los que estaban por ahí, tanto por la voz, como por el sonido de la espada de Ayaka que la recluta dejó caer –nunca puede descansar, nunca puede ver por usted misma.
–Es parte de ser marine –respondió, apenas volteando un poco, lo suficiente como para levantar ella misma su florete y atarlo a su cintura. Siguió caminando, hasta que fue detenida por alguien más, cerca de la salida.
–Escucha a tu recluta de vez en cuando, Ayaka-chan, es mejor descansar para muchos de nosotros –el vicealmirante Garp entraba al pabellón, buscando a alguien con la mirada. Su rostro no era igual que de costumbre. Su sonrisa era diferente, se veía triste y Ayaka sabía el por qué, pues conocía de la relación entre Portgas D. Ace y Monkey D. Garp.
–No es necesario, Garp-san, yo me siento bien.
–Tonterías –respondió él riendo escandalosamente– lo mejor es que te tomes un buen descanso de más de un mes. No quiero que a una marine como tú le suceda algo malo por trabajar de más, ustedes son la nueva generación, aunque algunos tienen mucho qué aprender –rió de nuevo, esta vez al encontrar finalmente a Koby y a Helmeppo, los cuales todavía estaban dormidos.
–Lo pensaré, si usted lo dice, Garp-san
–No lo pensarás, es una orden, capitana Ayaka, todavía soy vicealmirante –le dijo él, aunque esas últimas palabras le parecieron por demás extrañas.
–Está bien –finalmente aceptó con una tímida sonrisa– tal vez he sido demasiado gruñona –vio con ternura a Hanako, casi como un gesto de agradecimiento por haberla cuidado. Así, se despidió de Garp y, con su recluta atrás de ella salió del pabellón para buscar camino a través del totalmente destruido Marine Ford– antes debo ir a notificar a mis superiores –le dijo, aunque luego se detuvo un momento– ¿nadie más vino a verme mientras estaba dormida?
–Nadie más, y menos el contra almirante Kazuhiko, él no iría a ver ni a su madre –respondió Hanako con un evidente tono de enfado.
–Sólo pregunté si alguien más había venido –alzó la voz la rubia– además nunca me referí a ese idiota con la pregunta –mintió, y Hanako estaba segura de ello.
Ya era muy de noche en el Palacio de Yuki. Las penumbras se apoderaban por completo de la mayor parte de la construcción y el silencio no era menor al de un cementerio, excepto por un pasillo, donde algunos pasos estropeaban ese estado. Como de costumbre sucedía, Jet no estaba dormido a pesar de la hora. Tras el regreso desde Dyrak, sólo había descansado un poco, pero no era muy aficionado a dormir y sólo trataba de encontrar alguna ventana para mirar hacia fuera. De pronto escuchó unos pasos, pero no se alteró, pues supuso que era de alguno de sus compañeros, no de su capitán por supuesto. Finalmente, cuando la luz de la luna iluminó la figura, se dio cuenta de que se trataba de Natsuki.
–¿Qué sucede? –preguntó al advertir que la navegante tenía un rostro triste– ¿no puedes dormir?
–Fuu… ella no va a seguir con nosotros –dijo sollozando y luego se abrazó de Jet–se va a quedar aquí.
El espadachín ya intuía esa situación. Al haber encontrado a su madre y recuperar el trono del reino, era el deber de la princesa permanecer ahí –debemos comprenderla, ella prefiere quedarse aquí a seguir con un grupo de piratas…
–¡No es verdad! –la voz de Natsuki resonó varias veces en las paredes del palacio– ella quiere seguir con nosotros, pero no se atreve –afirmaba la navegante mientras arrugaba la camiseta del espadachín con sus manos– yo no quiero que nuestra familia se separe, no ahora.
A pesar de que el deseo de Natsuki era en cierta forma egoísta, Jet lo comprendió bastante bien. Él mismo había experimentado un cambio desde que la tripulación se había formado y tampoco deseaba que Fubuki se separara de ellos, a pesar de que comprendía que debía de hacerlo.
–Ella tiene la decisión, no podemos hacer nada más –le dijo finalmente– lo mejor es que vayas a dormir, pasaremos algunas noches aquí todavía, según me dijo Blaze –ella asintió frotándose los ojos para secar las lágrimas y se retiró. El espadachín la imitó, aunque no tenía sueño, pero decidió al menos descansar un poco.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 34 (Plática entre Reina y espadachín):
- Spoiler:
- A la mañana siguiente, Jet se apresuró para ir con la reina Yuki, pues su mente estaba muy al pendiente de un asunto especial. Al llegar con ella, preguntó si el periódico llegaba a la isla y la respuesta fue afirmativa, seguramente los guardias de la entrada ya habrían recibido algún ejemplar, aunque ella no era de leer mucho ese tipo de noticias. Antes de que Jet se dirigiera a la entrada del palacio, la monarca lo detuvo.
–Quisiera hablar con tu capitán o contigo a solas, me gustaría que fuera en la noche y viendo cómo es el chico de acero, me parece que será más adecuado que tú vayas –le dijo– te espero en mi habitación, alrededor de las diez de la noche, ¿sabes dónde está? –él respondió afirmativamente y aunque quiso saber sobre qué se trataba tal plática, ella no quiso revelárselo.
Así, el espadachín fue hacia la entrada y, efectivamente, los dos guardias ya tenían el diario en sus manos. Antes, el pirata vio el desolador paisaje del valle en el que antes se encontraba la ciudad de Palacio. Según sabía, desde ese mismo día, comenzarían los trabajos para reconstruirla. Pidió que le prestaran el periódico y cuando lo tuvo en sus manos, no fue necesario que buscara demasiado, pues toda la primera plana era acerca de la batalla entre los Cuarteles Generales de Marina y el gran pirata Shirohige. Desesperadamente, Jet quiso encontrar algún indicio que le dijera el estado de Ayaka, pero eso era imposible, siendo que ella era sólo una capitana. Dejó de lado los detalles de las apariciones de Monkey D. Luffy, Marshall D. Teach o las últimas palabras de Edward Newgate, lo cual fue notado hasta que el diario llegó a las manos de Blaze, quien, emocionado precisamente por esa última parte, leyó una y otra vez la casi mágica frase: “¡El One Piece existe!”
Durante el día, los piratas, junto con Ran y la misma reina Yuki, ayudaron en el inicio de las labores de reconstrucción de la ciudad Palacio. Las personas que antes solían vivir allí, al menos la mayoría, se hicieron presentes para apoyar también y recuperar su hogar anterior, original. Tras un largo día de trabajo, los piratas, liderados por su capitán, se fueron a dormir, pasarían tres noches más en ese lugar. Por supuesto, Jet no fue a dormir, sino a encontrarse con la reina Yuki, tal y como ella se lo había pedido.
Llegó a la puerta de la habitación real y tocó sin hacer mucho escándalo. A pesar de que no se le abrió de inmediato, el espadachín esperó pacientemente, pues su agudo oído escuchaba pasos dentro de la pieza. Finalmente, cerca de un minuto después, la reina Yuki abrió e invitó a entrar al pirata. Ataviada con una bata larga y gruesa, y su cabello atado, la mujer dedicó una tenue sonrisa a su invitado, a quien pidió ponerse cómodo.
–No sé si lo imagines –dijo sentándose en la cama, mientras que él había preferido un sillón– pero quería hablar sobre Fubuki. Tu capitán es algo flojo para estar a estas horas despierto, pero tú pareces tener mucha influencia sobre él y sobre los demás miembros de la banda también. De cualquier forma, ¿qué piensan sobre Fuu? –preguntó. A pesar de que Jet demoró unos instantes en contestar, nunca dudó de la respuesta.
–Es más que nuestra amiga. Como siempre dice Natsuki, es parte de nuestra familia.
Yuki sonrió con sinceridad, contenta de que su hija hubiera conseguido esa clase de amigos, pero luego volvió a un rostro más serio –ella quiere irse con ustedes –dijo– no es que me lo haya confesado, pero lo sé. Fuu siente un gran amor por esta tierra y por su pueblo, pero también tiene sangre pirata corriendo por sus venas, y no deja de tener veinte años apenas, las aventuras la llaman. Ese amor por nuestra isla y el compromiso que siente que tiene conmigo y con el pueblo, no dejan que exprese su deseo por partir junto a ustedes.
–¿Y usted qué piensa? –la interrumpió Jet.
–Fácil, su deber como princesa es quedarse aquí, conmigo –respondió ella– sin embargo –acotó, haciendo que Jet cobrara especial atención por lo que ella iba a decir a continuación– el viaje puede hacerle mucho bien. La experiencia que adquirirá en el mar, nunca podrá tenerla si vive siempre en este lugar. Con lo que ha pasado, Fubuki será la próxima reina de esta isla. Ya es sabia, a pesar de su corta edad, pero le falta vivir mucho todavía.
–Entonces –intervino él– ¿la dejará ir?
–Sólo con dos condiciones –señaló– la primera es que prometas que no le pasará nada y que ustedes la protegerán con su vida, tal y como lo han hecho hace dos noches.
–¿Y la segunda? –preguntó Jet y puso especial atención en la posible respuesta.
–La segunda es muy sencilla –sonrió ampliamente– con que pases una noche conmigo, será suficiente – y al escuchar esto, los ojos de Jet se abrieron grandes, como muy poca gente los había visto– ¡es una broma, una broma! –rió ella escandalosamente– ¡por Dios, chico, debiste haber visto tu cara, tu expresión, eres el sueño de un timador! –seguía riendo la reina.
El pirata ahora sí estaba avergonzado, incluso se había puesto rojo de su rostro, pero tomó fuerzas para seguir con la plática –la segunda condición, ¿existe? –preguntó tratando de tomar compostura.
–Así es –respondió ella, ya habiendo desahogado su risa– la segunda condición es que sea ella quien me lo pida. Si ella no lo desea con tal convicción que se atreva a pedírmelo, no valdrá la pena que vaya con ustedes. Por supuesto, ella no debe saber que esta conversación tuvo lugar, por supuesto.
–Sí, sobre todo por la falsa segunda condición –dijo Jet enfadado, mientras la reina volvía a reír alegremente.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 35 (Adiós a Yuki):
- Spoiler:
- De esa forma, pasaron tres noches más, y a la mañana de ese día, era entonces el día pactado para que los Piratas de Blaze partieran para seguir su viaje. El Log estaba cargado y no había ya ningún impedimento para salir al mar, aunque la banda lucía sumamente triste, sobre todo Natsuki, pues Fuu se preparaba para despedirlos. La princesa no había tenido el valor para pedir ir con ellos y también tenía un semblante triste.
Ya estaban en la costa, justo donde habían llegado. Los guardias del reino, comandados por Daisuke, saludaban con honor a los piratas, mientras que la reina les entregaba alguna ropa y comida para el viaje. Ahí también, junto a la reina Yuki, estaba Ran, atenta a la salida de los piratas, especialmente de Blaze. Uno a uno, finalmente se despidieron de Fuu, siendo la última Natsuki. A pesar de que habían acordado no presionar a la princesa para que partiera con ellos, la navegante no pudo resistir.
–¡Ven con nosotros! –la abrazó sollozando– ¡¿qué voy a hacer sin mi hermana mayor?! ¿Quién nos va a hacer esos desayunos? –preguntó mirándola a los ojos– ¿quién me va a peinar y cepillar el cabello? ¿A quién voy a contar mis cosas?
–Lo siento, yo... no puedo Natsuki, perdóname –le dijo la peliazul conteniendo sus lágrimas. Jet se apresuró para tomar a Natsuki y subir al barco con ella. El tablón fue subido a la cubierta y la fragata desplegó sus velas, lista para zarpar. Fubuki sentía que su corazón se encogía conforme el viento empujaba las enormes telas. El ancla fue levantada por Blaze y el Steeler empezó a avanzar. Ése fue el detonante en la princesa.
–Esp... ¡Esperen! –gritó al fin la princesa y luego volteó a ver a su madre, armándose de valor– yo... ¡yo quiero ir con ellos!
La reina se tragó una sonrisa que estuvo a punto de esbozar, para poner más a prueba a su hija –¿de qué hablas?, Tu deber es con tu isla y conmigo, debes ayudarme a reconstruir el país.
–Yo sé, lo sé, pero... –se la acababan sus argumentos hasta que miró a sus nakamas y se le ocurrió algo– debo devolverle el favor a Blaze –dijo sonriente– él, y todos, tienen sus objetivos. Yo ya cumplí el mío, pero mi deber, como pago por haber salvado a nuestro pueblo, es ayudarles con el suyo.
–Ingeniosa, como siempre –le sonrió su madre– ¡oye, chico de acero! –gritó, agitando su brazo derecho– ¡detén el barco, que te has dejado una tripulante aquí!
De inmediato, del Steeler se vio salir volando el ancla que detuvo rápidamente la marcha del barco. Mientras Jet y Osore recogían las velas, Natsuki saltó del navío, haciéndose más grande para poder caminar por la bahía y mientras corría en dirección a la costa se hacía más pequeña hasta llegar donde estaba Fuu y derribarla con un abrazo. Blaze ordenó a sus compañeros remar de regreso a la isla, pues, por los preparativos de la princesa, seguramente tendrían que quedarse una noche más.
Y así fue. Para el atardecer, estaban de vuelta en el palacio. Fubuki tendría un despedida a solas con su madre quien le explicó algunas cosas sobre Grand Line, específicamente sobre el archipiélago Sabaody y la forma de llegar al Nuevo Mundo –hay cosas en el mar que ni siquiera te imaginas, Fubuki, y estoy segura que tus amigos tampoco están demasiado enterados de ello –le decía la reina mientras ella ponía atención– confía en tu propio sentido de justicia, no te dejes llevar por apariencias, uniformes o palabras –le contó y agregó algunas cosas más durante la noche antes de abrazarla
–Estaré bien madre, aunque siento no estar aquí ahora que nos hemos reunido de nuevo, pero sé que la isla estará bien también, Ran te ayudará mucho, ella ama este lugar, te lo aseguro.
–Confiaré en tu juicio entonces, pero por hoy, es mejor que vayas a acostarte.
–¿Puedo dormir contigo hoy? –preguntó la princesa, y su madre asintió.
A primera hora de la mañana siguiente, Fuu estaba lista para partir. Daisuke se ofreció para ayudarle a llevar su equipaje rumbo al barco. Era un camino largo y su cuerpo más grande y mayor resistencia, dijo él, serían más adecuados para esa tarea. Mientras tanto, con su fruta, Ran abría, en la medida de lo posible, el camino, para que fuera más fácil caminar.
–¿Puedes hacer eso? ¡Es sorprendente! –le dijo Blaze emocionado.
–Sólo un poco –respondió ella nerviosa– no debo hacerlo demasiado, para no dañar a la naturaleza.
Unas horas después, ya estaban reunidos los seis tripulantes, ya incluidos Fuu y Osore, preparados para partir. La princesa no pudo evitar llorar en silencio por despedirse de nueva cuenta de su madre, aunque con la promesa de que regresaría sin demorar demasiado tiempo, y a salvo. Por su parte, también la reina Yuki derramaba algunas lágrimas; sin embargo, la mayor admiración para Fubuki fue cuando vio acercarse a decenas de personas a la costa, pobladores de distintas partes de la isla. Todos parecían estar enterados de que la princesa partiría de nuevo y, efusivos, despedían con cariño a la jovencita, deseándole así, la mayor de las suertes. Frases de ánimo y de verdadero amor por la jovencita salían de las voces de todas aquellas gentes y llegaban hasta los oídos de la princesa, inflamando su corazón, haciéndole sonreír con verdadera felicidad. Ella se recargó en la barandilla de la fragata y agitó sus manos, despidiéndose de su pueblo.
–Esto es obra tuya, ¿verdad Daisuke? –cuestionó la reina a su guardia.
–Aunque ustedes digan que no les gustan las despedidas, no tiene nada de malo que ella se sepa querida por su pueblo. Además, así tendrá más ganas de volver.
De esa forma, la Princesa del País del Hielo se unió definitivamente a los piratas de Blaze, no sólo como su cocinera e inventora, sino como parte de una verdadera familia de altamar.
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Me he retrasado mucho con la lectura de este fic, e incluso al día de hoy no he podido ponerme al corriente. Pero hoy me dio por leer este capítulo, y la verdad, fue buenísimo. Me gustó mucho, fue muy emotivo, y no se porqué le da un aire a lo ocurrido en la serie con lo de Arabasta, solo que con muy marcadas diferencias eso sí ;)
Saludos
Saludos
alex_orochi- Administrador
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Re: [Fanfic]El mar te dará familia - Capítulos 106/?? (En proceso)
Capítulo 36 (Recompensa):
Extra 4:
- Spoiler:
- Tras unas horas de navegar siguiendo el Log Pose de Natsuki, por aguas ya no tan tranquilas, pero al mismo tiempo no demasiado agitadas, el Steeler ya se había alejado del clima frío de Yuki y el sol volvía a pegar con fuerza en la cubierta de la fragata. La navegante se veía feliz, puesto que ella prefería los climas cálidos, sobre todo por su hábito de estar con poca ropa, más que nada por comodidad. Fubuki por su parte se entretenía en la cocina organizando ese espacio que prácticamente le pertenecía. Como de costumbre, Blaze dormía, a pesar de que no era de noche todavía, mientras que Osore contaba sus aventuras amorosas a Shinta. Jet estaba algo cerca y no aprobaba mucho que el médico pudiera convertir al pequeño tirador en un adicto a las mujeres como lo era él, pero el chiquillo no parecía estar muy cómodo con la compañía del espadachín desde que habían viajado juntos con la reina Yuki por el bosque de la isla del mismo nombre.
Un ave del periódico se acercó al barco y Natsuki le llamó para comprar un ejemplar. La navegante sabía que a su capitán le gustaba estar bastante informado. El ave sólo tenía ya uno de los diarios, pues era tarde y en cuanto recibió la moneda, se fue volando a toda velocidad dejando caer las hojas en las manos de la chica, quien lo abrió para ojearlo un poco. Notó entonces, que unas hojas se habían deslizado por entre las páginas. Se agachó a recogerlas y se dio cuenta de que eran carteles de recompensa. En sus ojos cafés se reflejaban las figuras de crueles y despiadados piratas quienes en su rostro mostraban una sed de sangre inconfundible. Justo cuando terminaban los carteles, que eran alrededor de quince, la navegante miró con atención uno y no sabía si su vista la estaba engañando.
Bastante lejos de ahí, la capitana Ayaka sostenía exactamente el mismo cartel y lo miraba con igual o más atención que Natsuki. La rubia había completado sus preparativos para darse unos días de vacaciones y estaba por dejar el destruido Marineford cuando vio aquella hoja. Llamó entonces a su joven asistente Hanako.
–Esta recompensa... –le enseñó el cartel– ¿acaso tú le dijiste de este pirata a alguien de alto rango?
–No, capitana –respondió la chiquilla con seriedad– quien se los comunicó fue la capitana Hollie, el comandante Brandnew sólo me preguntó cómo lucía ese sujeto, y se lo dije.
–Perfecto –exclamó Ayaka con sarcasmo– ahora no podré subir de rango en mucho tiempo, habiéndoseme escapado un pirata al que ahora le han puesto recompensa. ¿Cómo se le ocurre a Hollie soltar la lengua de esa manera?
–Solté la lengua, porque cuando lo capturamos lo reporté a los Cuarteles inmediatamente. No contaba con que se te iba a escapar –detrás de ella arribó una joven de una edad muy similar a la suya. Era pelirroja con cabello hasta los hombros, ojos verdes y un vestido corto, blanco con azul, por debajo de su capa de oficial– en serio que no sé cómo es que un simple pirata puedo huir del barco de la “señorita perfección”.
–Síguete burlando –rió Ayaka– fue un error que no volverá a repetirse –se puso frente a ella y ambas se dieron un abrazo– me da gusto saber que has salido bien librada de todo esto.
–Lo mismo digo. No me gustaría que mi compañera de la academia muriera tan joven, ¿qué sería de nuestra promesa entonces?
–Ahora da igual –le dijo Ayaka– con esto demoraré mucho en subir rangos.
–Yo te esperaré –le respondió Hollie, guiñándole el ojo izquierdo– cuando sea una Vicealmirante, te prometo que no escalaré hasta que las dos podamos ser Almirantes juntas –sonrió ampliamente la chica– ahora debo irme. El Contraalmirante Yoichi me ha recomendado para estar un tiempo en el G-12, sólo serán unos meses, pero me ayudará. Te deseo suerte.
–¿El G-12? No pierdes tiempo, aunque dicen que Yoichi es bastante duro, ten cuidado.
–Lo soportaré, no te preocupes –respondió la pelirroja– además haría lo que fuera por cumplir mi sueño, bueno, quiero decir, nuestro sueño, y éste es un paso importante.
Hollie se despidió sonriente, como siempre era su rostro y desapareció con rumbo a uno de los muelles. Lo único que no entendía Ayaka, mientras miraba el cartel de recompensa nuevamente, era el apodo que había recibido el pirata: “Leather Rebel”. Hanako explicó que al describirlo, tal vez hizo un énfasis innecesario en la chaqueta de piel que el criminal llevaba puesta y probablemente se pensó que sería una forma de identificarlo. La capitana quiso olvidarse del asunto y, junto a su subordinada, se apresuró para finalmente salir del lugar, aunque antes se ruborizó un poco.
Natsuki seguía viendo con atención el cartel mientras que Jet caminaba hacia la proa y advirtió a la navegante. Preguntó por el papel y la chica se lo enseñó un poco estupefacta. El espadachín lo tomó con ambas manos y lo vio igual de perplejo que su amiga.
–¿Soy... yo? –se preguntó. La imagen del cartel mostraba a Jet cuando éste estaba peleando, aunque no era del todo clara y sólo se veía un perfil borroso, pero se alcanzaba a notar lo suficiente como para saber que se trataba del espadachín. Al parecer, había sido tomada cuando éste peleaba con Takeshi, en Criolla. La cantidad que aparecía era de 37 millones de berries por su cabeza.
Pasados los minutos, ya todos los miembros de la banda, incluido Blaze, miraban una y otra vez el cartel. Osore felicitaba al espadachín, mientras que Fubuki lo veía algo peligroso. El capitán no podía estar menos que indignado.
–¡¿Cómo es posible que él tenga ya una recompensa, antes que yo, que soy su capitán?!
–Es posible que sea porque él es el único que realmente se ha visto de frente contra los marines. Incluso destruyó parte de un barco– le dijo Fuu, recordando aquella ocasión en que Jet les había salvado. El capitán regresó a su camarote un poco enfadado, aunque su primero de abordo aseguró que el enojo se le pasaría pronto. Él mismo no sabía muy bien cómo tomar el asunto aunque no evitó sentirse algo halagado y a la vez preguntarse si Ayaka habría tenido algo que ver con esto.
Extra 4:
- Spoiler:
- Shinta se escabullía por el oscuro pasillo de los camarotes del Steeler, rumbo a la puerta que daba a la popa, cerca del camarote principal del capitán, al lado contrario de donde se encontraban la cocina y el pequeño comedor. En sus manos, el tirador tenía algo hecho de tela, aunque lo apretaba sin dejar escaparlo. Con nerviosismo, el chiquillo abrió la puerta que rechinó un poco, pero finalmente logró salir. La brisa del mar estaba tranquila, lo que podía significar que estaban cerca de una isla, aunque no se iban a acercar en ese momento por ser de noche.
El tirador volteó a la izquierda y luego a la derecha, donde vio a su más nuevo compañero, el médico, Osore, quien estaba sentado en la cubierta, recargado en uno de los escalones que llevaban al camarote principal del capitán. Shinta se acercó lo suficiente como para que ambos pudieran hablar en voz baja y escucharse sin problemas.
–¿La tienes? –preguntó Osore casi susurrando.
–Sí, aquí está –le dijo Shinta, no muy seguro de lo que hacía.
–Extiéndela, para verla –le dijo sonriendo el peliazul. Así lo hizo Shinta quien abrió sus manos para dar a conocer que llevaba una pequeña pantaleta de color rosado, evidentemente propiedad de Natsuki– justo lo que esperaba, aunque pensé que utilizaría algo más pequeño –Osore casi arrebató la prenda para contemplarla más de cerca todavía.
–¿Qué tiene de especial tener la ropa interior de una chica? –Shinta no entendía muy bien el objetivo de su empresa– si tú has dicho que has estado con muchas chicas.
–Mi joven e inexperto Shinta. Cuando crezcas sabrás que, primero, nunca hay suficientes chicas, y segundo, las pantaletas de una chica que se resiste a tus avances, son un buen trofeo –aseguró el médico– ¡por favor! Yo haría lo que fuera por estar en tu posición y poder ver a esa lindura en ropa interior todas las noches.
Aunque ciertamente Shinta sabía que Natsuki era una joven bella, no comprendía la vehemencia con la que Osore admiraba, principalmente el cuerpo de la navegante e incluso vio con extrañeza cómo el médico olía la prenda íntima femenina.
–Para que te explique esto, es mejor que nos vayamos del otro lado –le dijo Osore– no me preocuparía por Blaze, pero si seguimos platicando aquí, Jet podría despertarse –y así los dos caminaron hacia la proa donde, supuestamente, deberían estar más solos; sin embargo, pararon en seco al ver que la lámpara de la cocina estaba encendida. Iban a retirarse, cuando se quedaron petrificados al ver que Fuu salía de su habitual lugar y apagaba la luz. El médico escondió de inmediato la pantaleta en uno de sus bolsillos.
Si hubiera sido Jet o Natsuki, seguramente no habría habido tanto problema, pero Fubuki seguramente iba a querer saber lo que estaban haciendo allí, y no demoró mucho en preguntar. Ni Osore ni Shinta articularon palabras congruentes al estar nerviosos, por, de hecho, ser culpables de una pequeña travesura.
–No estarán haciendo algo malo, ¿verdad? –preguntó Fuu más en broma que seriamente, pero esto puso más nerviosos todavía a sus dos compañeros– ¿no me dirán lo que están haciendo tan tarde? Vamos, vamos, díganme, ¿sí?
–Yo sólo... –por fin se animó Osore a hablar– tú sabes, mi querida princesa, que un chico llega a la edad donde hay que explicarle ciertas, “cosas” – le dijo, fingiendo lo mejor posible. Fuu entonces comprendió que no debía meterse en esos asuntos y mejor se retiró a dormir.
–Me parece bien –dijo– sólo no le enseñes cosas malas a Shinta, ¿de acuerdo?
–¿Me crees capaz de eso, princesa? –preguntó Osore falsamente.
–Bueno –sonrió la chica retirándose– teniendo una pantaleta en las manos, no me das otra forma de pensar. Por cierto, si es mía, les va a pesar a los dos –amenazó, y los dejó con un palmo de narices a ambos.
kaizoku ou-
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